Por: Enrique Soto (*)
La incertidumbre económica, que
padecemos todos los peruanos desde hace ocho años, promovida por una crisis
política alentada por unos políticos ineptos, está llevando al país al
descalabro. Sin que se vislumbre un atisbo, de manera inmediata, de solución
racional y coherente al problema, que mantiene en vilo, como suspendidos en una
cuerda extendida en un inmenso abismo, a toda una población de más de 30
millones de personas.
Esto es sumamente grave, frena el
crecimiento, el desarrollo y el bienestar integral de toda una nación, que no está
aprovechando la coyuntura del ciclo económico, como debería ser, que nos está
dando el mercado mundial, con los altos precios de nuestros minerales. Teniendo
en consideración que somos un país minero exportador milenario. Y que nuestro
oro, plata, cobre, que los tenemos en abundancia, en las entrañas de nuestras
cordilleras están siendo demandados en el mundo.
La estabilidad macro económica
que nos permite jactarnos siempre como un país estable en la región, siendo importante,
no es suficiente ni tampoco garantiza el crecimiento sostenido a tasas que nos
permitan acabar con la temida pobreza (que está en crecida: 29 %, - según
último reporte Instituto Nacional de Estadística e Informática- INEI),
incrementar el empleo, mejorar la atención en educación y salud de la población.
Esta sirve, principalmente -si lugar a dudas- para cumplir puntualmente con el
pago de nuestras deudas a nuestros acreedores, forjándonos una imagen de un
país responsable, buen pagador, teniendo de esta forma una ubicación de ventaja
en el mercado global. Algo sumamente importante. A pesar que tenemos una deuda
externa baja -la más baja de los países emergentes de la región-, equivalente
al 34 % de Producto Bruto Interno (PBI). Y unas Reservas Netas Internacionales
(RNI), que ascienden a 74, 480 millones de dólares, al 14 de febrero del
presente año, según informe oficial de Banco Central de Reserva (BCR) -quien se
encarga de manera autónoma de su administración. Cifra que equivale al 28% del
PBI.
El modelo económico Neoliberal -aplicado
en el país- de mercado abierto al mundo, de libre competencia, según
especialistas entendidos en materia económica, necesita de serios y urgentes ajustes,
que permitan dar impulso sostenido al crecimiento económico, que con apremio necesitamos
para salir de esta parálisis recesiva, en la que nos encontramos, que atenta
severamente contra la producción y el consumo.
Hay que tener en cuenta que el
2021 y 2022, por una severa desconfianza política con lo que podría pasar con
el nuevo gobierno de Pedro Castillo, que amenazaba cambiar la constitución, salió
del país más de 20 mil millones de dólares, que debilitaron enormemente, la
inversión privada nacional. Situación que no ha sido superada, más aún esto ha
empeorado, generándose una contracción absoluta de la inversión extranjera, que
cayó significativamente el año pasado 2023, con -6%, debido al ruido político,
generado por un gobierno incapaz, precario y improvisado, presidido por Dina
Boluarte; incentivándose constantes enfrentamientos y convulsiones en las altas
esferas de los poderes del Estado, impidiendo, de manera preocupante la
reactivación económica en el país.
A ello se suma, en contra de los
intereses del país, la actitud que han tenido con la situación económica
peruana, las Calificadoras de Riesgo más importantes de mundo, como la Estándar
Pool y la Fich Reiting, referencias imprescindibles de los inversores globales.
Quienes nos han bajado la nota, al borde de la desaprobación. La Stander Pool,
recientemente, nos bajó el Grado de inversión, de lo que teníamos una
calificación de BBB desde octubre del 2021, a una calificación de 'BBB-' que tenemos
actualmente. Aumentando nuestro riesgo como país. Esto es muy desfavorable. La
Fich Reiting, por su parte, ha sido más benévola, pero igual de perjudicial.
Nos bajó el Grado de Inversión, de 'BBB+', que teníamos, a solamente BBB. Estas
calificaciones absurdas nos dejan mal parados como país, ante el mercado mundial.
Estamos en sala de observaciones. Sin embargo, aún no hemos perdido nuestro
Grado de Inversión, ¡todavía! Pero si las cosas siguen tal como están, la podemos
perder.
Como podemos darnos cuenta,
existe una asfixiante incertidumbre y zozobra en el quehacer económico
nacional, que debemos ponerle la atención necesaria. En tal sentido, el
Ministro de Economía y Finanzas (MEF) José Arista, le ha pedido al Presidente
del BCR, Julio Velarde, trabajar juntos, en lugar de estar criticando la
política económica gubernamental, le solicita: “sea más proactivo, reduciendo la
tasa de interés de referencia (que depende del BCR). Esta es muy alta y no
ayuda a reactivar la economía, moviendo el mercado crediticio a mayor velocidad”
(Perú 21. 24 /05 /24). Fue Julio Velarde quien cuestionó severamente el
populismo que se manifiesta en el Congreso y las normas -refrendadas por el
Ejecutivo- que han sido últimamente promulgadas, como el retiro de la AFP y la
liberación de la CTS. Estos conflictos interinstitucionales del aparato del
Estado, de tremendos desacuerdos y encontronazos, son muy dañinos y
perjudiciales para el quehacer económico. Impidiendo de tal manera salir de la
desaceleración en la que nos encontramos.
El BCR, optimistamente, espera un
crecimiento del PBI de 3% para este año, así como un crecimiento de la
inversión privada, a pesar que solo creció, el primer trimestre del 2024,
apenas el 0.3%. Con respecto a la inflación se calcula no sobrepasar el rango
meta de 3%. El Déficit Fiscal se mantendrá dentro del límite legal establecido,
y la Deuda Pública no superará el 34% del PBI. Teniendo como base en estas proyecciones:
I) la ausencia de choques sociales significativos y el Fenómeno del Niño; II)
la subida en el mercado internacional del precio del cobre (promedio esperado
3.85 dólares la libra); III) mejora del poder adquisitivo de los consumidores
ante descenso de la inflación; IV) reducción de la tasa de referencia del BCR y
V) transición gradual de la fase de contracción a la de recuperación.
Sin embargo, el Banco Mundial, es
más conservador con respecto al desenvolvimiento de nuestra economía,
proyectando un crecimiento de PBI de 2,5% para este año.
Creemos, que no habrá mejoras
significativas en nuestro quehacer económico, manteniéndonos en la
incertidumbre y la zozobra, sino se implementan, de manera inmediata, reformas
significativas que viabilicen un crecimiento económico sostenido, con tasas que
alcancen el 5 o 6% del PBI, básicas para lograr disminuir sustancialmente la
pobreza, acabar con la desnutrición infantil, aumentar el empleo digno, mejorar
nuestro nivel educativo, tener mejor atención en la salud, resolver el problema
agobiante del transporte con mejor infraestructura (ya que tenemos un retraso
de más de 30 años).
En esa dirección es
imprescindible generar políticas trasparentes de promoción de la inversión
pública y privada, que hagan realidad las grandes obras de desarrollo nacional,
que se esperan por décadas. Así como una reforma en la recaudación fiscal, que
eleven nuestros ingresos. Nuestra presión fiscal que alcanza el 18% del PBI, actualmente,
debe ascender al 24%. Es imprescindible. Eso, solo es posible ensanchando la
base tributaria, disminuyendo nuestros altos índices de informalidad, que están
alcanzando el 80%. ¡Un escándalo! Así como, combatiendo la evasión tributaria,
la elusión fiscal y el contrabando.
Creemos, finalmente, que estamos
todos en la obligación de trabajar arduamente por revertir esta situación de
desaceleración económica en la que nos hallamos inmersos. Superando las
diferencias, buscando consensos, que nos permitan encontrar el sendero de la
reactivación económica y el crecimiento, para sacar a nuestro país adelante. En
la búsqueda incesante del bien común, con justicia y responsabilidad social.
(*) Periodista
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