“Si quieren tener un buen
Congreso páguenle bien y si no, revóquenlo!, ha manifestado sin inmutarse el
congresista José Luna Gálvez, tercer vicepresidente de la mesa directiva del
parlamento nacional, ante los periodistas que lo abordaron en la puerta del
Hemiciclo, contrariamente a lo que preconiza, que un parlamentario debe tener
una remuneración de Un Nuevo Sol, como la que él supuestamente recibe.
La ratificación del aumento de la
asignación por función congresal de 7 mil a 15 mil nuevos soles, ha permitido
que los ingresos mensuales, de manera total, de un parlamentario asciendan a 30
mil nuevos soles. Equivalente a 41 salarios de un peruano que percibe la
remuneración básica. En un momento, cuando todos creíamos que iban a dar marcha
atrás corrigiendo tan grueso error. Decisión que ha significado, como dice
Cecilia Blondet, de Proética, una “vergüenza”, calificando a los congresistas
de “caraduras”.
Esta repudiable decisión trae a
la memoria lo sucedido hace algunos años, cuando un reciente elegido padre de
la patria, al juramentar dijo: “Juro por Dios y por la plata”.
Es mas resulta hasta insultante a
la inteligencia ciudadana, cuando el presidente del congreso Víctor Isla,
asegura que el aumento busca consolidar la institución, señalando asimismo que
con dicho incremento los 130 parlamentarios harán mejor su trabajo congresal,
fortaleciéndose de esa forma la representación. Lo que no quiere ver Isla es
que con esta fatal decisión, ha quedado desestabilizado políticamente este primer
poder del Estado, poniéndose de espaldas a la realidad, frente a un pueblo que
lo abuchea y repudia, situación peligrosa para la estabilidad y fortalecimiento
de la democracia, que en esta fase de la historia republicana es la mas prolongada
con 12 años continuos, desde que se reinstaló en el 2000 con la caída de la
dictadura fujimontesinista.
El aumento de este fondo no
equivale a gastos de representación, sino es un incremento de sueldo, realizado
de manera encubierta, hecho poco transparente y falto de ética. Ya que de haber
sido mas inteligentes, para exigir el reforzamiento económico en su labor
parlamentaria, dejarían que se les fiscalice, a través de la rendición de
cuentas. Este saqueo de las arcas fiscales es un desafío presupuestal.
Situación que no se justifica con la labor realizada en 18 meses de ejercicio.
Ya que el desempeño ha sido mediocre. La decisión trascendente, de gran
envergadura política y de estabilidad institucional no han querido resolver
como es la de elegir a los miembros del Tribunal Constitucional, Banco Central
de Reserva y Defensoría del Pueblo, debido a actitudes mezquinas y contrarias a
los intereses generales de la nación.
Esta institución llamada Congreso
de la República, con 130 curules y con esta desacertada actuación, está
totalmente devaluada y ha tocado fondo. Necesita de una reforma o reingeniería
para rescatarla como un baluarte estratégico de soporte democrático. Es necesario
mantener esta institución como eje democrático pero de manera renovada. Ya que
como sostiene el congresista Javier Diez Canseco “El Congreso está perdiendo
piso y credibilidad”, advirtiendo que se está fomentado un desequilibrio de
poder, que puede crear un escenario para el cierre del Congreso, como ocurrió
en el año 1992, coincidiendo de esta manera con el parlamentario Abugattas
quien sostuvo que “se están dando las condiciones para cerrar el Congreso”.
Declaraciones delicadas que hacen pensar seriamente sobre la coyuntura política
nacional y el qué hacer para superar este desatino y profundo bache que vamos a
recorrer para consolidar nuestra endeble democracia.
Por su parte, Augusto Alvarez
Rodrich, se pregunta: ¿si existen condiciones para un quiebre democrático?
Respondiéndose que: “No parece, pero en estos casos lo mejor siempre es estar
alertas”. En otro momento, Fernando
Tuesta Soldevilla, politólogo de la PUCP señala que “está calando en la
población que no es necesario tener Congreso para gobernar y que una dictadura puede
ser mejor”. Todos estos comentarios y opiniones expresan una gran preocupación
por la inestabilidad y vulnerabilidad de nuestra democracia. Poniéndose de manifiesto
lo endeble que es, pero que esta situación llegue a afectar la gobernabilidad,
es asunto mayor.
En esta coyuntura de
inestabilidad política es necesario plantear una salida dentro del marco legal
y del estado de derecho. La mayoría de la población está de acuerdo en realizar reformas para salir adelante y
afirmar nuestra democracia. Así como, estamos de acuerdo que el actual Congreso
está devaluado. En tal sentido, consideramos prioritario realizar la propuesta
inicial de Gana Perú, reformando la Constitución del 93, que nos rige
actualmente, y convocando a una Asamblea Constituyente, instaurando dos
Cámaras, la de Senadores y la de Diputados a fin de devolverle la majestad al
Congreso de la República. Creemos sinceramente, que esta salida es la mas
saludable.
Creemos que ha llegado la hora y
el momento para empezar a consolidar las instituciones. A partir de las crisis,
nacen las reformas y aparecen los grandes cambios. Es necesario, conveniente e
histórico que levantemos banderas ante la incapacidad y la mediocridad y levantemos las banderas del cambio. La Gran
Transformación es una urgencia en nuestro país. Empecemos por preparar todo lo
necesario para convocar a la Asamblea Constituyente. Ya que los padres de la
patria, con algunas raras excepciones, han fracasado y no van a tener autoridad
moral para oponerse, ante la avalancha ciudadana que así lo exige.
(*) Periodista
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