¿Qué está pasando en el Perú con
tanta inestabilidad política y económica que amenaza desaparecernos como
República constituida históricamente hace más de 200 años? Se pregunta con afán y desesperación el
ciudadano de a pie, que ve peligrar su existencia personal y la de su familia.
Es que, acaso, nuestros actuales políticos, que fungen de gobernantes, han
caído en la barbarie, perturbados por su enfermizo afán de lucro. Sacando el
máximo provecho económico al uso del poder. Conduciéndonos -sin retorno- al
descalabro, a toda la sociedad en su conjunto. Sin criterio mínimo de
responsabilidad social. Esta situación es sumamente grave. Estamos en la
obligación de detenerlo.
La incierta inestabilidad
política y económica que vivimos en el país, desde el año 2016 -hace más de
ocho años aproximadamente- va de mal en peor. Al haberse retrotraído nuestros
niveles de pobreza al año 2010. En la actualidad, de cada tres peruanos uno es
pobre. Incrementándose en los dos últimos años (2022 y 2023) más de medio
millón de pobres. Algo espeluznante. Las aguas están agitadas como una tormenta
apocalíptica. Y como si esto fuera poco. Esta situación se acentúa, con el
anuncio de un exdictador, condenado por lesa humanidad, quien fue indultado por
razones humanitarias; ya que se mostraba ante la opinión pública como un
agónico, de querer volver al quehacer político. Esta circunstancia va a
polarizar el país. Ya que constituye una vergüenza nacional. Los ciudadanos de
bien, se van a sentir estafados. Profundizándose la incertidumbre y la inestabilidad
gubernamental, al entrar el país entero en una polarización, como ya ha
ocurrido anteriormente.
Tuvimos tres décadas de progreso
innegable, después de haber derrotado al terrorismo. Una vez vencidos Sendero
Luminoso y el MRTA empezó el crecimiento económico y el bienestar. Las cifras
macroeconómicas eran loables. Se redujo considerablemente la pobreza. Y el
crecimiento del PBI, ascendió al 8 y 9 % en años estelares. Manteniéndose
durante cinco años consecutivos el PBI en 7.2% en promedio (2006-2011). Siendo,
indudablemente, los precios internacionales de los metales responsables de ese
crecimiento colosal. Como la oportunidad que estamos teniendo en los tiempos
actuales, de los altos precios de los comodities. El ciclo se vuelve a repetir,
esperando que esta vez lo sepamos aprovechar. Sentando las bases del país con
visión de futuro. Sin embargo, esto está muy lejos de la realidad.
¿Qué nos está sucediendo en los
últimos años para estar como estamos? ¿Qué se hizo mal o se dejó de hacer? ¿Dónde
radica la esencia histórica del mal que nos aqueja? ¿Es necesario tener una
bola de cristal o ser pitonizos, para comprender lo que nos pasa? No, de
ninguna manera. Solo es necesario profundizar en la investigación y el
análisis, utilizando los métodos que nos alcanzan las ciencias sociales.
Esforzándonos por hacer un diagnóstico acertado de la realidad que padecemos.
Observando y estudiando el problema. Levantando conclusiones, hipótesis y
tesis, como un marco teórico referencial que nos aproxime a la realidad.
Creando una hoja de ruta de posibles soluciones. Actuando, solo de esa manera,
entenderemos lo que nos pasa, hallando verdades y aplicando correcciones, para
conjurar el mal, que tan infelices nos hace.
Es digno reconocer -aunque nos
cueste aceptarlo- que tenemos en las instituciones estratégicas que gobiernan
el Estado, (el Poder Ejecutivo, El Congreso, el Ministerio Público, El Poder
Judicial, el Tribunal Constitucional, entre otros) a los peores políticos y
funcionarios, nunca antes visto en la historia republicana -salvo raras
excepciones- que hacen mucho daño a la nación, amenazando destruirla. Estos malos
elementos, deben ser removidos, dando paso a nuevas generaciones de ciudadanos
capaces de conducir nuestros pueblos. Y así poder salir del hoyo en el que nos
encontramos. Eso no va hacer tarea fácil, pero estamos obligados hacerlo, para
preservar la nación.
Teniendo en consideración, que el
quehacer económico va camino a la debacle, sino se realizan cambios
fundamentales. No es suficiente contener la inflación, sino existe crecimiento
en la demanda, el consumo y mejora del empleo formal y digno, con honrosas
remuneraciones. Ha crecido tremendamente la informalidad alcanzando el 80%. Más
de 400 mil trabajadores informales e independientes se suman anualmente al
mercado precario. Afectando considerablemente la recaudación fiscal, tan
necesaria para mantener el Estado de Derecho y hacer obra, en favor de la población.
Nuestra recaudación fiscal es sumamente débil,
estamos alrededor del 18%, teniendo necesidad de alcanzar el 25% de PBI, para
lograr más o menos un equilibrio, y estar en el promedio de lo que recaudan los
países de la región. Pudiendo así mejorar la atención de la población en alimentación,
salud, educación y vivienda, principalmente. Sin contar con las mejoras de la
infraestructura del transporte, en la que tenemos más de 20 años de retraso.
Lo más grave del asunto que
estamos padeciendo, es que este gobierno se ha vuelto insostenible. Según
encuestas, no solamente tiene la desaprobación del 90% de la población, que
exige su renuncia y adelanto de elecciones; se suma ahora, la desaprobación hacia
la gestión de la presidenta Boluarte, de los gerentes generales de más de 2500
empresas importantes del país, encuestados, que en el 2023 fue del 29%, pasando
al 87% en el 2024. Es decir, la desaprobación es masiva. Entre los principales
cuestionamientos resalta la inseguridad. Al darse cuenta que el Congreso de La
República ha empezado a legislar en favor del crimen organizado, sin que el
Ejecutivo le enmienda la plana. Estamos en una situación extremadamente
peligrosa, que pone en grave riesgo la continuidad de la democracia y la
estabilidad de las instituciones.
Es decir, la presidenta Dina
Boluarte, y todo su Congreso que la respalda, deben irse cuanto antes. Se han
quedado sin piso. Siendo necesario que renuncien y convoquen de inmediato a un
adelanto de elecciones, para elegir a nuevos gobernantes, que verdaderamente
nos representen.
La situación es tan grave, que el
empresariado nacional ha empezado a darle la espalda a este gobierno incapaz, que
nada hace por reactivar el crecimiento económico. Perdiendo cada día que pasa
mayor legitimidad. Por lo que la presidenta Dina se ha visto en la necesidad de
no dar cara a la prensa, sin querer explicar los graves problemas que están
sucediendo en el país. Este es uno de los más nefastos gobiernos que se ha
visto a lo largo de la historia republicana.
Mientras no existan grandes
cambios en las estructuras de gobierno, generando confianza y garantía a la
inversión privada, esta seguirá ausente. Los 20 mil millones de dólares que
salieron del país, el primer año del gobierno de Pedro Castillo, no volverán en
las condiciones en las que nos encontramos, al mercado peruano. Siendo
sumamente importante, para atraer inversión extranjera –necesaria para
apalancar el crecimiento económico- dar indicios de seguridad y confianza
dentro del marco democrático del Estado de Derecho. Trasparentando nuestra
apertura económica en el mercado global, de seriedad y compromiso.
Periodista (*)