Por: Enrique Soto (*)
Después
de experimentar un crecimiento continuo en los últimos años, este 2014 que se
va, hemos sufrido una baja, a raíz del proceso de desaceleración económica que
estamos viviendo. Se estima optimistamente, según los analistas económicos, que
cerraremos el año con un crecimiento aproximado de nuestro PBI de 3%, que
significa el 50% menos de lo que crecimos el año pasado. Esta situación es preocupante,
que nos obliga a tomar decisiones económicas y políticas para revertirlo e impedir
que esto vuelva a repetirse el próximo año.
¿A
qué se debe esta desaceleración económica que estamos padeciendo y que afecta a
todo el pueblo peruano? En primer lugar, diremos que es el reflejo de la
desaceleración económica internacional que el mundo está viviendo, ya que el
Perú no es una isla, y es parte del proceso global, cuyas incidencias se
expresan a través de la baja de los precios internacionales de las materias
primas, ya que somos un país primario exportador. En segundo lugar, sostenemos
que esto nos está pasando –y el 2014 se nos presentó difícil- porque nuestros
gobernantes no tomaron a tiempo y/o actuaron deficientemente y con efecto
retardado, la implementación de medidas cíclicas y contracíclicas reactivadoras
que impida que nuestra economía se contraiga y logre enfriarse.
La
potencia de nuestra economía fortalecida en los últimos diez años de
crecimiento continuo, permite que se implemente con audacia y de manera
oportuna políticas económicas monetarias y fiscales que impidan el estancamiento
de nuestro crecimiento.
Pareciera
que nadie quiere hacerse cargo de esta deplorable –pero no insuperable-
situación económica desacelerada que estamos sufriendo.
Pareciera
también que el Ejecutivo y la Presidencia del Banco Central de Reserva no coordinaran
acciones para mitigar este flagelo. El primero da a entender que el BCR no
acompaña con medidas monetarias las decisiones del impulso fiscal, dadas
reiteradamente, y aprobadas por el Congreso de la República. Sin embargo, Julio
Velarde, presidente del directorio del BCR, dijo desde Santiago de Chile, a
donde acudió para dar una conferencia sobre “Crecimiento y desafíos de la región”, organizado por el Fondo
Monetario Internacional, que “es injusto
decir que no hemos reaccionado ante la desaceleración”, agregando que “ahora somos el BCR que más rápido ha reaccionado en
toda América Latina”.
Esta
situación es preocupante porque tenemos entendido que el Ejecutivo a través del
Ministerio de Economía y el BCR (con toda su autonomía jurídica) conducen la
política económica nacional y son responsables de su balance anual, de su debe
y haber, por lo que deberían asumir acciones coordinadas para superar este
tremendo bache que se nos ha presentado. Sin embargo, eso no parece ocurrir, en
una entrevista que el periodista Rumi Cevallos, le hace a Julio Velarde, cuando
le pregunta que hay quienes dicen que el Banco Central no está acompañando el
impulso fiscal del gobierno, este responde: “¿qué impulso fiscal?, si la inversión pública ha caído hasta octubre. De
enero a octubre cayó 2%. En cambio, nosotros venimos reduciendo el encaje desde
junio del año pasado”. Esto nos permite señalar que no hay buena
comunicación entre las partes, algo que tiene que superarse para el bien del
país.
Lo
que sí tenemos que reconocer en Velarde y el BCR, es que están desarrollando su
trabajo de manera profesional, manteniendo en raya al tipo de cambio, que en
algunas veces amenaza con subir descontroladamente, tengamos en cuenta que
EE.UU., aunque muy lentamente, ha empezado a recuperarse, incrementando el
empleo y consumo de sus habitantes. Asimismo, con mucha maestría vienen
reduciendo el encaje, sin dejar de mirar la inflación, aunque se les ha
criticado, por no reducir como debe ser la tasa de interés de referencia, que
según algunos analistas haría más eficiente las decisiones reactivadoras del Ejecutivo.
Por
otro lado, se sabe que el Perú es uno de los países con menor deuda extranjera.
Eso de la “deuda externa impagable” quedó en el pasado. Ahora somos solventes,
buenos pagadores de préstamos y con una buena proyección de futuro en la
región, por lo que el FMI y el BM a través de su funcionaria, la Directora
Christine Lagarde, ha puesto su mirada en nuestro país, visitándonos y alagándonos nuestros diez años de crecimiento continuo, además concediéndonos
ser sede el próximo año 2015 de la Asamblea Anual del FMI y del BM, siendo un foro
de debate sobre las coyunturas económicas mundiales y sus perspectivas. Estaremos
nuevamente en los ojos del mundo, tal y como ha sucedido con la realización de
la COP-20 en nuestro país.
