Por: Enrique Soto Roca
Analizar el fujimorismo y el
futuro de Keiko en las próximas elecciones presidenciales, se ha convertido en
una necesidad histórica; pensamos que así lo ha entendido el destacado analista
político Steven Levitsky, cuando escribe un sesudo –desde su perspectiva-
análisis al respecto, en un artículo titulado: “El Fantasma del Chino”
(La República 1 noviembre 2015). A través del cual sustenta la defensa del
neofujimorismo, situación bastante polémica, por lo que nos vemos en la
obligación de entrarle al debate, deseando aperturar un sano intercambio de
ideas y puntos de vista en democracia.
Levitsky sostiene que para los
anti fujimoristas, si Keiko es elegida Presidente de la República, Alberto
Fujimori saldrá libre. Confirmándose que “el
fujimorismo siempre fue –y siempre será- una mafia; una banda de criminales que
busca volver al poder para saquear al estado y vengarse por todo lo ocurrido
desde el 2000. Alberto y Keiko son socios en la mafia –una sociedad reforzada
por la lealtad filial”. Luego da a entender que esto es una falacia,
manifestando: “No estoy tan seguro que el
fujimorismo funcione de esta manera”.
En otro momento señala que el “neofujimorismo” se aproxima a esta
imagen cuando surgió hace poco más de una década. “Era una red de autoritarios y corruptos desplazados, junto con un
pequeño movimiento social dedicado al regreso de Alberto”. Pero –dice- “la organización fujimorista ha cambiado”. Y
sustenta su tesis queriendo demostrar, que hoy Keiko, se ha convertido en “la
jefa” y tiene el control. Puede hacer y deshacer. Y remata su postura
sosteniendo que “Keiko se ha convertido
en una política profesional”. En tal sentido, “hoy en día Keiko, y no Alberto o sus viejos compinches, toma las
principales decisiones dentro del fujimorismo”. Por lo que, “no veo evidencia de una mafia detrás”
–señala Levitsky.
Sin embargo, dice más adelante:
-situación que vemos como una contradicción- “si gana Keiko,
habrá una tremenda presión interna para liberarlo. El neofujimorismo nació como
frente de defensa de Alberto Fujimori, y durante mucho tiempo, la liberación
del ‘Chino’ era su principal razón de ser. Keiko lo ha prometido en el pasado
(“no me va a temblar la mano”) y la militancia sigue exigiéndolo.
Políticamente, será muy difícil resistir esas presiones” señala.
Después de haber exaltado, a la
candidata presidencial Keiko Fujimori, hasta dando a entender que ganaría en
primera vuelta, y que no daría libertad a su padre en su reinado, porque ello
confirmaría que el fujimorismo es una mafia, es asaltado por sus dudas y
contradicciones señalando cuatro posibles escenarios con el dictador suelto en
plaza, en un supuesto gobierno de Keiko, “Todos
nefastos para la institucionalidad
democrática” dice. El primero señala que Keiko una vez embestida como
presidente, renuncie al cargo, convoque a nuevo proceso electoral, para que
Alberto –su padre- postule y salga elegido. El segundo, instalación de un poder
dual, Keiko reina pero no gobierna. Alberto se convierte en el poder detrás del
trono, “Keiko sería una especie de
títere”. El tercero un escenario de conflicto. Keiko se rebela y se
enfrenta a su padre. Generando una crisis. El gobierno de” Keiko sería debilitado, generando
incertidumbre, inestabilidad, y quizás una crisis constitucional”. El cuarto escenario, en el cual Alberto se
jubila y se retira a su casa. “Pero me
parece poco realista” – señala el analista.
Como podemos darnos cuenta, en su
esencia la defensa de Keiko y del neofujimorismo, realizada por Levitsky, no
tiene un sólido sustento, sino que posee profundas contradicciones, por lo que
podemos afirmar que queda demostrado que las cicatrices históricas son
difíciles de borrar, quedando como huellas indelebles que permiten a los
pueblos aprender políticamente del pasado. Y para ello no hay necesidad de ser
“caviar”, sino ver de manera objetiva, los hechos acontecidos en el pasado, y
como estos se reflejan en el presente, anunciándonos el porvenir. El pueblo
peruano no puede cometer el mismo error que cometió en 1990, eligiendo un
dictador mentiroso y corrupto, que fue acompañado por un asesor de su misma
calaña, inaugurando la fase oscura en nuestra historia republicana, conocida
como el fujimontesinismo. Y no olvidemos que Keiko, creció y se educó –es decir se
formó políticamente- en esta escuela. Su padre, Alberto Fujimori y su asesor
Vladimiro Montesinos, fueron sus maestros, que la coronaron como Primera Dama,
en detrimento de su madre. Este triunvirato es indisoluble aunque no se diga,
ya que actúa políticamente siempre dentro del engaño, teoría de la guerra, para
alcanzar el objetivo. Los lazos son muy fuertes entre estos tres personajes. No
olvidemos que Fujimori, hizo la fanfarria de perseguir a Vladimiro, cuando ello
era falso. Al ver que eso no le resultó tuvo que huir. Ahora quieren volver al
poder y hacer renacer la dinastía.
Por lo que vemos, algunos
analistas políticos han quedado prendados con el cambio de discurso pronunciado
por Keiko Fujimori, teniendo como plataforma la universidad norteamericana de
Harvard. Que quede claro, no tenemos ningún aspaviento con el país del norte. Eso de “abajo el imperialismo
norteamericano”, no tiene sustento en los tiempos actuales. Lo que sí debe quedar claro que el nuevo
discurso del fujimorismo, es táctico, y a nadie convence. Decir que la Comisión
de la Verdad y Reconciliación, ha realizado un buen trabajo, nadie lo cree,
cuando eran ellos los que despotricaban de esta inmensa tarea histórica para
pacificar el país en tiempos muy difíciles para todos los peruanos.
Por otro lado es imposible creer
que el fujimorismo ha cambiado, cuando sus líderes representativos históricos
son los mismos que acompañaron al dictador. Allí tenemos a Luz Salgado, Martha
Chávez, Alejandro Aguinaga, Kenyi Fujimori, Carmen Lozada, entre otros delfines
del fujimorismo –o neofujimorismo como ahora se llama- dispuestos a dar la vida
por Alberto. Por lo que en el sentido hipotético que Keiko salga elegida, su
primera medida –qué duda cabe- será poner en libertad a su padre. Y el
descalabro democrático habrá comenzado. La inestabilidad y la incertidumbre se
habrán apoderado del país.
Por lo que, si Keiko insiste en
querer ser presidente de todos los peruanos, debe abiertamente romper con el
triunvirato, manifestando públicamente su radical oposición a la forma como
gobernó el fujimorismo el país en la década de los 90. Y licenciando, es decir
dando de baja, a los militantes –líderes históricos- del fujimorismo que
gobernaron con su padre. Asimismo comprometiéndose y firmando un acta ante el
pueblo, que será respetuosa de la institucionalidad democrática. De otra forma
los peruanos, no estaríamos convencidos de su supuesto cambio.
El pueblo no olvida La Cantuta y
Barrios Altos, así como Accomarca y tantos otros pueblos olvidados en las
alturas de nuestra serranía donde se violentaron los derechos humanos.
En tal sentido, en estas
elecciones presidenciales, que se realizarán en abril del 2016, debemos ir a
las urnas emitiendo un voto consiente e histórico, pensando en la consolidación
de la institucionalidad democrática y en el desarrollo económico del país.
Hagamos de este país en las próximas décadas un país de primer mundo. Ese debe
ser nuestro gran reto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario