Por:
Enrique Soto (*)
La crisis política que
asfixia al pueblo peruano desde hace algunos meses, impidiendo reactivar la
economía, ha llegado a su máximo nivel de sostenimiento, con la propuesta
pronunciada por el presidente Martín Vizcarra, en su discurso del 28 de julio
ante el Congreso de la República, donde sugiere adelanto de elecciones
generales para el 2020.
Esta postura del Ejecutivo
–a pesar de no haber sido presentada, todavía, oficialmente, como un Proyecto
de Ley de Reforma Constitucional- es sumamente delicada para la estabilidad
política y de gobierno. Abre un espacio más amplio para la incertidumbre; que
se reflejará en el quehacer económico, deprimiendo, aún más, la inversión y el
consumo, alentando el desempleo, la recesión y la pobreza.
Estando a dos años, del
Bicentenario de la Independencia, como país republicano, esta crisis política
que el Perú está padeciendo, es una gran irresponsabilidad de nuestros
gobernantes, de los cuales la mayoría de ciudadanos no se sienten
representados, por lo que vienen exigiendo cambios radicales y reformas
políticas.
Sin embargo, el
Parlamento, institución encargada de legislar, emitiendo nuevas normas y leyes
que impulsen el cambio y la modernización republicana, se niega a hacerlo;
promoviendo, un severo enfrentamiento con el Ejecutivo, impidiendo implementar
políticas avanzadas para promover el crecimiento y desarrollo del país.
La negación de reformar el
Estado, en estos momentos, es un atentado contra el progreso, y desarrollo de
la nación. Es una forma de seguir promoviendo un Estado de corrupción; a través
del cual gobiernan las mafias. Esta situación de todas maneras tiene que
cambiar. Estas escaramuzas son el principio del fin. Y estos malos legisladores
muy bien lo saben, y se atrincheran en su curul, para no ir a la cárcel.
Estamos viviendo
políticamente un periodo de definiciones; donde muchos políticos tradicionales
serán jubilados, y tendrán que replegarse en sus cuarteles de invierno, porque
una nueva clase política, avanza inexorablemente a reemplazarlos.
Sin embargo, la actitud,
que se adelanten las elecciones generales, propuesta por el Presidente de la
República, es una sugerencia bastante riesgosa, que ha sido dejada en manos del
Congreso. Si no es atendida oportunamente, Martín Vizcarra, tendrá que hilar
fino y de manera acelerada, implementando una maniobra bastante creativa, para
no poner en juego su futuro profesional como político; ya que sólo tiene dos
salidas: 1° presentar su carta de renuncia, él y su vice-presidenta, y dar un
paso al costado; o 2° disolver el Congreso, y convocar a nuevas elecciones
parlamentarias, para terminar el periodo. No tiene otra alternativa, sino
quiere caer en la humillación y quedar mal parado ante la historia.
En ese sentido, todos
estamos notificados, que esta situación convulsionará mas al país, pero también
estamos convencidos que será para bien. Todos los cambios políticos en la
historia de la humanidad han venido con forcejeos, con luchas y
enfrentamientos. Nada ha sido fácil. Todo ha requerido de esfuerzo y
sacrificio.
La Refundación de la
República, es una necesidad a gritos, que tiene que iniciarse con cambios
radicales en las instituciones tutelares que conducen el Estado Peruano, como
son el Poder Judicial y el Congreso de la República. Instituciones que deben
ser renovadas desde sus cimientos; si en verdad queremos instalar en nuestra
sociedad el principio de justicia con equidad. Y promover el bien común para
todos nuestros conciudadanos.
Llegaremos de esta forma al
Bicentenario, con una Nueva República y de manera verdadera respiraremos un aire
puro de libertad, tal como lo quisieron y soñaron quienes cayeron luchando en
la gesta emancipadora por entregarnos una patria libre.
(*) Periodista
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