miércoles, 10 de octubre de 2018

EN DEMOCRACIA

Por: Enrique Soto

El domingo pasado, de los 23 millones de electores aptos, solo 21 millones de ciudadanos –es decir el 80%- acudieron a las urnas, en todo el país, a emitir su voto de conciencia, para elegir a las nuevas autoridades locales y regionales. 20% no lo hicieron, principalmente, indiferentes y desalentados por la crisis política coyuntural de corrupción que estamos atravesando.
Sin embargo, podemos afirmar categóricamente que este acto cívico es de suma importancia y trascendencia para el quehacer político, económico y social del país. Y al haberse desarrollado ordenadamente, de manera disciplinada, es una manifestación de madurez democrática del pueblo peruano, que va aprendiendo a vivir en democracia, dándose de esta forma una estabilidad y sostenibilidad al estado y sus instituciones, a pesar de la coyuntura crítica que se está atravesando.

Los resultados de estas elecciones regionales y municipales marcan un derrotero en el quehacer político nacional, que van encaminadas hacia la realización de profundas reformas estructurales en el aparato estatal, y a dejar de lado a sectores políticos que no contribuyen en el desarrollo, sino mas bien son un obstáculo para el avance. Tal es así que la pedantería y la soberbia de Fuerza popular, ha sido castigada severamente en las urnas, al habérsele negado el apoyo ciudadano a sus candidatos. No apareciendo por ningún lado en los escrutinios realizados.
De esta manera podemos afirmar que el fujimorismo está en caída libre, y la tendencia es a desaparecer, ya que carece de ideología y doctrina. Base fundamental para toda institución política partidaria.
Otra cosa que vemos en este proceso electoral, es que el interior del país, se ha dejado sentir de manera contundente, con el triunfo de las organizaciones regionales independientes, dejando marcadamente de lado a los partidos nacionales, que mayoritariamente son direccionados desde Lima. La única excepción ha sido Alianza para el Progreso, que tiene controlado el “sólido norte”, en base a un clientelismo que han desarrollado los Acuña, a través de sus universidades.
Este nuevo panorama, que en la elección a la alcaldía de Lima, tiró al tacho de basura –a última hora- a los candidatos favoritos, eligiendo a Jorge Muñoz (AP), como nuevo alcalde, anuncia que el pueblo peruano ya no cree en los políticos tradicionales, y exige nuevos líderes que asuman responsablemente una gestión eficiente.
El quehacer político debe ser modificado radicalmente. Con la incorporación de nuevos líderes interesados en transformar el país, y con la realización de profundas reformas que cambien las estructuras del estado peruano, haciéndolo mas ágil y eficiente. Las reformas presentadas y que se van a poner en referéndum, es solo el comienzo, de una actividad continua de transformación nacional, que hemos tardado demasiado en iniciarla. Así lo ve la ciudadanía.
La corrupción debe ser combatida a muerte. ¡Corrupción cero! Debe ser el lema que impulse las nuevas gestiones municipales y regionales. A través de un control y fiscalización ciudadano, a parte de la labor que debe realizar el Ministerio Público, una vez recuperado, reformado y purgado de todos sus males elementos, que tanto daño le hacen a la institución.
Por lo manifestado, defender la democracia, recuperada con sangre, sudor y lágrimas, es una tarea ineludible de las futuras generaciones, que siempre debe ser llevada en alto, como un estandarte que simboliza la libertad de una nación. Las tiranías, y las dictaduras atrás quedaron olvidadas como una página negra y sucia en la historia de la República. Empezó la Refundación de un Nuevo Perú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario