Por: Enrique Soto(*)
“La cifra de junio (un crecimiento repentino de 3.87% mostró la
economía peruana ese mes) confirma la
recuperación del país”, sostiene orgulloso y optimista el ministro de
economía Alonso Segura. ¿Será cierta realmente esta afirmación? ¿Se habrá
iniciado, por fin, el proceso de reactivación económica? ¿La desaceleración y
el enfriamiento económico empezarán a ser cosa del pasado? ¿En qué razones se
fundamenta –aparte de una cifra volátil de un mes de crecimiento económico- el
ministro Segura, para que sostenga, con total convencimiento, que esta confirma
la recuperación del país.
El proceso de desaceleración
económica que padecemos, desde el segundo semestre del 2013, es sumamente
complicado y complejo, como para asegurar, a rajatabla, con el impulso positivo
de un mes de crecimiento, que ya estamos caminando en un proceso de
recuperación definitiva del enfriamiento en el que nos encontrábamos. Eso lo
podemos aceptar de un político que con el afán de ganar votos en un proceso
electoral dice cualquier cosa, pero no de un alto funcionario del quehacer económico
nacional, menos de un ministro de estado, titular de la cartera de economía, mientras
no abunde en razones suficientes, que confirme tamaña declaración.
Se dijo oficialmente que este semestre
sería el repunte de la economía, con el inicio de la realización de las grandes
obras de infraestructura, como la línea dos del Metro de Lima y el Gasoducto
del Sur, sin embargo, estamos empezando a finalizar el tercer trimestre del
2015 y el impacto no se siente, y el deseo oficial de alcanzar este año un crecimiento
de 4.5% parece ser un sueño inalcanzable. Ya los analistas económicos más
optimistas pronostican un crecimiento de solo 3 a 3.5%. Otros, menos del 3%,
debido al impacto que podemos recibir del proceso de desaceleración de China, y
la endeble recuperación financiera de EE.UU. , en la medida que somos un país
primario exportador. De otro lado, consideramos que nada importante y
significativo se hace por parte del gobierno como para revertir con eficacia la
frenada económica que padecemos. No se implementan a tiempo, medidas cíclicas y
contracíclicas audaces que contrarresten el enfriamiento, estimulando la
inversión a gran escala de la actividad pública y privada, así como promoviendo
la demanda interna, incrementando sueldos y salarios progresivamente. Ya quedó
demostrado mundialmente que la austeridad en materia económica no es buena
consejera. Cuando se tiene dificultades en el frente externo, como en nuestro
caso, con la caída de los precios de los minerales, rápidamente tenemos que
promover el frente interno, es decir, promover
el mercado de consumo hacia adentro. Eso no se hizo ni se hace con
agresividad.
Lo que ha sucedido en el mes de
junio es positivo, pero hay que tomarlo con cautela y evitar ser triunfalistas,
porque ese solo hecho no garantiza que la economía del país haya empezado a
recuperarse. Para que ello suceda, tenemos que garantizar y promover la
inversión privada que se haya contraída, debido a la falta de confianza de los
inversores.
El mismo ministro de economía,
Alonso Segura, lo ha señalado en otro momento, que el crecimiento de junio es
aún frágil, existiendo múltiples riesgos externo e internos. En tal sentido, indicó
que es imprescindible consolidar las expectativas de los agentes económicos,
así como asegurar la ejecución del impulso del gasto público, y profundizar las
reformas orientadas a apuntalar la productividad, sobre todo en
infraestructura, capital humano y destrabe de las inversiones.
Hay que tener en consideración
que el crecimiento del mes de junio ha sido gracias al buen comportamiento de
la producción minera e hidrocarburos, así como la agricultura, ya que el sector
pesca y construcción se han contraído, y
sólo la actividad comercio, telecomunicaciones, electricidad, servicios
prestados a las empresas, entre otros mantuvieron su dinamismo.
Asimismo, hay que poner especial
atención al sector construcción, que disminuyó en 3.15%, por una menos
ejecución presupuestal de los gobiernos locales y regionales, debido al cambio
de autoridades. Esto se vio reflejado en el menor consumo de cemento, y una
contracción en la venta de viviendas, aunque esto parece estar recuperándose,
por una ligera rebaja en el precio de los inmuebles, que oscilan entre el 3 y
10% de sus precios anteriores. Hay stock
de departamentos, alrededor de 15,000 viviendas se encuentran disponibles y
puestas en venta. Esta situación, no es muy alentadora, debido a que el sector
construcción es estratégico, y ha actuado siempre como una locomotora que jala
a los demás sectores, dinamizando la economía a nivel nacional. Esto tiene que
ser superado para sostener que la economía realmente empieza a recuperarse de
su estado de desaceleración. Además, hay que tener en cuenta, que puede venir
en los próximos meses un Fenómeno El Niño agresivo, que puede afectar considerablemente
al alicaído sector pesca, y principalmente a la agricultura, así como golpear
la infraestructura. Debemos estar preparados para contrarrestar este tipo de
desastres que afectan la estabilidad económica, impidiendo su avance y
desarrollo. Por ello, nuestros gobernantes deben actuar con mucha sensatez e
inteligencia, que se refleje en decisiones acertadas. Situación, que no la
vemos en este gobierno, que empezó mal y parece que va a terminar peor. Un
gobierno, económica, política y socialmente sin norte. No sabemos hacia dónde
quiere llevarnos, y cuál es el modelo de sociedad y/o nación que desea
construir. Ganó las elecciones en el 2011 porque tuvo la osadía de mentir. Ilusionó
al pueblo con la ejecución de un proyecto denominado “La Gran Transformación”,
y finalmente nos dio una “Hoja de Ruta”, sin una ruta clara y definida. Es
decir, vulgarmente, nos estafó. Recibió un país con una economía en crecimiento,
y nada hizo por mantener ese proceso. Es que Humala no estaba preparado para
conducir un país como el que recibía, el encargo le quedó grande. No sabiendo
que hacer, tomó la decisión proteccionista de aliarse con la gran empresa y el
gran capital, mandando al tacho de basura la propuesta de campaña del
desarrollo nacional. Por ello, con justa razón, Pedro Francke, profesor de la
PUCP y magister en economía sostiene que: “No
hay una política clara del presente gobierno para promover y desarrollar el
mercado interno, además de fortalecer la industria nacional”. En tal
sentido, podemos decir que no hay país en el mundo que
se haya desarrollado sin haber tenido sustento del desarrollo de su industria
nacional, por ello no nos cansaremos de repetir la necesidad que tenemos de
industrializar el país, ya que esto significa ponerle valor agregado a nuestros
productos primarios. Es muy diferente exportar el cobre en bruto, que
habiéndolo convertido en un tubo.
Finalmente, sostenemos, que
solamente habrá recuperación económica y saldremos de este entrampamiento de
desaceleración y enfriamiento cuando pisemos el acelerador de mayor dinamismo
en la ejecución de los grandes proyectos de infraestructura, promoviendo con
mayor fuerza –generando confianza- la inversión privada, incrementado sueldos y
salarios para impulsar de esta manera una mejor distribución de la riqueza. Nuestro
objetivo debe ser seguir creciendo en los próximos años, hasta convertirnos en
un país desarrollado. Los tiempos
actuales apuntan al crecimiento de los países emergentes, ya que los países
desarrollados están atravesando un proceso de agotamiento. Esta es nuestra
oportunidad para emerger en el mundo. En nuestras manos está el futuro del
país.
(*) Periodista. Analista político
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