Por: Enrique Soto (*)
Como
nunca antes visto en la historia republicana nuestro país avanza incontenible
en su crecimiento en materia económica. Según demuestran los indicadores
macroeconómicos que anuncian que el año en curso cerrará con un crecimiento del
PBI, de alrededor al 6% superior al 5% y 5.5% que anunciaban a inicios del año un entusiasta
Julio Velarde del BCR y el Ministro de Economía Luis Miguel Castilla.
Asimismo, se prevé que la inflación será
baja, de aproximadamente 3%. El ahorro
interno, expresado sólidamente, a través de las Reservas Netas Internacionales
RIN, ha sobrepasado los 60 mil millones de dólares. Considerando que las
exportaciones han disminuido alrededor del 11% de enero a setiembre del 2012,
siguen significativas, a pesar de la galopante crisis internacional. Y la
inversión privada extranjera se prevé que se mantendrá al igual que el año
pasado, que cerró en 7 mil 300 millones de dólares, ya que el primer trimestre
del año, se registró en el Perú en 3 mil 400 millones de dólares. En medio de
este escenario económico positivo se anuncia que el superávit fiscal será
superior al del año 2011 que alcanzó el 2%.
Según
este panorama de abundante éxito, pareciera que la crisis económica mundial que
viene angustiando y desesperando a los países desarrollados e industrializados,
es ajeno a nuestra realidad. Sin embargo, la repercusión en nuestra región y en
el Perú particularmente puede ser catastrófica si es que la crisis
internacional se incrementa saliéndose del control y provocando un desplome,
ante lo cual debemos estar preparados y poder acometer con firmeza esta
adversidad. Por eso con mucha razón el presidente Ollanta Humala, en la XXII
Cumbre Iberoamericana realizada en Cádiz, España, ha advertido que no debe
haber un exceso de triunfalismo en América Latina, como tampoco
sobredimensionar el crecimiento económico en esta parte del mundo, pues dijo,
no seremos inmunes a la crisis mundial. Asimismo, señaló que nuestra región
tiene un “Talón de Aquiles” que es la dependencia de las exportaciones de
materias primas. Luego agregó “no conozco país desarrollado que dependa de las
materias primas”, para lo que necesitamos implementar una profunda
industrialización y eso significa innovación tecnológica y científica si
queremos consolidar nuestro crecimiento, acotó.
Con
estas declaraciones el país queda claramente advertido que para crecer de
manera sostenida es necesario superar nuestra situación de país dependiente
económicamente por ser primario-exportador y avanzar agresivamente hacia la
industrialización. Es decir, ponerle valor agregado a todos nuestros productos
que exportamos. Por ejemplo, en lugar de exportar cobre en bruto, porque somos
los segundos productores de cobre y zinc en el mundo, porque no exportamos
tubos de cobre. Para ello es importante que el estado promueva la innovación.
Es
el momento de revolucionar nuestra economía y ponerle valor agregado a nuestras
materias primas, empecemos por lo mas fácil, práctico y de menor inversión.
En
esa misma dirección debemos remarcar que para crecer de manera sostenida y para
defendernos acertadamente de una posible embestida y/o coletazo de una remesón
económica mundial, hay que consolidar nuestro crecimiento, consolidando nuestro
mercado interno, incrementando nuestro consumo, sin dejar de controlar las
variables macro-económicas que nos dan estabilidad.
Es
decir, tenemos en primer lugar que mejorar sueldos y salarios, teniendo en
cuenta que estas reclamaciones están generando desórdenes sociales,
promoviéndose paros y huelgas en diferentes instituciones especialmente
públicas. Asimismo, contener los conflictos sociales, producidos a raíz de la implementación
de grandes inversiones sobre recursos naturales en la industria extractiva,
manifestada principalmente con las comunidades nativas, a pesar que el gobierno
central viene participando en alrededor de 80 mesas de diálogo. Esta situación
de conflictividad tiene que desaparecer para afianzar el crecimiento económico.
Debemos considerar en las negociaciones que de mantenerse una situación como
esta todos saldremos perdiendo. La flexibilidad, la cordura y la
responsabilidad social empresarial son de suma importancia en este momento
histórico de crecimiento económico que nos ha tocado vivir.
Asumamos
con ponderación los cambios que se vienen. Al estado le toca la función de
mediador y promotor del desarrollo con justicia e inclusión social.
No
politicemos ni ideologicemos los conflictos que son prácticos y recurrentes, en
función de intereses económicos y bienestar para la población. El empresario y
el inversionista deben entender que su porcentaje de ganancia no puede estar
por encima de estándar aceptado en el mercado internacional. Querer mas es
generar conflicto. Entendamos que la situación no muy favorable en el mundo
para las inversiones. Tengamos en cuenta que el Perú apuesta por una economía
abierta al mercado internacional. Es decir, por una economía globalizada,
poniendo en riesgo muchas veces su mercado interno.
Esa
es la situación asumida en materia de política económica. Las reglas están
claras para la inversión extranjera.
Por
ello, es necesario, para crecer de manera sostenida, poner atención a nuestra
infraestructura y educación principalmente. Si poseemos una infraestructura
moderna y adecuada a las grandes exigencias del mercado, seremos competitivos.
La que tenemos actualmente es retrasada, por lo que tenemos urgencia de
acelerar el proceso de construcción en las diferentes áreas y rubros que sean
necesarios, como carreteras, puentes, puertos, aeropuertos, hospitales,
escuelas, parque automotor, etc. a fin de impulsar el crecimiento.
Asimismo,
debemos lanzar un gran operativo de envergadura
en la construcción de grandes fábricas que impulsen la industrialización. Debemos
vivir “el boom de la industrialización”, teniendo en cuenta que grandes
capitales vendrán a nuestro país debido a la debacle de la economía mundial.
Debemos
mirar como un reto, los gigantescos mercados del Asia y la India, con más de
2,800 millones de consumidores. Sin despreciar a EE.UU. que tiene 400 millones
de consumidores y/o Europa. Todos estos mercados son trascendentes para el
Perú, sin dejar de lado nuestra región.
Nos
encontramos frente a un inmenso desafío. De nosotros depende asumir el reto.
(*)
Periodista
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