lunes, 20 de febrero de 2023

¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN EL PERÚ?

Por: Enrique Soto (*)

¿Qué está pasando en el Perú? Se pregunta con gran incertidumbre el ciudadano de a pie, ante la gran crisis política de ingobernabilidad, que amenaza desestabilizar las estructuras económicas del país, empujándonos a una debacle inflacionaria y recesiva, cuyas consecuencias, en todo orden, serian gravísimas para el futuro de la nación.

Esto implosionó – como un pretexto, cuando se inician los grandes conflictos bélicos en el mundo-, el siete de diciembre del año pasado. En ese entonces dijimos en un artículo anterior, que el ex-presidente Pedro Castillo Terrones, hoy preso, “se disparó políticamente en la sien”, al querer cerrar el Congreso de la República, queriendo instalar una dictadura civil, transgrediendo el orden constitucional y el estado de derecho: Fracasó en el intento. Pero fue una buena oportunidad, para que las grandes multitudes, ubicadas geográficamente en el interior del país, se movilizaran masivamente, intentando tomar Lima (la capital del país, y cuna de la concentración del poder político, económico y militar, que no ha podido ser descentralizado), ante el hartazgo, de llevar una vida de oprobio, marginalidad, desatención por parte del estado en sus mas elementales necesidades básicas, como salud y educación, por mas de 200 años de injusticia republicana, con un solo lema: “Que se vayan todos, y la realización de nuevas elecciones generales”, planteamiento, que hasta hoy, no es resuelto. Ni por parte del Ejecutivo, menos por el Congreso de la República. Dando una muestra vergonzosa de no querer abandonar sus privilegios y prerrogativas, intentando quedarse hasta el final de su mandato. Mientras tanto: Los enfrentamientos – entre peruanos- a muerte continúan, y la sangre de muchos inocentes se sigue derramando. Mas de 60 suman los fallecidos desde que comenzó la lucha.

Han pasado más de dos meses, desde que empezaron los enfrentamientos, con periodos de breves treguas, que significaron un alto al fuego. Pero, volvían con mayor intensidad al reclamo justificado. Las marchas multitudinarias tienen como finalidad llegar a la sede del Parlamento Nacional. Pero, son impedidos por miles de policías que cierran las calles de acceso, para impedir el objetivo. Es allí donde se producen los enfrentamientos violentos, que producen cientos de heridos de ambos bandos. La situación se tornó mas candente, cuando empezaron a venir miles de ciudadanos, a bordo de camiones y buses del interior de las regiones del país, principalmente del sur, plegándose también huestes de norte, del centro y del oriente, pidiendo a gritos la renuncia de Dina Boluarte, quien en su condición de vice-presidenta, asumió el cargo de la mas alta magistratura, al ser vacado Pedro Castillo. La consideran una usurpadora, traidora, por haber dicho anteriormente que, si Castillo era vacado, ella renunciaría y se iría del gobierno con él. También, la hacen responsable de las muertes de los mas de 60 ciudadanos en los enfrentamientos, producidos muchos de ellos por acción directa de los agentes de la Policía Nacional, que han disparado a quema ropa contra los protestantes – según informaciones confiables reveladas por los medios de comunicación-, por órdenes superiores. Esta grave situación, de relevancia política, pone en el banquillo de los acusados a Dina Boluarte, agravándole su situación política transitoria en el cargo supremo.

A pesar de la exigencia del adelanto de elecciones -para este año 2023- que la población peruana mayoritariamente -según encuestas- lo pide, el Congreso se hace de la vista gorda, y el Ejecutivo no tiene la osadía de presionar para que ello suceda. Como siete veces se ha frustrado alcanzar este objetivo en el Pleno del Congreso, no alcanzando los votos necesarios. Sin embargo, se pretende seguir insistiendo, como una medida paliativa para seguir meciendo las expectativas del pueblo peruano, “hasta que este se canse   de seguir luchando”, según, se oye en círculos palaciegos cerrados. De lo que no se percatan esos “representantes irresponsables”, es que la situación va a empeorar, y el pueblo organizado va a volver en una nueva oleada, que puede ser incontenible y de consecuencias impredecibles. Porque de lo que sí estamos seguros, que estos enfrentamientos no van a parar hasta que se vayan todos. Como debe ser. Teniendo que aceptar que no han dado la talla – con honrosas excepciones- ante tal alto cargo como para ser reconocidos “Padres de la Patria”. Tienen que aceptar y reconocer que han fracasado como legisladores.

Asimismo, la presidenta Dina Boluarte tiene que renunciar de manera inmediata, para presionar al Legislativo, el adelanto de elecciones para este año. La situación no da mas. De lo contrario, las cosas se van a empeorar. Ya que esta condición no es coyuntural, sino mas profunda y estructural. Los pueblos del país se han levantado por mejores condiciones de vida y justicia social. Olvídense de que son comunistas o agentes ideológicos del Socialismo del Siglo XXI. Eso es una cortina de humo que suelta la ultra derecha para que no podamos ver la realidad de lo que está sucediendo en nuestro país. Esto es un problema que reclama integración nacional, algo que no ha sido resuelto desde los inicios de la república. El pueblo marginado de las provincias olvidadas exige se le integre a los beneficios y servicios que brinda el Estado Peruano. Que se reduzca la pobreza, que en estos últimos tres años de pandemia ha crecido en 12 %. Que se acabe con la desnutrición y el analfabetismo. Que se incorpore a las etnias-naciones de la selva y a las comunidades andinas al gran proceso de Civilización Nacional. Algo que no se ha logrado, ni en pequeñas proporciones, en los últimos treinta años de bonanza y de éxito económico que ha vivido nuestra patria. Donde sus indicadores macro económicos resplandecen en azul. Indicándonos florecimiento en la economía. Nuestras Reservas Internacionales Netas (RIN), alcanzan los 70 mil millones de dólares (que son intocables). Mientras el pueblo mayoritariamente sufre y se desangra, sin tener capacidad para atenderse, en los mas elementales problemas de salud. Lo hemos visto y padecido en los últimos tres años de pandemia. Exige, además, atención a la educación de calidad. Un pueblo que no es educado jamás va a progresar. (No estamos descubriendo la pólvora, todo el mundo lo sabe). Exige, asimismo, trabajo digo, bien remunerado. Agua potable. Luz eléctrica. Cosas básicas para llevar una vida digna. Una vida verdaderamente humana. Todo esto es parte de un nuevo enfoque, de nueva visión, que debemos de resolver nuestros problemas ancestrales. De hacernos respetar en el mundo de nuestra existencia, en este nuevo siglo XXI.

No es demasiado lo que se pide. Es algo natural, que cualquier país civilizado lo entendería y lo acogería. Por eso es que se tiene el apoyo y comprensión de la comunidad internacional. Es el momento de exigir nuestros derechos. Parece que las autoridades que hoy nos gobiernan no entiende esta realidad, por su mezquindad. Por eso creemos, sinceramente que ha llegado el momento de que se vayan todos. Para así reiniciar la reconstrucción nacional. Y, levantar un país digno, pujante y desarrollado, con la participación de todos sus hijos, dispuestos a entregar su vida por verla Grande, Hermosa y Feliz. Hagamos de nuestro país un país desarrollado con justicia social.

(*) Periodista y analista político.