Por: Enrique Soto (*)
Este 2015 que empieza, con una
desaceleración económica a cuesta, nuestro país será escenario de un año pre electoral, donde
los movimientos políticos pretenderán consolidarse para así poder garantizar
una buena campaña electoral en el 2016, para ello han empezado a movilizarse
con gran ímpetu, haciendo polémicas declaraciones a la prensa sus más
connotados líderes, que a pesar de negar su aspiración a la presidencia de la
república, lo anhelan en lo más profundo de su ser.
Casi todos los futuros candidatos
apuntan a zarandear a un débil gobierno “nacionalista” carente de objetivos
estratégicos y de liderazgo, que entra rengueando a su fase final de gestión,
seguros de que esta actitud les dará buenos réditos, además que el maltrecho
escenario oficial –cargado de incapacidad y corrupción- se lo permite, sino
preguntémosle al dos veces presidente de la república y líder del Partido
Aprista Peruano, Dr. Alan García Pérez, cuando dice que el gobierno de Humala
ha sido un quinquenio perdido, “perdido por falta de objetivos”. Además da a
entender que el 2014 ha sido un desastre: “2.5 de crecimiento (el más bajo de
los últimos diez años), 0 crecimiento en
inversión privada, la propia construcción empezó a desmoronarse por falta de confianza”.
Luego agrega que casi nada se ha disminuido en la lucha contra la pobreza y lo
compara con su gobierno que lo bajó 5% anual.
Además señala García, en su carrera contra el tiempo para consolidar
posición que “el régimen está de salida (por tanto) debe limitar los daños y
dejarlo más estable posible para que el próximo gobierno pueda reimpulsar el
crecimiento nacional”.
Por su parte, Pedro Pablo Kuczynski
(PPK), de Perú MAS, quien quedó tercero en las elecciones presidenciales del
2011, expresión del neoliberalismo a ultranza “convicto y confeso”, apoyó
inicialmente la promulgación de la Ley de Régimen Laboral Juvenil, más conocida como
la “Ley Pulpín”, pero luego ante la avalancha de protestas en las calles, tuvo –tácticamente,
pensando en su postulación- que retroceder señalando que debe ser derogada, ya
que atenta contra los derechos laborales fundamentales de los jóvenes como
trabajadores que se inician. Esta misma movida hizo un buen sector de
parlamentarios, acomodándose oportunistamente a los vaivenes de la ocasión.
Por otro lado, Keiko Fujimori, de
Fuerza Popular, ha intensificado su recorrido por el país, criticando con mayor
apasionamiento la gestión humalista. Tengamos en cuenta que en el 2011, Keiko
pasó a la segunda vuelta y en estos momentos lidera las encuestas disputándole
por milésimas a PPK. Igual hace su hermano Kenji y su padre Alberto (que purga
carcelería por corrupción). Como podemos darnos cuenta, los probables
candidatos más connotados en escena se han dado cuenta que cuestionar con
severidad al gobierno de turno les genera dividendos y consolida posiciones en
el ambiente pre electoral.
No se quedan atrás, el ex presidente
Alejandro Toledo de Perú Posible, cuestionado por el escándalo Ecoteva, y
Lourdes Flores Nano, del PPC, ex candidata a la presidencia de la república el
2006, a pesar que este partido fundado por Luis Bedoya Reyes, está bastante
resquebrajado y rezagado del ambiente político nacional, por sus rencillas
intestinas por el control del partido. Sin embargo, también figuran en el
escenario y son sectores importantes en
el quehacer político nacional que merecen tenerse en cuenta.
Desde el punto de vista de los
protagonistas, lo que se viene es bastante parecido al 2006 y 2011, pareciera
que no hay nuevos actores interesados en asumir la dirección del estado
peruano. Es que, ¿nos estamos despolitizando?
O ¿tenemos una aversión severa al quehacer político? Asimismo, podemos darnos
cuenta que en este nuevo escenario la izquierda no aparece, ni cuenta para
nada. Este sector era sumamente importante ya que generaba equilibrio en la
incipiente democracia que vivimos, sin embargo, el movimiento se ha apagado, no
tiene líderes que la representen y sus ideólogos han decidido por un perfil
bajo. Pero no hay que perder las esperanzas que aparezcan nuevos actores, ya
que esta etapa recién comienza y todavía hay mucho que hacer en el plano político electoral hasta el 2016.
