lunes, 20 de octubre de 2025

AMÉRICA LATINA ANTE LA INCERTIDUMBRE GLOBAL

 


Por: Enrique Soto Roca (*)

El futuro de la humanidad, actualmente, atraviesa un periodo de grave incertidumbre, que nos obliga de manera urgente, asumir retos y desafíos, para conjurar eminentes amenazas, que ponen en aprietos la gobernanza mundial; desestabilizando a las naciones, creando crisis económicas, financieras, políticas, sociales y de seguridad, que atentan contra el desarrollo, el progreso y el bien común global. En tal sentido, consideramos que nosotros los latinoamericanos, que vivimos en el hemisferio sur del planeta -observando con expectativa amenazante lo que viene sucediendo en el mundo- estamos llamados a cumplir un rol estratégico en el devenir histórico de este gran problema que nos mantiene a todos en ascuas, altamente preocupados. Sabiendo, a ciencia cierta, que nuestra ubicación geopolítica favorable nos permitirá implementar un rol preponderante; así como también, nuestras potenciales existencias de recursos naturales -que tanto se necesitan y están siendo demandados en estos momentos en el mercado internacional, para garantizar la transición energética y la descarbonización del planeta, en una lucha contra la inclemente crisis climática- nos ayudarán sobremanera a cumplir un rol preponderante, de suma importancia para superar estos difíciles momentos históricos globales de gran confusión que estamos padeciendo. Actuando con rigor, disciplina y firmeza ante las adversidades que empiezan a presentarse, conteniéndolas con gran imaginación, creatividad, templanza y resiliencia, ya que en el desarrollo de esas virtudes nosotros los latinoamericanos siempre hemos destacado; haciéndonos de tal manera, respetar en el concierto de la gobernanza global. Creyendo, firmemente, que nos ha llegado el momento decisivo de afirmarnos como un solo conglomerado de naciones, que tenemos profundas raíces de identidad regional, con claros y sólidos objetivos comunes, que los hemos venidos postergando -sin habernos atrevido a implementar- por más de 500 años. Pero ha llegado el momento oportuno de demostrar al mundo que nuestra región latinoamericana es capaz de contribuir acertadamente, de manera positiva, con el desarrollo global; y así poder elevar nuestra calidad de vida en el planeta, alcanzando el bienestar y la prosperidad para toda la humanidad, de manera unánime, con Justicia Social. Dando a cada quien de acuerdo a sus necesidades y exigiendo de cada quien de acuerdo a sus capacidades. Un lema de alto contenido económico y filosófico, que permitirá hacer florecer a los pueblos en un mundo libre.

¡UNIDAD ANTE LA ADVERSIDAD!

En esa visión, de unidad ante la adversidad, debemos avanzar, con consistencia inusitada, como latinoamericanos, para superar la incertidumbre global que nos acecha. Esa debe ser nuestra contribución, en base a nuestras capacidades y nuestros recursos naturales, que ofrecemos al mundo. Exigiendo - ¡qué duda cabe! - respeto y consideración, en nuestra autonomía y soberanía, que muchas veces ha sido vulnerada por las grandes potencias, con prepotencia, alevosía y ventaja. Convencidos, que las negociaciones -con los países desarrollados, más avanzados económica y tecnológicamente- no van a ser fáciles, para permitirnos hacernos prevalecer; somos conscientes de esa realidad, y la asumimos gallardamente. Sin embargo, creemos que los tiempos han cambiado radicalmente; el esclavismo, el colonialismo, el neocolonialismo, la tiranía, el autoritarismo, el despotismo, la dictadura que atentaron contra la autoestima y la integridad física y mental de miles de hombres y mujeres de la región, debe ser ya asunto del pasado, en extinción permanente. La modernidad, que se asoma, a la velocidad de una locomotora, debe impulsar la civilización y la cooperación entre las naciones, aspirando resolver nuestros más álgidos problemas como humanos, tratando de vivir en paz, en armonía; poniendo en práctica el entendimiento, la concordia, a través del diálogo y la alta diplomacia, promovida por los gobiernos responsables y democráticos de los países del mundo. Empezando a construir, de tal manera, una nueva comunidad, de hombres y mujeres, con valores de hermandad, fraternidad y solidaridad. Ese debe ser nuestro rol estratégico de aporte sincero latinoamericano, a esta grave situación de caos, de gran incertidumbre que estamos padeciendo.

