lunes, 25 de junio de 2012

¿CONGA VA SÍ O SÍ?

Por: Enrique Soto Roca (*)

Después de haber superado con mucha habilidad y destreza –instalando una mesa de diálogo- el ministro del Ambiente, Manuel Pulgar Vidal, en representación del gobierno central, el conflicto minero suscitado en la provincia de Espinar, en el Cusco, donde opera la empresa Xstrata-Tintaya, ahora queda por resolver el espinoso y polémico conflicto ambiental existente en la región Cajamarca con el Proyecto Conga.

Después de seis meses de dimes y diretes, el conflicto minero-medio ambiental, suscitado en la región Cajamarca, sobre la realización o no del mega proyecto Conga, parece ingresar a su etapa final de decisiones definitivas.

Tengamos en cuenta que Conga es un proyecto minero de inversión gigantesca que bordea los 5 mil millones de dólares, con las nuevas condiciones que el gobierno le ha impuesto en base a las recomendaciones del peritaje internacional que se mandó a realizar al Estudio de Impacto Ambiental (EIA), aprobado por el gobierno aprista el 2010.

Lo importante es que la empresa Newmont ha expresado a través de una nota de prensa, aceptar las recomendaciones del peritaje, así como las nuevas exigencias gubernamentales, en clara señal de la intención de concretar la inversión.

Sin embargo, las autoridades regionales, con su presidente Gregorio Santos se mantienen en sus trece. Con su tajante y radical posición “Conga no va” “El proyecto no es viable”. Esta posición la sostiene y la defiende con un radical extremo, al haberse iniciado desde hace 25 días un paro regional indefinido, con movilizaciones y enfrentamientos constantes con la policía. Situación que se ha agudizado en los últimos días con la implementación de una huelga de hambre, a la que se han sumado algunos altos dirigentes y comuneros. Esto incluye que mas de 300 ronderos custodien las lagunas e impidan reinicio de las actividades económicas de la empresa Yanacocha, provocando ingentes pérdidas diarias a pequeños y medianos empresarios que mayormente viven del turismo.



Esta situación de conflicto social es alarmante y lo que es peor a nadie beneficia, ni al gobierno central, ni a la comunidad cajamarquina. Es decir en la actual coyuntura todos perdemos. Por lo que es necesario y urgente hacer algo para superar esta tensión. Y la única salida que se tiene en democracia es el diálogo. Por lo que se tiene que insistir en ello hasta que la situación se resuelva. Sin autoritarismo de ninguna de las partes ni el uso de la fuerza, que desencadenaría en una espiral de emergencia. No queremos mas baguazos. Y ello solo lo conseguiremos actuando con tino, prudencia y sabiduría. Siendo flexibles y viendo que es lo mejor para el desarrollo de nuestros pueblos, sin priorizar posturas partidarias e intereses particulares. Busquemos el punto medio. Es decir el equilibrio aristotélico. 

Para que el diálogo sea fructífero, y no de sordos, tenemos que empezar por reafirmar la confianza, palabra mágica en la interrelación social: CONFIANZA. Sino existe confianza el diálogo no caminará.


Debemos creer en las palabras del presidente, en torno a este tema, y ser los primeros fiscalizadores en su implementación. “Primero el agua, esa es la condición. Mi gobierno no permitirá ningún proyecto que exponga a la población al desabastecimiento del agua”, ha dicho en su último mensaje a la nación, en donde responde a la actitud positiva de inversión que tiene la empresa minera Newmont, con respecto al proyecto Conga, señalando claramente que “el gobierno promueve la inversión con reglas claras y el nuevo enfoque busca aprovechar los recursos naturales, gestión del territorio y uso racional del agua”. Asimismo, aprobando que “Conga va” señala que no se puede exponer al Perú al incumplimiento del estado de derecho, ya que hacer esto causaría un enorme daño a todos los peruanos. Esta última declaración presidencial ha polarizado la situación. Y ha tensionado a las partes. Esto debe ser superado con la búsqueda del diálogo de manera incansable.

Además es necesario resaltar la manifestación del gobierno central de crear una comisión multisectorial para fijar “una nueva ruta hacia la convivencia pacífica entre la protección del medio ambiente y la minería”.

Consideramos que lo que se ha iniciado en Espinar, es de gran importancia, instalando una mesa de diálogo con una presidencia colegiada, donde participan el alcalde Oscar Mollohuanca, el presidente regional del Cusco y el ministro del Ambiente Manuel Pulgar Vidal, así como la instalación de tres mesas de trabajo sobre responsabilidad social, desarrollo de la provincia e impactos ambientales. Corrigiendo a tiempo la torpeza de encarcelar al alcalde, levantando rápidamente el estado de emergencia y esperando que también rápidamente liberen las cuentas del municipio, actuando diligentemente el Sector Economía y el Poder Judicial. Es resaltante la integración a esta mesa, de la empresa Xstrata-Tintaya. Cerrando el circuito.

Teniendo como antecedente positivo la pacificación de Espinar, debemos volver los ojos sobre Cajamarca, reconociendo el trabajo prudente realizado por el ministro del Ambiente, quien ha dado muestras de ser un operador político, mas que técnico, con un manejo acertado de la situación. En tal sentido, se le debe encargar nuevamente la restitución del diálogo con las autoridades de esa región, ya que al primer ministro no es bien visto y además no posee el carisma, ni la habilidad política para llevar esta controversia a buen puerto. Los celos deben ser dejados de lado, para dar prioridad a la solución de los problemas.

El diálogo debe estar enmarcado en darle al conflicto una solución de carácter político e integral y no simplemente técnico. Exacerbar la controversia sería fatal para Cajamarca y el país. Ambas partes tienen que ceder y ser flexibles. El presidente Ollanta Humala debe actuar con suma cautela sin avivar los ánimos como lo viene haciendo un sector de la prensa, acusando que el problema de Cajamarca es producto de un puñado de revoltosos izquierdistas frustrados, que pretenden desestabilizar al gobierno. Gregorio Santos no está en capacidad para desestabilizar la democracia, y en esto compartimos la opinión de Steven Levitsky: “No estamos en 1990. No hay guerra en el Perú…los manifestantes  en Cajamarca o espinar pueden ser radicales, antimineros y oportunistas. Pero no son terroristas. Y no constituyen ninguna amenaza al Estado o a la democracia” (diario La República 10.06.2012)
(*) Periodista 


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