Por: Enrique Soto (*)
El 7 de diciembre del 2022, será recordado en la historia republicana de nuestro país como un día nefasto, en el que el presidente electo democráticamente en las urnas, Pedro Castillo, intentó, dar un auto golpe de estado pretendiendo cerrar el Congreso de la República, declarando un Toque de Queda, y proclamando un Gobierno de Emergencia Excepcional, al mismo estilo del fujimorato en 1992. Felizmente, este arranque desesperado, por no ser vacado del máximo cargo de la magistratura por parte del Congreso, no tuvo el apoyo de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional, manifestándose en contra de su Jefe Supremo, y desobedeciendo sus órdenes. Este vil acto de atentar contra la democracia no se puede leer de otra manera sino como un suicidio político, disparándose en la sien.
Al
querer huir, queriéndose asilar en la embajada de México, Castillo, fue
detenido, por las fuerzas del orden en el Centro de Lima, y conducido como reo
a la Prefectura, para prestar su manifestación por haber cometido el Delito de Rebelión,
en flagrancia, cuya pena estipulada en el Código Penal, va de 10 a 20 años de
cárcel.
ESCUDRIÑANDO LOS HECHOS
Desde
hace varios años que el país viene padeciendo de una inestabilidad política y
una crisis severa de gobernabilidad. El Congreso intenta de manera constante
vacar a los presidentes electos, y a veces lo logra, como sucedió con Pedro
Pablo Kuczynski (PPK) y Martin Vizcarra; y El Ejecutivo, amenaza permanentemente
cerrar el Congreso, como lo hizo Vizcarra (dentro del marco constitucional, no
De Facto). Todo ello, con el afán de lograr hegemonía política en el control
del Estado, como Botín de Guerra. Así se vive políticamente en el país desde
hace mas de un lustro, en un enfrentamiento encarnizado y cruento entre el
legislativo y el ejecutivo. Son como el agua y el aceite. Conviven como perro y
gato. Lo peor, es que esta situación hace mucho daño a toda la población,
generando incertidumbre económica y social, que alborotan y enloquecen a los
agentes económicos, ahuyentando las inversiones, socavando el empleo,
contrayendo el consumo, promoviendo la inflación, y alentando la especulación;
y los especuladores, usufructúan de esta nebulosa. Reza el dicho: “A río
revuelto ganancia de pescadores”.
El día
nefasto, del 7 de diciembre, a las 3 pm. El Congreso había programado celebrar
Pleno, para debatir: aprobar o rechazar el pedido de vacancia presidencial. Se
necesitaban 87 votos a favor para vacar a Castillo. Algo que no necesariamente
se podía alcanzar, ya que solo 72 votaron a favor para admitir a debate la
vacancia. ¿Por qué se precipitó Castillo, al mediodía, tomando una decisión
suicida? ¿Sabía que no contaba con el apoyo de las instituciones castrenses? ¿Quiénes
aconsejaron tan torpe y mal intencionada decisión? ¿Estaba tan asustado ante la
evidencia de corrupción que se venía propalando, y se desesperó? Hasta el último
minuto, siempre estuvo a su lado, su fiel amigo, el Ex Presidente del Concejo
de Ministros, y finalmente asesor de confianza, Aníbal Torres, haciendo el
papel de abogado defensor.
Cuando
al mediodía Castillo, da un mensaje a la nación anuncia: “Disolver
temporalmente el Congreso de la República e instaurar un gobierno de emergencia
excepcional. Convocar a un breve plazo a elecciones para un nuevo congreso con
facultades constituyentes para elaborar una nueva constitución a un plazo no mayor
de nueve meses”. Así como, decretó Toque de queda y declaró en Reorganización el
Sistema de Justicia. El Congreso reacciona impulsivamente, adelantando reunión
del Pleno para la 12.30pm. Siendo vacado, casi de manera inmediata, después de
realizada la votación, con 101 votos a favor. Y convocando a la vice presidenta
Dina Boluarte asumir el cargo en las próximas horas, luego de ser juramentada.
En paralelo, y ante la presión social e institucional, los comandantes
generales de las milicias, emiten pronunciamiento condenando el auto golpe y
cierre del Congreso.
En
horas de la tarde, Dina Boluarte, llega al Congreso, para ser embestida como la
flamante Presidenta de La República. Por primera vez en la historia de la
república peruana, una mujer asume el mando de La Nación, y por consiguiente de
las Fuerzas Armadas y Policía Nacional.
El ex
presidente Pedro Castillo, en horas de la noche es trasladado, con estrictas
medidas de seguridad y engrilletado al cuartel de Los Cibeles en el Rímac, para
luego ser llevado en un helicóptero, a la DIROES, donde permanecerá preso,
junto con el ex presidente Alberto Fujimori.
A MANERA DE CONCLUSIÓN
Creemos,
con sinceridad, que este conflicto entre el Legislativo y el Ejecutivo no acaba
con la derrota de Pedro Castillo. La inestabilidad política y la falta de
gobernabilidad seguirá presente, mientras no se vayan todos, se realicen reformas
constitucionales y se convoque a nuevas elecciones. Ya que este Parlamento -según
opinión, mayoritaria de la ciudadanía- no representa a nadie. En tal sentido,
la postura que está promoviendo el Gran Colectivo Coalición Ciudadana, que
agrupa a mas de 200 organizaciones civiles, que plantea, adelanto de elecciones
y siete reformas neurálgicas a la Constitución, es vital y un buen comienzo a
fin de alcanzar la estabilidad política en el país y poder lograr la gobernabilidad.
En tal
sentido, la flamante presidenta Dina Boluarte, mas que abocarse a buscar el diálogo
y conciliación con el Congreso, debe propiciar el consenso, con la
participación del pueblo organizado y las instituciones representativas del
país, para sincerar la situación de crisis política que atravesamos, que es sumamente
delicada.
Si
pretende desoír este clamor popular, y querer, con muy buena voluntad, gobernar
con este Congreso, le irá muy mal. Ya que este conglomerado, no tiene la
catadura moral, ni la representatividad nacional, ni el deseo de mejorar la situación
social, política y económica del país. Eso no les interesa. Solo están allí
para defender los intereses subalternos y de grupos de poder, que no desean
desprenderse de sus privilegios políticos y económicos, que les permite
usufructuar y seguir enriqueciéndose. Hemos llegado a una hora crucial en la
historia, donde es necesario agarrar al toro por las astas, y empezar a
resolver este problema, que lo venimos padeciendo hace varios años, que se
inicio con la vacancia de PPK, y continúa hasta el día de hoy. Una constante amenaza
a la estabilidad política y al estado de derecho; que pretende acabar con la
frágil democracia que tenemos desde hace dos décadas, cuando el pueblo en las
calles trajo abajo la dictadura Fujimontesinista, que pretendía perpetrarse en
el poder, cuyos rezagos, en un buen número aún controlan el actual Parlamento
Nacional.
Por lo
dicho, señora presidenta, Dina Boluarte, no tiene otra alternativa, que esa.
Que la historia peruana la registre como una benefactora del país, convoque de
manera inmediata –como una decisión política- adelanto de elecciones, y que de
una vez por todas se inicie la reconstrucción nacional. El pueblo entero estará
muy agradecido de su valiente decisión.
(*) Periodista y analista político.