EL GOBIERNO INTENTA DETENERLO
Por: Enrique Soto (*)
La minería ilegal impulsada por
bandas criminales -con el propósito de apropiarse del oro de la zona- ha tomado
la provincia de Pataz, en la región norteña de La Libertad. Desde el 1 de
septiembre del año pasado al 1 de febrero del presente, salieron 3,417
volquetes, con una carga de entre 20 y 30 toneladas cada uno, de las
concesiones mineras Poderosa, Horizonte y Marza, sin que ninguno perteneciera o
trabajara para las tres compañías, según se dio a conocer en un informe en el
diario El Comercio, el domingo 11 de febrero último. Logrando encender las
alarmas del Ejecutivo.
Estas acciones de saqueo
premeditado del oro de las minas (léase robo consumado) es -sin lugar a
dudas- el modus operandi de bandas criminales que han tomado el territorio
nacional como si se tratara de una zona liberada. A vista y paciencia de las
autoridades gubernamentales (centrales, regionales y locales) que nada hacían por
detener semejante latrocinio; como si fuéramos bárbaros que vivimos al margen
de la ley, sin respetar ni haciendo respetar el orden establecido, dentro del
Estado de Derecho, amparado constitucionalmente, como un pueblo civilizado.
Las Fuerzas Armadas que han
tomado el control territorial de Pataz tienen un gran reto por delante, que
esperamos lo sepan cumplir a cabalidad, dado el fracaso en otros lugares, como
en los distritos de Lima, donde las declaratorias de emergencias, por parte del
gobierno central, fueron un saludo a la bandera, ante el desborde
delincuencial. No han resuelto nada. Y la población sigue desprotegida,
expuesta al vandalismo salvaje.
Esto que está sucediendo en el
norte del país es sumamente grave, que pone en riesgo la estabilidad jurídica y
el orden constitucional que sostiene al Estado y la Nación. Si no le ponemos
coto de manera oportuna seguirá escalando a situaciones incontrolables.
Impulsando la violencia social, el pillaje vandálico y el caos generalizado.
Sumiendo al país entero en un estado de desorden total, sin autoridad y sin gobierno.
Una anarquía. ¡Cuidado! Estamos avisados ante el eminente peligro.
La inseguridad en la que trabaja
el sector minero –baluarte estratégico de la reactivación económica esperada- ahuyenta
la inversión privada que tanto necesitamos para promover el empleo y el
consumo. No es posible avanzar empresarialmente con una carga de sobre costo
excesivo, producto del incremento desmedido para atender la seguridad empresarial,
sin el apoyo legítimo del Estado. Un representante de la minera La Poderosa, manifiesta
que “desde antes de la pandemia hasta la fecha hemos pasado de tener 167
agentes a 1200. Elevando, de tal manera, nuestro presupuesto de gasto en
seguridad privada de 6 millones a 33 millones de soles”.
Esta situación alarmante, de la
minería ilegal, es una lucha frontal contra el crimen organizado, que está
tomando territorio y poder al interior de nuestro país, creando zonas
liberadas, como en los años 80 lo hizo Sendero Luminoso, con sus desvaríos
ideológicos terroristas, que parecían cercarnos, intensificando sus acciones
violentas en Lima. Sin embargo, fueron derrotados. ¿Cómo lo hicimos? Con
estrategia en base a inteligencia. ¡No hay otra! La única forma de derrotar a las
bandas criminales que generan violencia y zozobra en la población. Para ello
debemos reinstalar y repotenciar el Gein, convocando a los mejores cuadros de
la Policía Nacional, y dotándola de mejor presupuesto.
Hay que tener en consideración
que estas organizaciones criminales que operan en el sector minero, se apoyan
en los mineros pequeños y artesanales, que están inscritos en el Reinfo, y los
utilizan como una plataforma para sus fechorías. Obligándolos a que colaboren
con sus actos delincuenciales. También, hay que diferenciar entre los mineros
informales y la minería ilegal. Los primeros actúan por necesidad de
sobrevivencia, ya que no cuentan con el apoyo del Estado, los segundos son delincuentes,
criminales, actúan al margen de la ley, en bandas organizadas.
Es mas, para combatirlos con
acierto hay que tener en cuenta que son organizaciones criminales con poder
económico, que han acumulado ingentes recursos financieros en los últimos años,
según informes dados a conocer por la Unidad de Inteligencia financiera(UIF),
quienes señalan que en el 2021 fueron a parar a su arcas alrededor de 3mil 500
millones de dólares, producto del comercio del oro, y el 2022, sobrepasó los 4
mil 500 millones de dólares, producto de la diferencia del oro no declarado
ante el Minen, de 78 TMF (Toneladas Métricas Finas).
Además, hay que tener en
consideración, que el poder económico corrompe autoridades. En tal sentido,
estos granujas, organizados en bandas criminales han infectado distintas
instituciones estratégicas del Estado, corrompiendo a diestra y siniestra a altos
funcionarios de la élite política y burocrática. Por lo que se nos impone una
lucha frontal contra la corrupción, si en verdad queremos deshacernos de esta
lacra, que finalmente, pone en jaque la estabilidad democrática de la nación.
Algo sumamente peligroso. Ya hemos visto, como organizaciones criminales
quisieron tomar el poder político, en la hermana república del Ecuador.
(*) Periodista
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