Por: Enrique Soto
¿Qué está sucediendo en el
Perú?, se preguntarán muchos compatriotas, ante el enardecimiento del quehacer
político, que llegó al nivel irracional de intolerancia, exacerbando las
pasiones, con la muerte del ex presidente Alan García, quien decidió suicidarse
antes de ser detenido y encarcelado, acusado de corrupción.
Este luctuoso suceso ha
impactado sobremanera la conciencia nacional, llevándonos obligatoriamente a
realizar una reflexión profunda sobre el quehacer político nacional, la crisis
de valores y la concepción de vida del ser humano. Nadie imaginó que esto
podría suceder en una situación de enfrentamientos jurídicos, por esclarecer –y
sancionar severamente a los culpables- escandalosos hechos de corrupción
registrados en los últimos veinte años, que comprometen seriamente a varios
gobiernos.
La situación registrada,
parece incontrolable; sin embargo, creemos que ha llegado el momento de
serenarnos, actuando con prudencia y firmeza. Sin dar tregua, a la lucha implacable
que se le debe imprimir a la corrupción -¡caiga quien caiga!-. Es un deber
moral, político e histórico, defender el patrimonio económico del país. No permitiendo,
que las arcas fiscales sean saqueadas, por ladrones, disfrazados de
autoridades, que se hacen pasar por gobernantes.
Creímos, ingenuamente, que
la corrupción había sido detenida y controlada, cuando el pueblo peruano, luchó
denodadamente por traerse abajo a la dictadura fujimontesinista, logrando
encarcelar a sus más conspicuos representantes. Sin embargo, eso no fue cierto.
Solo hubo un cambio de ladrones. Quien encabezó la caída de la dictadura de ese
entonces –Alejandro Toledo- hoy está prófugo de la justicia, por haber recibido
20 millones de dólares en sobornos, para adjudicar obras de gran envergadura a
la empresa Odebrecht.
En tal sentido, aun siendo
profundamente humanos y sensibles, creemos que la decisión tomada por el ex
presidente Alan García, de suicidarse antes de verse encerrado en una celda, no
debe detener, ni en un ápice, las indagaciones por llegar a la verdad y
sancionar penalmente a los responsables. En tal sentido, el Ministerio Público
y los fiscales encargados deben ahondar su trabajo y esforzarse al máximo en
hacerlo con precisión. No se le debe dar ni una sola concesión a los corruptos.
Sentimos, que el país
ingresa a una nueva etapa de su historia republicana, a pocos años de cumplir
su Bicentenario de la Independencia. Sentimos que grandes cambios se avecinan
en el quehacer político. Sentimos que una nueva generación empieza a aparecer
para tomar las riendas de la conducción de la nación, y tenemos la esperanza
que las cosas van a cambiar, en función del bien común, como debe ser el fin supremo
del quehacer político.
El país pide a gritos
nuevos gobernantes, capaces de guiar a la nación por el sendero del crecimiento
y desarrollo. Ya que los anteriores han fracasado en ese objetivo, porque han
preferido enfocarse en resolver su bienestar personal, familiar y de grupo,
afectando el erario nacional. Por eso muchos están yendo a la cárcel a purgar
sus culpas.
Finalmente, sostenemos que
es muy doloroso lo sucedido, con el ex presidente Alan García. Este hecho
humanamente, nunca debió suceder. Y debe quedar escrito en la historia de la
vida republicana, como una lección tristísima para el futuro de los nuevos
gobernantes. Sinceras condolencias a la familia del occiso y por extensión a
toda la militancia del partido aprista.
(*) Periodista
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