Por otra parte, consideramos que
el año 2015, por ser un escenario pre electoral es de vital importancia,
teniendo en cuenta que estamos en un periodo de desaceleración económica, con
un crecimiento constante interrumpido, que los hemos tenido por diez años
consecutivos, que nos ha permitido consolidar nuestra macroeconomía y disminuir
ostensiblemente la pobreza. Ahora tenemos el reto de retomar el crecimiento,
las condiciones están dadas, el único peligro es que nos entrampemos en un
enfrentamiento irracional por la captura del poder en las próximas elecciones
del 2016 y hagamos del 2015 un año siniestro donde “la noche de los cuchillos
largos” domine el escenario. Por lo que es necesario la ponderación, el equilibrio
y la racionalidad. Las agresiones verbales, como un espectáculo canibalesco
debe de parar. Vayamos a un debate político con ideas, con argumentos, con
propuestas. El Perú exige de la clase política, programas de desarrollo,
modernización, elevación de la calidad de vida de todos los ciudadanos en una
verdadera inclusión social.
El gobierno de turno y sus
instituciones están en la obligación de liderar el debate con altura y
ponderación, si cree que no está en capacidad, debe hacer un sobreesfuerzo por
el bien de la nación. Y debe de empezar dando muestras de humildad y
transparencia, haciendo una autocrítica, reconociendo errores y enmendándolos,
escuchando a la oposición y recogiendo e incorporando propuestas inteligentes,
que vayan aperturando el camino de reimpulsar el crecimiento económico nacional
y acabar con la pobreza. Promover la inversión privada, acabar con la
delincuencia y la corrupción enquistada en el corazón del estado. Generar
empleo digno sin discriminación de edad.
Los partidos políticos tienen
este año pre electoral una gran oportunidad para organizarse, consolidarse y
ser creíbles, trabajando de manera permanente –no sólo en coyunturas
electorales- de la mano con el ciudadano, en la elaboración e implementación de
propuestas y programas de gobiernos viables. Con responsabilidad y visión
histórica. Para lo que es necesario crear escuelas de capacitación política, de
gestión vecinal, comunal y regional. Que prepare a las futuras generaciones
para manejar y conducir un país moderno del primer mundo.
Las elecciones generales del 2016
no debe ser una elección más, que solamente nos permita cumplir con el
calendario, sino que tiene que ser un acto elevado de civismo, practicado de
manera consciente.
En tal sentido, no hay que
tenerle miedo a las protestas, a las manifestaciones en las calles, porque es
una forma de expresión democrática, que genera equilibrio en los gobiernos y
que asume acto de fiscalización y control para evitar el autoritarismo y la
tiranía. Nosotros somos un pueblo con mucha experiencia. No es gratuita esta democracia
endeble e incipiente que estamos viviendo, pero al fin es democracia, ha sido
producto de duras batallas que ha dado el pueblo, el ciudadano de a pie, luchando
contra el colonialismo, primero, luego contra las dictaduras y las tiranías,
como la última que hemos tenido expresado en el fujimontesinismo. Tiranías
despiadadas y corruptas, violadoras de derechos humanos. Esta democracia
tenemos que cuidarla consolidando y creando instituciones políticas, llámese
partidos, movimientos, organizaciones, asociaciones, todo lo que signifique
agrupaciones para realizar actividades de bien social que eleven nuestra
calidad de vida.
En ese sentido, las elecciones
del 2016 tienen que tener ese cariz y valga el año 2015 para preparar y
promover ese gran espectáculo político. Y elegir el 2016 al mejor ciudadano que
reúna las cualidades de un gran estadista y estratega que con humildad, paciencia,
constancia y sabiduría conduzca al país por la senda del desarrollo y la
modernización, haciéndonos en los próximos 20 años un país del primer mundo.
(*) Periodista
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