Por: Enrique Soto Roca
En abril del próximo año, más de 20 millones de peruanos, acudiremos a
las urnas, de manera obligatoria, con el propósito de elegir al nuevo
Presidente Constitucional de la República, y a los 130 congresistas que nos
representarán en el Congreso, acto político y democrático que venimos
practicando ininterrumpidamente desde el 2001, a partir de la caída de la
dictadura fujimontesinista. En tal sentido, alrededor de una docena de
aspirantes a la más alta magistratura del Estado, así como más de 1500
candidatos al congreso, se vienen movilizando intensamente, por todo el país, invirtiendo
ingentes recursos económicos, con el propósito de alcanzar su más caro
objetivo.
La campaña electoral para ser
presidente y/o congresista ya empezó, y con mucha fuerza, donde más que la
propuesta se exhibe el insulto y la diatriba, situación que nos muestra una
clase política inmadura y poco desarrollada, que en lugar de impulsar el
trabajo en equipo, promueve el individualismo, esto es una muestra palpable de
lo poco que hemos podido avanzar para consolidar la democracia. Por tales razones
el ciudadano de a pie se muestra escéptico con el accionar de lo políticos, manifestando
desilusión y poco entusiasmo en este proceso electoral que se avecina.
Sin embargo, el carnaval
electoral continúa. La última encuesta nacional de GFK, que publica el diario La República (29 noviembre 2015), da
cuenta que Keiko Fujimori de Fuerza Popular, sigue con el número uno en el
ranking con un 32% de popularidad. Esto nos hace pensar, que si no hay
variación significativa en los próximos 60 días, se habrá asegurado el pase a
la segunda vuelta. Ello no significa que tenga asegurada la presidencia. En el
2011 también pasó a la segunda vuelta, y no pudo alcanzar la silla de Pizarro. Ollanta
la derrotó. Esto se debe a que su situación política es bien compleja y
bastante precaria en tan magno objetivo, por ser hija de un dictador, quien se
encuentra preso por corrupción y otros
delitos de lesa humanidad, que la embistió cuando gobernaba el Perú como
primera dama en detrimento de su madre, acto de mucha susceptibilidad social, que
ensombrece su candidatura, y que ella muy bien lo sabe. Asimismo, fue formada
política e ideológicamente en ese periodo oscuro de nuestra historia, alimentándose de las enseñanzas de su padre y de su tenebroso asesor Vladimiro Montesinos, algo
que llevará siempre consigo y que le es muy difícil, por no decir imposible,
desprenderse, a pesar que ha empezado a hacer denodados esfuerzos por proyectar
nueva imagen. Por otra parte, tiene en su contra su entorno, del cual no ha
logrado deshacerse, a pesar que en estos momentos han empezado a desarrollar un
perfil bajo, pero son los mismos que acompañaron en el gobierno dictatorial a su
padre. Esa imagen siempre la va a perseguir, mientras no haga un claro deslinde
con el gobierno de su progenitor, y se deshaga de esos colaboradores que trabajaron
en la dictadura fujimontesinista, que fue un lastre en la historia republicana
de nuestro país. En tal sentido, si Keiko quiere representarnos alcanzando la más
alta magistratura del Estado, tiene que hilar fino, y promover consensos, garantizando
a la población electoral que votará por ella, que gobernará siendo respetuosa
de la institucionalidad democrática. En tal sentido la situación no se le
presenta nada fácil.
Por otro lado, vemos, según los
resultados de la encuestadora, que Pedro Pablo Kuczynski, de Peruanos por el
Kambio, sigue todavía manteniendo su segundo puesto, pero de manera ajustada, con
un 9%, después de haber sufrido en los últimos tres meses una caída libre, que
lo ha hecho perder cuatro puntos, y parece que esta continúa, ni la renuncia a
su nacionalidad norteamericana ha podido contener este retroceso. Lo que sucede
que este candidato tiene una imagen de lobista, representante de grandes
empresas transnacionales, que se favorecieron cuando era ministro de gobiernos
anteriores, a pesar que él lo desmiente, pero nadie le cree. Asimismo, es
percibido como un extranjero, representante de intereses foráneos, que si en
verdad quiso servir al país tuvo su oportunidad en gobiernos anteriores, pero
no lo hizo. Eso hace que sea visto como un candidato que no inspira confianza. Lo
sigue de cerca, a dos puntos de distancia, Cesar Acuña, con 7%,provinciano
norteño, ex alcalde de Trujillo, y actual gobernador de La Libertad, que tuvo
la osadía de arrebatarle, con su movimiento Alianza para el Progreso, el sólido
norte al Partido Aprista. Este outsider, avanza como un ciclón incontenible en
las encuestas, en menos de tres meses ha acumulado cuatro puntos, habiéndose despuntado los tres últimos, y en este último mes, destronando del tercer lugar al
“invencible” candidato de mucha experiencia, del partido de Haya de la Torre,
Alan Garcia, quien actualmente se ubica en el cuarto lugar con un 6%. ¿A qué se
debe su éxito de este lucero norteño? ¿Qué es lo que hace que otros candidatos
no hacen? O acaso ¿mucho tiene que ver su procedencia?
Tengamos en cuenta cuando
analizamos al candidato Cesar Acuña, que éste desde hace muchos años ha venido
vendiendo a la población electoral peruana (consolidándose en el norte) una
imagen de ser un empresario de éxito, en el campo de la educación, tiene en su
haber ser fundador de varias instituciones educativas, esa imagen instalada en
la mente de los electores, lo llevó en dos oportunidades a ser alcalde de
Trujillo y después a ser Gobernador de la región La Libertad, como vemos
gradualmente ha ido subiendo en el escalafón de la gestión pública, como debe
ser una carrera política hacia la más alta magistratura del Estado, pero
además, este provinciano aspirante a la silla de Pizarro, al parecer tiene
acumulado mucho dinero en su entorno, que ha empezado a invertir a su anchas en
este proceso electoral, y como dice el dicho "con la plata el mono baila”, y según se anuncia en el movimiento
político que lidera hay “plata como
cancha”, la cosa empieza a funcionar. Hay que tener en cuenta que para
aspirar a ganar un proceso electoral de esta magnitud, se calcula una
inversión, según los analistas financieros de aproximadamente 10 millones de dólares.
Es decir alrededor de 35 millones de nuevos soles. Cifra astronómica para un
acto como este. Teniendo esos factores a su favor, su humilde procedencia, de
una familia pobre, sin haber tenido sus padres acceso a la educación básica, es
solo su complemento. Hay que resaltar, por otra parte que su campaña desarrolla
una organización empresarial, dentro de una economía de mercado, que se ajusta
a la relación de costo/beneficio, por lo que se trata de imponer al candidato, utilizando
todos los medios masivos de comunicación, sacándole la vuelta a la tributación,
utilizando a la universidad de su propiedad. Este nuevo escenario, donde Cesar
Acuña, candidato, es el nuevo protagonista, ha hecho variar radicalmente la correlación
de fuerzas, donde hay muchas probabilidades que sea quien pase a la segunda
vuelta con Keiko.
Alan García y Alejandro Toledo, que
registran 3%, ubicándose en la cola de los cinco primeros, tienen muy pocas
posibilidades, de remontar electoralmente, y poder pasar a la segunda vuelta. Parece
que su destino ya está echado. El camino de García, que venía minándose con los
narcoindultos, se le empeoró en obstáculos, cuando se le descubrió un plagio en
su programa de gobierno, que él mismo tuvo que aceptarlo calificándolo como un
“autogol”. Eso le hizo mucho daño. Además, los apristas cargan sobre sus
hombros el estigma de ser corruptos. Algo del cual no pueden deshacerse, a
pesar de ser expertos en el trajín político, y haber librado mil batallas
defendiéndose de este fantasma, y muchas veces saliendo muy bien librados, el
caso último lo expresa la absolución, por parte de la Corte Suprema, del ex
ministro aprista Aurelio Pastor.
Para Alejandro Toledo, la
situación es más dramática,”Ecoteva” lo sepultó de por vida, que le impuso una
imagen de “mitómano”. Ahora, ya nadie cree en él, y políticamente se puede
decir que su accionar, electoralmente, no representa nada trascendente. La
alianza que viene arreglando con el nacionalismo es vista como una actitud
desesperada. Ante el inminente peligro que ambos están corriendo, se ha visto
en la necesidad de juntarse, para poder defenderse mejor, de lo que se le
viene.
Los otros candidatos que – según
GFK- a duras penas han alcanzado el 1% son Verónica Mendoza, Renzo Reggiardo, Flores
Araoz y Julio Guzmán, cuya participación electoral en estos comicios no es
significativa en términos cuantitativos, sin embargo es de suma importancia en
el sentido que impulsa la consolidación de la democracia, expresando la
representación de las minorías.
Finalmente, se puede afirmar que
el marco conceptual del modelo económico que se viene implementado desde hace
25 años no va a variar sustancialmente, gane quien gane, de los cinco primeros
que lideran las encuestas. La política macroeconómica está garantizada, así
como el manejo fiscal y monetario. La tendencia de los candidatos es vender la
imagen que serán cada uno de ellos los que nos sacarán del enfriamiento
económico del que nos encontramos. Y serán ellos los que se propondrán a acabar
con la inseguridad ciudadana, así como con la corrupción institucionalizada. Lo
que preocupa sobremanera, en esta nueva coyuntura política- según GFK- es que
las instituciones tutelares del Estado como el Congreso de la República y el
Poder Judicial sigan totalmente devaluados, con un porcentaje de aprobación de
7%. Es decir, jalados. Esto es algo inadmisible, ya que el sistema democrático
requiere de instituciones eficientes y solventes que garanticen la justicia y la
gobernabilidad, de lo contrario ningún acto democrático, incluido el que vamos
a participar el 4 de abril, será trascendente y garantizará la estabilidad
democrática.
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