Latinoamérica en medio de su diversidad étnica, lingüística, política, ideológica, expresada a través de su diversidad de gobiernos autónomos y soberanos, tiene una muy fuerte unidad de identidad regional, que aún no es consiente, que prevalece por encima de todos sus problemas, que se asienta en un pasado, con raíces profundas de una misma historia. Por eso algunos grandes pensadores visionarios e historiadores que nacieron en estas tierras la han llamado “La Patria Grande” (Ugarte, 1922). Expresando un estado de exaltación y compromiso. Demarcándola territorialmente desde el Río Bravo hasta la Patagonia. Ya que ella se proyecta a consolidar objetivos comunes -sueños ancestrales- que le garantizan estabilidad, crecimiento y desarrollo sostenido.

COORDINAR AGENDA REGIONAL ÚNICA

Siendo necesario emular tamaña grandeza que posee América Latina, para actuar en igualdad de condiciones frente a las grandes potencias, pudiendo de esa forma negociar con altura y respeto. Actuando de manera coordinada, promoviendo una Agenda Regional Única, amplia y conjunta, para hacer prevalecer nuestros intereses regionales primigenios, respetando la independencia y autonomía de cada uno de los países que la constituyen. Evitando enfrentamientos innecesarios entre países hermanos, que debilitarían la unidad, alentando el caos y la anarquía. Tratando de cerrar de tal manera, con audacia y responsabilidad creadora, el frente interno regional. Asumiendo una actitud de solidez y responsabilidad en el concierto de las naciones del mundo. Esa postura, nos permitirá tener una mejor presencia y contribución en el quehacer global, dándonos cuenta que, en los momentos actuales, de grandes convulsiones sociales, económicas y militares en el orbe, nuestra participación en el mercado global será preponderante y trascendental, siendo partícipes de una coyuntura que debemos saber aprovecharla al máximo.

En Latinoamérica tenemos países emergentes que han podido lograr un escalamiento de desarrollo económico significativo, que han alcanzado ingresos considerables, teniendo como termómetro de medición sus referentes macroeconómicos, como México, Brasil, Chile, Argentina, Colombia, Uruguay y Perú principalmente, que han sabido sobreponerse a los desafíos socios-económicos y han logrado salir adelante, en base a su creatividad, esfuerzo e innovación. A pesar de los reveses padecidos, producto de sus conflictos internos.

MÉXICO DUPLICARÁ SU INVERSIÓN EXTRANJERA

En tal sentido, estudiosos del quehacer regional latinoamericano, consideran que México (país que ocupa el segundo lugar como nación, emergente en la región, después de Brasil) por ser vecino inmediato de Estados Unidos, primera potencia mundial aún, consideran que está mejor ubicado geopolíticamente, que los demás países de Latinoamérica , que le permitiría seguir creciendo aceleradamente, con una capacidad increíble para poder atraer capitales; pudiendo duplicar su inversión extranjera directa en los próximos años. Posesionándose como el único país en la región capaz de proveer al territorio norteamericano, constituyéndose en su principal proveedor. Pudiendo convertirse -en las siguientes décadas- en una potencia mundial, sacando provecho oportuno a la guerra comercial que mantiene EEUU y China.

Esto, debido a la reconfiguración global de las cadenas de suministros, impulsado por Washington, con el propósito de disminuir su dependencia de China y de Asia en general. Garantizando el abastecimiento en sectores críticos como la farmacéutica, los semiconductores, la tecnología médica y la electromovilidad. Teniendo ventajas competitivas: Casi el 90% del comercio bilateral con EEUU se realiza libre de aranceles, una condición sui generis que no se replica en otros tratados comerciales firmado con la Casa Blanca. México, tratando de cooperar con EEUU, sin dejar de exigir respeto a su autonomía, soberanía e independencia, ha logrado acentuar la credibilidad del país, tratando que el gobierno mexicano lograra intensificar las suspensiones a empresas importadoras de Asia, especialmente de China y Vietnam, que operan de manera irregular. Sin embargo, todo no es color de rosa, EEUU amenaza constantemente ingresar a territorio mexicano, implementando operativos militares, con el propósito de dar caza a los líderes del narcotráfico, que allí se guarecen, según manifiestan sus servicios de inteligencia como la CIA. Principalmente, a los operadores narcotraficantes del «Cartel de Sinaloa», organización clasificada como terrorista. Desatándose una psicosis de magnitud monumental en la frontera. Asimismo, hay que tener en consideración, como sostiene Pedro Baños, en su libro «Así se domina el Mundo» (Baños, 2017) que, a Washington, no le conviene que México crezca demasiado, salvo que tenga una relativa estabilidad como país. Pero; cuida, sobremanera, que no progrese tanto y llegue a convertirse en un frente competidor.

BRASIL EL COLOSO DEL SUR

Por su parte, Brasil, el gigante de la región latinoamericana, a pesar de su influencia europea portuguesa, tiene un profundo arraigo de identidad con los países de la región. Tal es así, que hay proyectos conjuntos gigantescos para impulsar el desarrollo en Latinoamérica, como es, la construcción de la mega obra del Ferrocarril Bioceánico, (que, partiendo del puerto de Do Santos, en Brasil, llegará hasta el mega puerto de Chancay, en Perú, para luego conectarse en 22 días con el puerto de Shanghái, en China; el terminal marítimo más grande del mundo), uniendo, de tal manera, Latinoamérica con el Asia, a través de la Cuenca del Pacífico. Un evento histórico de gran trascendencia, que revolucionará el comercio internacional, teniendo como plataforma nuestra región. Lográndose llevar y traer mercancías a gran escala, en un movimiento comercial internacional gigantesco; disminuyendo costos operativos, ahorrando tiempo e incrementando rentabilidad a los operadores. Promoviendo el empleo. Asimismo, estaremos creando las bases sólidas, sostenibles de conexión con el Asia, a donde exportaremos -en gran escala en los próximos años nuestra producción- principalmente alimentos, constituyéndose la región latinoamericana, en la despensa del mundo, a través del desarrollo de la agroexportación, que ha empezado a crecer de manera vertiginosa, empleando la tecnología.

Llegaremos al Asia, sin utilizar las vías tradicionales, como el Canal de Panamá o dándonos la vuelta por el Estrecho de Magallanes, perdiendo recursos económicos y tiempo. Abriendo de tal manera un nuevo ciclo, que avanzará a gran velocidad, de intercambio de bienes y servicios, en la historia de la humanidad; que, con el apoyo del avance de la tecnología, a través de la investigación científica, arribaremos a niveles impredecibles de producción y productividad. Convirtiéndose Latinoamérica en una región codiciada, altamente competitiva.

En esa dirección de desarrollo mundial, nuestros recursos naturales críticos, principalmente materias primas minerales, jugarán un rol estratégico en el crecimiento económico global, garantizando nuestra preponderancia en el mercado internacional. Brasil, entiende muy bien esta coyuntura, al estar bien posesionado para beneficiarse de la descarbonizacion mundial, dada su competitividad en sectores estratégicos, como los biocombustibles, la minería y la agricultura, según lo manifiesta, Luis Henrique Guimarães, consejero y expresidente de COSAN (World Economic Forum, 2024). Añadiendo, que las inversiones proceden del sector privado, pero el gobierno brasileño está facilitando las inversiones con recientes normativas sobre la transición energética, el hidrogeno y el mercado del carbono; lo que permite el crecimiento y la creación de puestos de trabajo de alta calidad.

DIÁLOGO Y ALTA DIPLOMACIA

La región latinoamericana, en esta singular coyuntura global de zozobra y gran incertidumbre, sumergidas en una guerra arancelaria sin cuartel, promovida por la administración norteamericana de Donald Trump -con el propósito de proteger su statu quo e imponer a raja tabla su hegemonía dominante en el mundo- tiene la oportunidad de asumir grandes retos y lograr alcanzar el desarrollo, anhelado por tantos años. Superando los reveses que se nos presentan de manera constante en la región. Sabiéndonos manejar con sabiduría y prudencia ante las amenazas desproporcionadas que parecen querer aniquilarnos. Teniendo como principio, evitar al máximo los enfrentamientos militares, que en estos momentos están en boga en diversas partes del mundo, generándose focos tenebrosos de tensión bélica, que están costando miles de vidas y desaparecidos. Creando hambre, miseria y desolación. Estos eventos, en nuestra región deben ser superados, evitando neutralizarlos, cuando pretendan asomarse. Utilizando -volvemos a insistir- el diálogo, expresado profesionalmente en el uso correcto de la alta diplomacia. Buscando el entendimiento civilizado y la comprensión.

EL TRIÁNGULO DEL LITIO

Por otra parte, Chile, Perú, Bolivia y Argentina constituyen una reserva estratégica de dimensiones impredecibles, con gigantescos depósitos de commodities, principalmente, materias primas criticas (MPCs). Productos naturales escasos y de gran demanda en la actualidad. Por lo que, los grandes países industrializados -necesitados de estos recursos- han puesto la mirada en nuestras tierras, en los países del sur global. Radicando allí nuestras expectativas para poder lograr alcanzar el crecimiento económico que tanto necesitamos en un futuro próximo.

En tal sentido, el comercio global, empieza a concentrarse principalmente en la compra y venta de las materias primas críticas, que están constituidas por los minerales estratégicos y las tierras raras. En esa dirección, Latinoamérica toma una ventaja competitiva extraordinaria, que los gobiernos de la región deben saber aprovecharlo. Tenemos reservas de litio y cobalto, esenciales para la fabricación y abastecimiento de las baterías. Necesarias para la industria de la electromovilidad.  Así como, germanio y galio empleado en los microchips. Asimismo, el cobre y el oro, son metales críticos que juegan un papel determinante. Siendo Chile y Perú los principales países, de América del Sur, productores de cobre en el mundo. Teniéndose entendido que la producción de un coche eléctrico demanda cuatro veces más cobre que la producción de un vehículo a combustión. Por lo que la demanda del cobre está superando tremendamente a la oferta, creando un desequilibrio que irá en aumento en los próximos años, en la medida que avance la transición energética en el mundo. Disparándose los precios internacionales de los minerales de manera continua. Por ello el oro y el cobre están continuamente al alza. Eso nos favorece tremendamente.

Perú, por su parte, es el número uno como productor de oro en Sudamérica y el octavo en el mundo. Calculándose sus reservas alrededor de 2,500 toneladas métricas finas (TMF) (Moscoso, 2025). Esto nos permite -como latinoamericanos- tener una posición de ventaja en nuestra participación en el mercado mundial, que tenemos que saber negociar, para fortalecer nuestra economía. Esa es la gran preocupación que tienen los países desarrollados, que necesitan a gran escala el suministro de estos productos imprescindibles para garantizar su producción y seguir manteniendo su economía y poder hegemónico en el mundo. Habiendo considerado la adquisición de estos minerales, como parte de su seguridad nacional, según su escala de valoración estratégica de protección.

Asimismo, teniendo en consideración que la demanda de litio podría aumentar vertiginosamente para el año 2040. Incrementándose aproximadamente en 40 veces la necesidad actual, si el mundo avanza aceleradamente, cambiando rápidamente del uso de los vehículos a gasolina por los eléctricos, volviéndose el insumo altamente codiciado, quienes lo posean tendrían una brillante oportunidad para mejorar ostensiblemente el crecimiento de su economía y lograr un progreso sostenido. Ubicándose en una posición privilegiada, para llevar adelante negociaciones efectivas. Esa oportunidad la puede explotar racionalmente Latinoamérica, a través de sus repúblicas de Argentina, Chile y Bolivia, donde se tiene conocimiento de la existencia de este suministro en depósitos en grandes proporciones, llegando a denominarse en el mercado global como el Triángulo del Litio. Una zona geográfica muy codiciada por la industria tecnológica de los países desarrollados. Bolivia la lidera, constituyéndose como la primera reserva más grande de litio en el mundo, seguido por China.

PERÚ, PROMUEVE LA AGROEXPORTACIÓN

Por otro lado, el Perú, una nación ancestral en el quehacer minero, líder en el mercado mundial de los commodities, con reservas extraordinarias de minerales críticos, que las poseemos en las alturas de nuestra serranía, en La Cordillera de los Andes. Tal es así que Perú, produce 8 de los minerales estratégicos críticos (cobre, hierro, plomo, molibdeno, plata, zinc, indio y grafito), de los 17 que se necesitan para garantizar y hacer realidad la transición energética en el mundo.  Asimismo, el Perú está bien ubicado geopolíticamente, para ser puerta de entrada a Sudamérica en una conexión directa con el Asia. En esa dirección, contamos con un Hud portuario en Chancay, un Mega Proyecto -construido con capitales chinos, que entró en movimiento a finales del   año pasado- y que proyecta mover un millón de contendedores anualmente. Siendo elegido el Perú por China como uno de sus principales socios comerciales.

Por otra parte, Perú está empezando a tener fuerza inusitada con el desarrollo de la agroindustria exportadora. Poniendo especial atención a la ampliación de la frontera agrícola, que aún no se le da la atención debida. En ese camino, se ha promovido en los últimos meses negociaciones de gobierno a gobierno, en el sector agrario y de riego, con el Japón. Lográndose concretar un contrato de concesión para que el país asiático logre sacar adelante el proyecto Majes Siguas I, II y III, en la región sur de Arequipa, de manera integral, permitiendo recuperar de manera inmediata 30 mil hectáreas, útiles para la agricultura, que deberán ser incorporadas al cultivo. Asimismo, se encargará de la construcción moderna en infraestructura hidráulica, expresada en canales de regadío y represas. Así como la generación de energía hidroeléctrica. Y transferencia de tecnología. Esta actitud positiva y de cooperación por parte de país japonés, es parte de una avanzada estratégica, del país nipón, para contrarrestar la penetración en la región, de China. Ya que Japón busca una influencia económica estratégica en América del Sur. Viene para quedarse, y así poder ver otras oportunidades de inversión para enraizarse en América del Sur. Impidiendo el avance del gigante asiático. Situación que a nosotros los latinoamericanos nos interesa sobremanera. Ya que todo lo que beneficie a nuestros pueblos debe ser bienvenido. Siendo pragmáticos, buscando siempre el bienestar general de nuestras naciones de la región.

Por otro lado, los arequipeños vienen trabajando a la velocidad de una locomotora. No solamente impulsando la producción de la industria Minera y la agricultura, sectores que empiezan a desarrollarse arrolladoramente, generando prosperidad en el departamento; sino que ahora han puesto en marcha la consolidación del Mega puerto de Corío, con una proyección del doble de inversión de lo que significa Chancay. Considerando que la fuerza de la infraestructura portuaria marítima es determinante para el desarrollo del comercio mundial. Teniéndose en cuenta que el 90% de las mercancías que se movilizan en el planeta utilizan este medio de comunicación. Y con el propósito de equilibrar fuerzas e influencia en el país inca, se tiene conocimiento que empresas estadounidenses estarían interesadas en llevar a cabo la colosal obra, para compensar el avance chino en Chancay. Como podemos darnos cuenta la competencia por los mercados es intensa. Y, Latinoamérica es parte importante de ese proceso global.

UN AEROPUERTO DE CALIDAD INTERNACIONAL

Perú, como parte de la región Latinoamérica, avanza lento pero seguro, en medio de un sin número de problemas internos -principalmente de índole política y de seguridad, con una crisis de ese orden que arrastra desde hace más de ocho años-. Sin embargo, acaba de inaugurar un moderno Mega Aeropuerto Internacional; uno de los mejores del mundo, que lo catapulta y hace crecer la confianza como país moderno en navegación aérea. Desarrollando buenas relaciones con todas las principales potencias, que son parte de un mundo multipolar. No tiene ningún contratiempo en su relación diplomática, de respeto y alta envestidura, tanto con EEUU, China, Rusia, India, Japón, etc. Generando una cooperación mutua que permita el acercamiento solidario de nuestros pueblos.

