Por: Enrique Soto Roca (*)
Este 28 de julio celebramos el 195 aniversario de vida republicana
independiente. La patria se llena de júbilo y nuestra bandera roja y blanca
flamea en lo alto en todos los rincones del territorio. En costa, sierra y
selva se oye, en todo momento, un solo grito: “¡Viva el Perú!”.
Es un momento trascendente, más allá de las efemérides, para
reflexionar sobre nuestra historia, sobre lo que hicimos, lo que dejamos de
hacer y lo que debemos hacer ahora y en el futuro. Estamos muy cerca de
celebrar doscientos años de vida independiente, dos siglos de haber roto las
cadenas del colonialismo, que tanto daño y sufrimiento causó a nuestros
pueblos.
El 2021 debe servir para hacer un balance profundo, exhaustivo y
rigoroso sobre nuestra independencia política, para lo cual debemos de
prepararnos en estos seis años que nos queda.
Adiós a la dictadura, bienvenida la democracia
En 1980 empezamos una nueva etapa en el devenir histórico de
nuestra patria. Después de cancelar un periodo de doce años de dictadura
militar, inauguramos una incipiente democracia, que algunos sectores políticos
no la aceptaron por considerarla una manifestación burguesa, que de nada
serviría para resolver los problemas cruciales que padece la mayoría del pueblo
peruano.
En tal sentido, surge Sendero Luminoso y el MRTA. La violencia
política y terrorista empezó a ser pan de cada día. El pueblo peruano vivió
cerca de veinte años acosado por dos fuegos cruzados, por un lado los que
defendían el nuevo orden establecido y su incipiente y endeble democracia, y
por otro lado, los que no aceptaban este nuevo régimen y querían derribarlo
violentamente a cualquier costo. Al grito de “salvo el poder, todo es ilusión”
hacían explotar dinamita por doquier, haciendo volar en pedazos a ciudadanos
inocentes, en incruentos atentados terroristas. El pueblo vivía en zozobra,
atemorizado, sin saber qué hacer.
Por su parte, los militares queriendo combatir el mal, lo
empeoraban, todos eras sospechosos, y muchos inocentes eran desaparecidos,
torturados y ejecutados extrajudicialmente.
La situación era incierta y la crisis económica que padecíamos nos
hundía más. Vivíamos una recesión crónica, que el gobierno de Alan García, con
el propósito de incrementar la demanda interna, la convirtió en una inflación
desbordante. La crisis económica estaba fuera de control. El país era un caos.
Nuestros mejores recursos humanos empezaron a abandonar el país en busca de
mejores opciones en el mundo. Así, íbamos perdiendo a nuestros más valiosos
talentos.
Es necesario recordar estas circunstancias para poderlas analizar
profundamente y saber cómo hemos llegado hasta donde estamos.
El Autogolpe
En 1990 asume el gobierno Alberto Fujimori, después de haber derrotado
en las urnas, en segunda vuelta, al escritor Mario Vargas Llosa. Entra con una
concepción distinta de hacer política, en comparación a los regímenes
anteriores. Inicia procesos de reestructuración del Estado, y para detener la inflación galopante,
dispara los precios de manera brutal: “el fujishock”, haciendo soltar las
lágrimas de las amas de casa.
Con la captura de los líderes senderistas y de los altos
dirigentes del MRTA, se empezó a tener cierto control de la situación, que fue
aplaudida por la población.
El deterioro político del Congreso de la República, por su
improductividad constante oposición a las medidas del régimen, fue aprovechado
por Fujimori y su asesor Vladimiro Montesinos, para planificar su cierre e
imponer una dictadura civil a través de un autogolpe. Es así como el 5 de
febrero de 1992 las Fuerzas Armadas rodean el Congreso y lo toman por asalto.
La operación resultó un éxito, el pueblo despolitizado apoyaba la medida, ya
que consideraba a los congresistas como zánganos.
Ahí empezó la tragedia política, aunque se cuidaron de mantener
una estabilidad económica. El país empezaba a recuperarse gradualmente, a pesar
que la violencia política y terrorista no cesaba.
Amparados en su impunidad dictatorial, empezaron a hacer lo que
les vino en gana. La imaginación y creatividad desbordante para hacer el mal
del asesor Vladimiro Montesinos se puso en marcha aceleradamente. Se
consideraron amos y dueños del erario nacional, y empezaron a tener en cuenta al
Estado Peruano como su negocio, que tenía que brindarles alta rentabilidad.
Para acabar con el terrorismo no escatimaron esfuerzos para
arrasar con los derechos humanos, violentaron el Estado de Derecho. Torturaron
y ejecutaron inocentes. Implementaron los jueces sin rostro para condenar terroristas,
saliéndose del marco legal. Renunciaron a los fueros internacionales. Nadie
tenía derecho de fiscalizar su conducta política en la administración del
Estado Peruano. Esto fue de la mano con la corrupción. La corrupción se volvió
una política de Estado: “Todo se compra, todo se vende”, decía Vladimiro, más
conocido como “el doctor”. El dinero del erario público se empezaron a levantar
por costales. Se compraron todas las editoriales de la mayoría de medios de comunicación
masiva así como se editaban pasquines diarios que colgaban en los quioscos de
todo el país, para distraer la atención del ciudadano común y corriente en
asuntos intrascendentes: “los psicosociales”. Es decir, se había organizado un
aparato malvado, que movía los hilos desde el SIN para controlar el Estado y su
nación en su conjunto, obteniendo buenos resultados durante una década. Diez
años les duró el negocio del mal. Cuando quisieron continuar cinco años más, la
pus brotó a borbotones. Apareció un video donde se veía que, en una sala del
SIN, Vladimiro repartía a diestra y siniestra el dinero de todos los peruanos.
El régimen cayó. Hoy Vladimiro y Fujimori están presos, pero
dejaron una escuela que ensucio el alma de la política peruana, y nos costará
muchos años limpiarla y revertirla.
Recuperando la Democracia
Con la caída del régimen fujimontesinista se recupera nuevamente
la endeble democracia y la precariedad institucional del Estado. Se instala un
gobierno de transición que lo preside Valentín Paniagua. Mediante elecciones
abiertas y directas, salen elegidos Alejandro Toledo: 2001-2006 y, luego,
nuevamente es elegido en un segundo gobierno, Alan García: 2006-2011.
Recién en esta última fase se inició nuestro crecimiento económico
sostenido y continuo durante diez años: 2003-2012, en un promedio de 6% anual.
Esto significó que nuestras Reservas Internacionales Netas (RIN) hayan crecido
por encima de los 60 mil millones de dólares, y hayamos acumulado en el Fondo
de Estabilización Fiscal (FEF), creado en 1999, alrededor de 18 mil millones de
dólares, que podrían ser utilizados en situaciones en donde necesitemos
impulsar la economía.
Asimismo, la inversión extranjera directa creció de 3 mi millones
de dólares en 1994 a 12 mil millones dólares durante el 2012. Nuestro Producto
Bruto Interno (PBI) está alrededor de los 200 mil millones de dólares y
nuestras exportaciones han crecido de manera considerable, pues se han
triplicado.
Todo esto debido al boom de los precios internacionales de los
minerales, que subieron considerablemente en los años de bonanza y crecimiento,
ya que somos el tercer producto mundial de cobre, plata y zinc, y el sexto de
oro.
Con Ollanta no pasa nada
Continuando con la reflexión por este 195 aniversario patrio de
nuestra independencia, consideramos que este último gobierno de Ollanta Humala
no ha realizado nada significativo para consolidar nuestra economía y, debido a
su falta de capacidad para gobernar, estamos viendo que ésta se le va de las
manos, no pudiendo controlar un proceso de desaceleración y/o enfriamiento
económico.
Las medidas que promueve no son acertadas, por ser mediocres y
poco audaces. Tenemos ingentes recursos económicos para acometer con fuerza y
gran decisión, como incrementar significativamente la inversión pública,
pisando el acelerador para que éstas se implementen rápidamente. Parece que las
dos grandes obras de inversión que tenemos en pie, como la Línea 2 del Metro de
Lima, con alrededor de 6 mil millones de dólares de inversión, y el Gaseoducto
del Sur, con aproximadamente 4 mil millones de inversión, ya no son suficientes
para reactivar la economía. Esta
inversión aproximada la tenemos que triplicar en los próximos dos años, debido
a que tenemos un déficit de inversión de cerca de 60 mil millones de inversión
en infraestructura.
Asimismo, debemos incrementar significativamente la Remuneración
Mínima Vital (RMV), para dar impulso al consumo interno. Por otro parte,
debemos abrir el mercado de capitales de manera agresiva a las micro y pequeña
empresas, y dar impulso de esa forma a los emprendedores. Incrementar el
presupuesto a los sectores educación y salud es vital pues se encuentran
retraídos, creando así un mejor recurso humano, que incremente la
productividad. Además, es necesario promover la investigación, para alentar la
industrialización del país. Nuestros productos ya no tienen que ser exportados
como simples materias primas, pongámosles valor agregado, de esa forma se
incrementará la calidad y el precio.
Rumbo al 2021
Sirva pues este aniversario patrio, para meditar y ver la
forma de cómo preparar al país y a nosotros mismos para llegar triunfadores
al 2021. En estos seis años nuestro país tiene el reto de modernizarse y llegar
como un país desarrollado a esa fecha. Esto solo va a ser posible si revertimos
el proceso de desaceleración que estamos padeciendo. Somos líderes en la
región, lo cual nos debe alentar a ser audaces en el manejo económico.
Impulsemos lo que tenemos a mano y lo que sabemos hacer. Desarrollemos la
minería con alta tecnología que no contamine el medio ambiente. Promovamos la
agricultura a gran escala, con productos de gran impacto en la alimentación
mundial, que son requeridos por el mercado internacional. China e India son los nuevos y más grandes
mercados del mundos, que se ubican en la cuenca del Pacifico, del cual nosotros
somos parte. Saquémosle provecho a nuestra buena ubicación geopolítica. Somos la puerta de entrada a Latinoamérica y
de salida al Asia, el futuro de la humanidad. Asimismo, hay que promover el
turismo y la gastronomía, evitando cometer errores descomunales, como los
cometidos por este gobierno al no participar en la feria gastronómica más
grande del mundo, realizada en Milán, con la concurrencia de cientos de países
de todo el planeta. Esas equivocaciones son fatales, que las disculpas de un
premier no las superan económicamente.
En economía de mercado, un error es aprovechado por la competencia.
Asimismo, hay que impulsar el sector energético (gas natural y recursos
renovables). Si dinamizamos todos estos sectores de manera estratégica,
estaremos en los ojos del mundo y nos miraran con atención.
Valga pues, este aniversario patrio, para reflexionar a
profundidad sobre el futuro de nuestro país, que nos permita celebrar dentro de
seis años nuestros doscientos años de vida republicana independiente. Nunca más
el colonialismo saqueador. “¡Viva el Perú, carajo!!:﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ Nunca mastores educaco de seis años
nuestros doscientos años de vida republicana independiente. Nunca mastores
educac”.
(*) Periodista. Analista político