Por: Enrique Soto (*)
La noche del lunes pasado,
después de más de cinco horas de intenso y a veces acalorado debate, la
Representación Nacional, con la asistencia de 116 parlamentarios, censuró al
Consejo de Ministros presidido por Ana Jara con 72 votos a favor, 42 votos en
contra y 2 abstenciones. Hecho que no se registraba en el quehacer político
nacional desde hace más de cincuenta años. La última vez que se censuró a un
gabinete fue el año de 1963, en el primer gobierno del arquitecto, Fernando Belaúnde
Terry.
JUEGO DEMOCRÁTICO
Es el juego de la democracia,
donde se pone a prueba la fortaleza de las instituciones y el equilibrio de
poderes en una nación. Esta actitud política no es mala, pero abusar de ella
tampoco es bueno. Es una forma de llamar la atención cuando algunos asuntos del
estado están marchando mal.
En esta nueva coyuntura política
el Presidente de la República, según la Constitución del Estado, tiene 72
horas, a partir de la tacha, para aceptar la renuncia de sus ministros y
remozar el gabinete. Si ésta fuera nuevamente censurada, el presidente tiene la
facultad de disolver el Congreso y convocar a nuevas elecciones.
¿QUIEREN DESESTABILIZAR EL PAÍS?
Vayamos al fondo del asunto. ¿Qué
ha pasado para que el gabinete Jara sea censurado y toda la oposición cierre
filas contra el gobierno? ¿Quieren desestabilizar al país políticamente como
dicen algunos representantes del nacionalismo? ¿Quieren derribarse al gobierno
para adelantar las elecciones generales? Creemos que ni lo uno ni lo otro. No
se quiere desestabilizar el país, ni derribarse al gobierno. Eso a nadie le
conviene. Y la oposición no es tonta, como para cavar su propia tumba, dentro
de un país que avanza vertiginosamente en su macroeconomía, y que este año
volverá a liderar el crecimiento económico en la región. Lo que sucede es que
el humalismo (léase la pareja presidencial) ha generado con su propio accionar
deficiente, en base a su escasa inteligencia y capacidad política, por falta de
experiencia en el arte de gobernar, una coyuntura favorable, desde el punto de
vista electoral, para que la oposición empiece a moverse como pez en el agua y
logre acumular fuerzas e incrementar su poder. ¡Vaya que lo está logrando!
EL FUJIMORISMO AVANZA
Esta censura ha sido un rotundo
triunfo del fujimorismo en primer término, seguido del Apra y el PPC, y todos
los demás grupos que han logrado subirse al bus de la oposición, levantando la
bandera real y sólida de oponerse y no tolerar que los Servicios de Inteligencia del Estado Peruano (DINI), estén
reglando a personalidades, llámese políticos de oposición, militares,
empresarios y periodistas, que fue el último destape que se filtró en la
prensa, generando en los últimos días una crisis política que el gobierno
nacionalista no lo supo manejar con eficiencia por más que la ministra Jara
desembarcara al estado mayor de la DINI. Esto no fue suficiente.
CUIDADO CON LA SOBERBIA
La soberbia y la arrogancia son
malas consejeras, porque no parten de un análisis de la realidad. De allí los
fatales resultados.
Ha sido un error gravísimo que la
ministra Jara se inmole. No había necesidad. Le hubiera ido mejor renunciando y
no pasar por esta deshonra. Ahora esta nueva coyuntura va a tener sus
consecuencias. Primero asistimos a presenciar un gobierno arrinconado, sin
voluntad de acción e iniciativa. Es decir, empezamos a presenciar un gobierno
derrotado, frente a una oposición triunfante, fuerte y poderosa. Ahora no le
queda otra cosa al nacionalismo para revertir, en parte, esta grave situación y
terminar sin aspavientos los meses que le quedan de su gestión, que bajar al
llano y pisar tierra con humildad, sinceridad y transparencia, haciendo del
Diálogo Nacional, un instrumento real de buscar consensos. El oficialismo tiene
la obligación de realizar acciones creíbles que generen confianza, y eso no lo
van a lograr diciendo que lo quieren desestabilizar políticamente, que los
quieren tumbar, que esta censura va a impedir que se les alcance ayuda a los
damnificados por las inundaciones y huaycos, que la oposición apunta a
desalentar el crecimiento económico y a ahuyentar las inversiones, porque eso
no es cierto.
UN GABINETE DE CONSENSO
Lo que le corresponde hacer ahora
al oficialismo, es sacarle el máximo
provecho a la designación del nuevo gabinete, llamando a personalidades
independientes con solvencia moral y capacidad política, y dándoles autonomía y confianza para que acompañen el final
de su gestión, sin intensión de utilizarlas. Es decir, armar un gabinete de
consenso, que inspire confianza.
Asimismo, hacer públicamente una
catarsis de autocrítica, reconociendo errores, pidiendo disculpas y dando una
imagen real de querer enmendarlos. Porque de lo contrario, la situación se le
va a seguir poniendo color de hormiga, teniendo en cuenta que estamos entrando,
cada vez con mayor fuerza -la censura no estaba exenta de esta situación- a
un periodo electoral, en la que muchos
aspiran ser presidente y congresista, y que están dispuestos a hacer todo lo
necesario por alcanzar ese objetivo. Por lo que la situación no va a estar
fácil, sino muy reñida.
En esa misma dirección somos reiterativos en la
instauración del Diálogo Nacional, como una herramienta necesaria para superar
conflictos. Es necesario que nos entendamos y nos reencontremos.
(*) Periodista
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