En este estudio que estamos desarrollando, es necesario tener en consideración la diferencia de gobiernos e ideologías que existen en algunos países que constituyen la gran familia latinoamericana y caribeña. Como es el caso de Cuba, Venezuela, Colombia, Nicaragua, Chile, Bolivia, México y Brasil. Sosteniendo enfáticamente que somos promotores del quehacer político democrático. Sin embargo, somos respetuosos de la autodeterminación de los pueblos. Actuando con tolerancia diplomática. Reconociendo la capacidad de construir y decidir su destino. Creemos en la Unidad Latinoamericana en base a la diversidad de regímenes y gobiernos que existente en la región. Declarándonos abiertamente en contra del totalitarismo, el fascismo y la tiranía; asumiendo una lucha frontal contra la corrupción. Haciendo prevalecer el Estado de Derecho Internacional, que supone la defensa de los Derechos humanos, no solo en la región, sino en todo el mundo.

Latinoamérica, lo sostenemos con mucho optimismo, vive una coyuntura favorable, en estos momentos, que la trasladará -si lo sabemos manejar con sapiencia- hacia el desarrollo y el progreso. La situación que padecen la mayoría de nuestros países pobres, como los centroamericanos y caribeños, como Cuba. Otros, de mando medio, como algunos sudamericanos, que se esfuerzan por salir del subdesarrollo, puede cambiar radicalmente, en esta nueva coyuntura que nos ofrece el mercado global. Una oportunidad brillante, con los altos precios de los commodities. Aún, en medio de gran incertidumbre y zozobra. «Cuando la noche está más oscura es que se acerca el amanecer», sostiene la sabiduría popular.

SALGAMOS DE LA POBREZA, ALCANCEMOS EL DESARROLLO

Quién puede negar ¡sería un iluso!  que en la región han vivido nuestros pueblos por muchos años en medio de grandes desigualdades económicas, llena de injusticias, que han mantenido a la mayoría en la pobreza. Alejados de la satisfacción de las principales necesidades básicas como seres humanos dignos. Viviendo sin luz eléctrica, sin agua potable ni alcantarillado. Sin atención primaria en la salud. Alejados de la educación básica. En fin, abandonados a su suerte. ¡Sálvese quien pueda! Eso ha generado resentimiento en algunos sectores que convulsionaron y convulsionan socialmente el orden social y la gobernanza. Creando inestabilidad política, económica y social, que empeora la situación que se padece. Hemos vivido tiempos difíciles, a lo largo de nuestra historia: enfrentamientos, pugnas y luchas intestinas que nos llevaron a enfrentarnos entre hermanos. Sin embargo, los tiempos han cambiado radicalmente, como lo hemos manifestado anteriormente. Los pueblos han madurado, y ahora se avizora un nuevo amanecer, donde estamos obligados a vivir en armonía, en concordia, cooperando y siendo solidarios. América latina, ingresa a un nuevo ciclo de recuperación económica, social y política autentica, en función de la ventaja geopolítica y nuestros recursos naturales que tenemos para negociar con el mundo, exigiendo soberanamente lo que nos corresponde.

En los tiempos actuales que estamos viviendo, las naciones, exacerban los nacionalismos, que no es otra cosa que la protección cerrada de sus propios intereses. Algo que podría verse como razonable en una coyuntura de gran incertidumbre que padecemos. Sin embargo, es una actitud que los gobiernos latinoamericanos deben tener bien presente cuando negocien tratados internacionales y contratos económicos con sus pares de otras latitudes. Sin correrle a las grandes inversiones internacionales directas que puedan venir a cualquier país de la región, aceptándolas con sagacidad y prudencia, los gobernantes nativos beberán actuar con mucho tino. Pensando siempre que algo se puede esconder en nuestra contra, pretendiendo hacernos daño. Y, decimos esto, porque vemos como las grandes potencias en su afán de ganar el mercado latinoamericano, con más de 650 millones de consumidores, y pletórico de recursos naturales que pueden ser explotados, pretenden consolidar su presencia en nuestras tierras, queriendo hacer negocios con nosotros. Estando disputándose el espacio geográfico, principalmente, -poniéndole mayor atención en este estudio, a EEUU de Norteamérica y la China-. Dos gigantes, económicos y financieros, que recorren y sacuden el mundo con el propósito de influirlo y controlarlo. Disputándose la hegemonía global.

SOMOS PAÍSES SOBERANOS E INDEPENDIENTES

Por muchos años, la mayoría de los países de América Latina, desde que dejaron de ser colonias de España y Portugal, dependieron política y económicamente de Washington. Considerándonos vulgarmente como su patio trasero, como una forma de afirmar su poder y dominio. Sin embargo, en las últimas décadas, debido al deterioro de su economía, que promovió el crecimiento de su deuda, alcanzando el nivel de su PBI. Así como el déficit de su Balanza Comercial: Mas importaban que exportaban. Esta situación estaba poniendo en aprietos su estabilidad económica y financiera. Quedándole, solamente como soporte, su poderío militar. Esa realidad sui generis hizo que Wasington descuidara la inversión directa en la región. Abandonándola.  Dejando de promover su desarrollo.

Es en ese periodo de tiempo -de letargo y contracción de la economía estadunidense- que se inicia en la década de los 80, empieza el surgimiento del gigante asiático. Es decir, en la últimas cuatro décadas aproximadamente, empieza a crecer China, que como una locomotora -sedienta de mercados- comienza a recorrer el mundo, seduciendo a grandes empresas trasnacionales para que vengan a invertir en el país oriental. Otorgándoles grandes incentivos, como mano de obra barata. Logrando su objetivo de manera abrumadora. Mil 300 millones de chinos se ponen en movimiento y sacuden el mundo.

Por esos años, empieza una nueva era del despertar apasionado en el país asiático. Deng Xiaoping, estadista y líder chino, motivó a sus paisanos a ingresar al desafiante mundo de hacerse ricos: «Hacerse rico es glorioso». Arengaba por doquier. Empezando al mismo tiempo a implementar profundas reformas.

250 MIL MILLONES DE DÓLARES PARA AMÉRICA LATINA

Con el ambicioso propósito de hacer negocios en la región Latinoamericana, hace diez años, aproximadamente, China se trazó el objetivo de invertir 250 mil millones de dólares en esta región del Hemisferio Sur. Y vaya que lo ha conseguido con creces. Logrando sus objetivos. En el Perú, solamente, sus inversiones sobrepasan los 30 mil millones de dólares, convirtiéndose en el principal socio comercial del país andino. Desbancando de este puesto a Estados Unidos. En Brasil, China, viene invirtiendo aproximadamente 90 mil millones de dólares. Siendo este país el primer destino de capitales del gigante asiático en Latinoamérica. En Venezuela, sus inversiones directas ascienden a 60 mil millones de dólares, entre el 2005 y 2023. Apalancando sectores estratégicos como energía e infraestructura. Además, tiene inversiones menores en otros tanto países de nuestra región, como Chile, con quien firmó un Tratado de Libre comercio (TLC) en el año 2006, consolidando su relación formal y diplomática. También, sus inversiones en Ecuador, Colombia y Bolivia, le permiten garantizar una presencia significativa en el quehacer económico y financiero de la región (Soto, 2025, pág. 200).

Se tiene conocimiento, que hasta finales del 2023, la inversión directa acumulada de China en la región Latinoamericana ascendió a 600 mil 800 millones de dólares. Y el comercio bilateral, en 2024, superó los 518,400 millones (Salazar, 2025).

Hay que tener presente que en las tres últimas décadas China no ha parado de crecer. Desde el 2000 al 2011, el país asiático creció 10% de manera continua y sostenida. Toda una proeza. Sin embargo, entre el 2012 y 2014, fue afectada en su crecimiento, debido al proceso de desaceleración económica mundial que padece occidente. Registrando, en ese periodo un crecimiento del orden de 6% y 7% anual. Nada despreciable.

Asimismo, se confirma un impresionante crecimiento económico de China, en las inversiones, el comercio y el financiamiento en Latinoamérica, en los últimos años, superiores a las que provienen de Estados Unidos de Norteamérica. Sacándole una ventaja competitiva enorme, que debilita significativamente su liderazgo de Washington en la región (CEPAL, 2023).

El gigante asiático está concentrado en generar fuerte influencia económica y financiera en Latinoamérica. Para ello promueve agresivamente el comercio internacional, a través de la Cuenca del Pacífico. Siendo parte de las 21 economías más poderosas que constituyen el APEC. Así, como invirtiendo en grandes proyectos de infraestructura, que permitan ganar eficiencia en la conectividad, para facilitar el desarrollo conjunto. Implementado una nueva forma de desarrollar el crecimiento económico de las naciones. Tal es así, que varios países de la región están comprometidos en su Plan Estratégico de crecimiento mundial, puesto de manifiesto en «La Franja y la Ruta». Más conocida como la Nueva Ruta de la Seda.

EEUU. RUGUE COMO UN LEÓN DESESPERADO

Por su parte, Estados Unidos de Norteamérica, trata de reubicarse ante esta nueva realidad geopolítica, tratando de no perder su influencia en la región. Habiendo desatado una guerra comercial en torno a los aranceles; haciéndolo subir a algunos productos, en algunos países, de manera desproporcionada. Castigando severamente a China, principalmente, y de manera última a India (en cuanto al comercio del petróleo) y Brasil (por el problema Bolsonaro). Esta situación, naturalmente, afecta sobremanera, a América Latina. No queriendo reconocer, la administración Trump, que hay nuevos competidores en el mercado global. Existiendo actualmente una multipolaridad, necesitándose de ese modo, en las actuales circunstancias, la cooperación, para poder hacer frente a la desaceleración económica mundial. Y atacar, de manera urgente, los graves problemas que afectan al planeta. Aceptando, las reglas de libre mercado, impuestas por un modelo capitalista democrático, las que están en juego.

Por otra parte, se vuelve sensible y bastante delicado nuestra relación regional con Rusia, en el contexto global. A pesar que las relaciones entre Rusia y América Latina han sido pragmáticas, enfocadas en cooperación militar, energética y política. Sin embargo, el conflicto en Ucrania -que está superando los tres años-, ha generado una mayor presión internacional sobre estos vínculos con los países Latinoamericanos. Intentando mantener una posesión neutral para evitar sanciones occidentales. La influencia de Rusia en la región sigue siendo un factor relevante en la reconfiguración del Nuevo Orden Económico Mundial. En este contexto, la pregunta clave seria si la región debería seguir profundizando sus lazos con Rusia o si el costo diplomático de esta relación podría ser mayor que los beneficios económicos y militares (Boada, 2025).

EL CARIBE EN LA ENCRUCIJADA…

Por otra parte, la tensión militar desatada en el mar caribe -con el desplazamiento de destructores, submarinos, con cabezas nucleares, y más de cuatro mil soldados a bordo, fuertemente armados-  promovida por la administración Trump, tratando de dar caza a narcotraficantes, que según manifiestan, se esconden en Venezuela, siendo parte del Cartel de los Soles, y que tienen como jefe a Nicolás Maduro, considerándolo líder de la organización criminal; constituyéndose una amenaza para la seguridad norteamericana. Esta situación, es vista por los entendidos, como una amenaza flagrante a nuestra región Latinoamericana, que va más allá de mera persecución criminal. Ya que en ese enfrentamiento compromete la estabilidad social, política económica y militar de dos hermanas republicas Sudamericanas, como son Venezuela y Colombia. Al margen de los hombres, hay que defender a los pueblos. Si hay hombres corrompidos, pues no queda otra alternativa que castigarlos, dentro del marco jurídico y aplicando el derecho internacional. Pero, no poniendo en jaque el desarrollo y la estabilidad de toda una región. Somos latinoamericanos, y estamos en todo nuestro derecho de ejercer soberanía y jurisdicción. Una invasión, en la actualidad, a Venezuela o Colombia, por parte del ejército estadounidense sería visto como una agresión a toda la región y por tanto calificado como un acto bochornoso y deleznable. Cometido con alevosía, premeditación y ventaja, que ningún latinoamericano de corazón lo compartiría. Así como tampoco estuvimos de acuerdo cuando el gobierno venezolano amenazaba anexarse la región de la Guyana, considerándola un atropello, que perturbaría la tranquilidad pacifista que promovemos los sudamericanos. Somos demócratas y nos ratificamos en la defensa de la autodeterminación de los pueblos, con soberanía y libertad.

(*) Periodista

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