Por: Enrique Soto (*)
Se viene con el 2015, en el quehacer político nacional, una
incesante lucha por la acumulación de poder, después de haber vivido los
peruanos, el año 2014 sin expectativas y totalmente desacelerado
económicamente, quebrándose nuestro proceso de crecimiento continuo promedio de
7% de nuestro PBI. Nos encontramos al borde del inicio de parte de nuestra
“clase política” –si acaso la tenemos- de una despiadada carrera electoral,
rumbo a la presidencia de la república en el 2016, y a ocupar los nuevos
curules de la representación nacional en el Congreso de la República.
El gobierno humalista tuvo la oportunidad de hacer una
gestión con justicia e inclusión social, con desarrollo y prosperidad, elevando
la calidad de vida para todos los peruanos. Tuvo el apoyo necesario y
suficiente de todos los sectores principalmente pobres y marginados, que inicialmente
creyeron en su programa político de “La Gran Transformación” y luego aceptaron
su flexibilización táctica expresada a través de la hoja de ruta.
Sin embargo, a tres
años y medio de gestión, y a pocos meses de terminar su mandato, nada
trascendente, que la historia pueda registrar, se ha hecho en favor de los más
necesitados. Perdiéndose una gran oportunidad de trascender, dejando pasar los
primeros mejores años del siglo XXI, que tuvo nuestra patria.
En tal sentido se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que
la salud y educación, se hallan en una situación de total abandono, floreciendo
la corrupción, la delincuencia (léase inseguridad ciudadana) y el narcotráfico. Tenemos una economía desacelerada, por no reaccionar a tiempo y de manera
eficiente con programas contracíclicos de envergadura, porque tenemos una
macroeconomía sólida y robusta, dispuesta a embestir cualquier desajuste
financiero, ya sea por efecto interno
y/o externo, ya que nuestras Reservas Internacionales Netas (RIN) son
considerables y nuestras deudas públicas están saneadas, estando además muy
bien vistos en el sistema financiero internacional. En tal sentido, ya no somos
el país de la década de los 80. Esta situación de crisis que vivimos ya es
historia. Por lo que este proceso de desaceleración económica que hemos
padecido el 2014 no se justifica, a no ser por la incapacidad política de
nuestros gobernantes, carentes de visión estratégica de desarrollo.
Antes que comience un enfrentamiento sin cuartel entre los
grupos políticos para decidir quién gobernará el país a partir del 2016,
debemos reivindicar a los más pobres y necesitados. Ellos también deben ser
favorecidos, si en verdad queremos consolidar nuestro crecimiento económico
sostenido. No solamente pensando en el crecimiento y beneficio de la gran
empresa y el gran capital, disminuyendo los impuestos que están obligados a
pagar, sino generando sostenibilidad en la población con la atención de la
salud y educación. Asimismo, se debe corregir inmediatamente la ley que
maltrata a la juventud trabajadora recortándoles sus derechos laborales, por
ser inconstitucional. Los derechos laborales adquiridos son irrenunciables.
Por otra parte, debemos de lanzar una gran ofensiva el año 2015,
para resarcir en algo lo que no se hizo en años anteriores de este gobierno, en
lo que respecta a la atención en salud, con una reforma integral en el sector,
que tenga como prioridad una atención efectiva y humana a los pacientes, no
está demás decir: a los más necesitados carentes de recursos. Y eso pasa
necesariamente por consolidar la infraestructura hospitalaria y extenderla a lo
todo el territorio nacional. Así como implementarlas con medicamentos y
recursos humanos profesionales.
También es necesario lanzar una gran ofensiva el año 2015, en
el sector educación. Ya que solo la educación, de manera principal, va a ser el
sostén estratégico que va a garantizar el crecimiento económico sostenible.
Sino preparamos a la niñez y a la juventud educándola con los conocimientos y
técnicas necesarias, los esfuerzos que hagamos por afirmarnos económicamente no
tendrán sustento y habrán sido en vano. Por eso, debemos de promover la
creación acelerada de escuelas y colegios, con profesores dignos de ser llamados
maestros, que eduquen con amor y devoción, que hagan de su profesión un
apostolado, y que sean bien remunerados.
Asimismo, no debemos descuidar nuestra infraestructura de
comunicación terrestre, como nuestra modernización de todos los puertos y
aeropuertos, haciéndolos los mejores de la región latinoamericana, con
capacidad de proyectarnos a interactuar con Asia. Que nuestros puertos sean la
puerta de entrada y salida hacia el gran continente asiático. Seamos
visionarios, apuntemos al desarrollo futuro de la humanidad.
La salud, la educación, la infraestructura terrestre,
portuaria y aeroportuaria, son sectores que deben ser atendidos de manera
inmediata por ser urgentes. Y esto solo va a ser posible sosteniendo el aumento
de la inversión pública, así como promoviendo la inversión privada que este año
2014 cayó considerablemente. Asimismo, impulsando los proyectos de inversión
público-privados. Las fortalezas de nuestros indicadores macroeconómicos
garantizan que esta agenda sea atendida.
Es más, para que todo esto sea posible es necesario resolver
y/o amenguar los graves problemas de corrupción, seguridad ciudadana y
narcotráfico. Ya que sin la atención a estos males va a ser muy difícil el
avance hacia el desarrollo.
En tal sentido, la actitud de nuestros políticos y
gobernantes frente a estos graves problemas es crucial. Siendo necesario poner
las cosas en claro y actuar con transparencia antes que se encienda la pradera
y se agudice la situación generando inestabilidad gubernamental, democrática e
institucional. Hay que tener en cuenta que tenemos una gran debilidad en
nuestras instituciones.
El gobierno central tiene que tomar la iniciativa y la
decisión este 2015 de reorganizar el gabinete, para poner paños fríos a la
caliente situación en la que se encuentra, considerando en este proceso cambiar
a los ministros de Justicia, Daniel Figallo y al de Energía y Minas, Eleodoro
Mayorga. Uno por querer defender de manera indirecta a Martín Belaúnde Lossio,
quien está prófugo de la justicia y el otro por favorecer a una empresa
transnacional, en la que trabajó como asesor, con una concesión. Situaciones
que colindan con la corrupción. Acto seguido, debe pedirle al Ministro del Interior,
Urresti que sea menos exhibicionista, más efectivo, que cumpla con su papel real,
para el que ha sido nombrado y que deje que los altos mandos de la PNP, cumplan
con su trabajo. Es decir, que sea consciente que a la delincuencia él solo no
va poder pararla, por más buena voluntad que tenga. Asimismo, debe de
pronunciarse porque el Fiscal de la Nación, Carlos Ramos Heredia, primo de la
esposa del Presidente de la República, investigado junto con el ex Fiscal de la
Nación, Peláez, porque según parece ambos, apoyaron la gestión del presidente
regional de Ancash, César Álvarez, hoy preso acusado de corrupción y de ser
jefe de una banda criminal que asesinó al consejero de oposición, Ezequiel Nolasco,
quien denunciaba de manera continua sus fechorías, sin que el Ministerio
Público, haga algo, renuncie al cargo, como una decisión política, no siendo
suficiente una sanción legal, como la suspensión temporal de seis meses por
parte del Consejo Nacional de la Magistratura.
En estos momentos la situación del gobierno central y de la
pareja presidencial es muy delicada y están obligados a realizar, actos que de
alguna forma les restituya la confianza perdida mayoritariamente por la opinión
pública, que los ven como personas que están coludidas con la corrupción. Y
esto lo corrobora la falta de interés por capturar a Martín Belaúnde Lossio,
allegado a la pareja presidencial.
Esta situación de crisis gubernamental no se va a resolver a
gritos, ni devolviendo regalitos comprometedores como el bastón de mando. Por
lo que el presidente Ollanta Humala debe tener prudencia antes de ningunear a
las comisiones investigadoras de los casos López Meneses y Martín Belaúnde Lossio.
Y muy por el contrario se debe colaborar, y de ser necesario permitir que la
esposa del Presidente de la República, en calidad de ciudadana vaya a declarar,
cuando sea requerida, de lo contrario su situación empeorará.
Esperemos que este 2015, la situación sea trasparente, que
caiga todo el peso de la ley sobre los que han cometido actos de corrupción.
Que no haya impunidad para nadie, de lo contrario la incipiente democracia que
estamos viviendo se pondrá en peligro, afectando el desarrollo y el crecimiento
económico.
La corrupción no se puede tolerar, es hora de pararla.
Tengamos en cuenta que la falta de fortaleza institucional en el país es debido
a la existencia de la corrupción. Hoy ya nadie cree en instituciones
estratégicas que debieran sostener el estado de derecho como el Poder Judicial,
el Congreso de la República, el Ministerio Público y la Policía Nacional. Estas
instituciones tienen que ser reformadas de manera profunda para que vuelvan a
ser creíbles. El crecimiento económico para que sea sólido tiene que ser con
transparencia y en democracia, promoviendo la justicia y el bienestar social.
Finalmente, sostenemos que, si el 2014 ha sido un año perdido,
el 2015 debe ser un año de reactivación, recuperando nuestro nivel de
crecimiento sostenido.
(*) Periodista
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