Hay
que tener en cuenta que este organismo internacional, ya no es el de antes, que
aconsejaba a las economías de países subdesarrollados “paquetazos y ajuste de
cinturones”, que cada vez nos hacían más pobres. Ahora parece que han entendido
que ese no es el camino y creen que es necesario para apuntalar a los países
presa de la desaceleración, apoyarlos económicamente para que atiendan sus
necesidades de educación, salud e infraestructura y esto con inclusión social.
Y es que se han dado cuenta que sin inclusión social no hay crecimiento ni
desarrollo.
El
mundo ha cambiado radicalmente, los países industrializados, llamados
desarrollados, están enfrentando graves crisis económicas que los han puesto al
borde de la inestabilidad social. Viven procesos recesivos y sufren la quiebra
de sus otrora grandes empresas, generando masivamente desempleo. Por lo que los
estados se ven en la obligación de apoyarlos inyectando gigantescas cantidades
de liquidez para poderlas reflotar, como ha ocurrido en los Estados Unidos de
Norteamérica.
Teniendo
en cuenta los cambios que se dan en el mundo de manera vertiginosa, debemos ver
que en nuestro país esto también pasa. Por lo que los estadíos de bonanza y
crecimiento hay que saber aprovecharlos para acumular riqueza y consolidarlos
económicamente, a partir del bienestar general. En tal sentido, las condiciones
que marcaron nuestra bonanza han cambiado, ya que los precios de las materias
primas están a la baja y el costo del financiamiento se ha elevado. En esta
situación es que nos sobreviene el proceso de desaceleración. Y no contamos con
un plan estratégico de desarrollo y crecimiento bien definido de manera
coherente, que nos permita avizorar nuestro futuro como país, de aquí a los 20
años. Es necesaria una acción programática. Tenemos los recursos económicos
suficientes para modernizar el país en los próximos 10 años. Y esto pasa por
una reforma estructural profunda del estado, que apuntale acabar con los
rezagos de pobreza que tenemos en un porcentaje importante: 35%.
Incorporándolos a una sociedad de bienestar, con trabajo, salud y educación.
Tenemos un retraso de 30 años de infraestructura. Por lo que nos vemos en la
obligación de correr en pos de ese objetivo. Y no vanagloriarnos con tremendos
spots publicitarios, pregonando la puesta en marcha de dos o tres
megaproyectos, que sin dejar de ser sumamente importantes son insuficientes. El
transporte colapsa por falta de infraestructura. En tal sentido el año que
viene tenemos que pisar el acelerador y terminar con las obras iniciadas. Así
como promover a los gobiernos regionales y locales, para que hagan su parte,
con una fuerte fiscalización, ya que el grado de corrupción a la que hemos
llegado como sociedad es alarmante. Hoy en día hasta la pareja presidencial
está en entredicho con posibles vínculos con la corrupción.
Tenemos
que proyectarnos en construir hospitales y escuelas en gran escala, para que
todos los niños y jóvenes puedan educarse y la población en su conjunto tenga
atención en salud. Preparemos ahora a las nuevas generaciones, pero no
disminuyéndoles su autoestima, creándoles empleo a los jóvenes sin que puedan
percibir su CTS y sin que puedan disfrutar de aguinaldos en fechas festivas
importantes, como 28 de julio y navidad, así como dándole unas vacaciones de 15
días. No maltratemos al trabajador que se inicia laboralmente. El trabajo es un
derecho y no una dádiva.
En
tal sentido, si en el 2015 queremos avanzar y evitar que se repita la
desaceleración que estamos sufriendo en el 2014 es necesario que nuestras autoridades
se pongan las pilas para hacer obras. Tenemos la necesidad de incrementar mayor
fuerza a la inversión pública. Así como tenemos que promover la inversión
privada y la inversión pública-privada, para inyectar de liquidez a la economía
y así incrementar el consumo y generar más movimiento en el mercado.
Por
otra parte, en esa misma dirección es necesario sincerar los sueldos y salarios
porque como dice el periodista Mirko Lauer, “si hubiera que definir someramente la situación de los ingresos del
trabajo, también su crecimiento se ha desacelerado”. Efectivamente, por eso
la Remuneración Mínima Vital (RMV) actual es insuficiente, para cubrir una
existencia básica, por lo que se hace urgente incrementarla, para de esa forma,
poner más dinero en el bolsillo de los trabajadores, apuntando a la recuperación
de la economía y a superar la desaceleración y llegar a crecer el próximo año
2015, 5% del PBI como muchas instituciones y analistas vaticinan.
(*) Periodista
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