Por: Enrique Soto
Nadie pensó que la izquierda
peruana desempeñaría un rol protagónico e importante en la política nacional en
el presente. Todos apostábamos porque se necesitarían muchas décadas, previas a
un intenso trabajo, para que la izquierda pueda aparecer como un factor
importante, en el quehacer político. Sin embargo, las cosas se presentaron, totalmente
distintas a partir de las últimas elecciones generales, que después de dos
procesos continuos de votación tuvimos que elegir a los nuevos parlamentarios y
al nuevo Presidente Constitucional de la República, resultando la izquierda
peruana configurada como una tercera fuerza política en la nueva coyuntura
nacional, y quedando suscrita con una segunda fuerza representativa en el Congreso de la República, habiendo ocupado 20
curules. Esta nueva situación hace variar radicalmente la escena política, que
cualquier análisis serio debe tener en consideración, si se desea comprender a
plenitud el nuevo escenario político nacional al cual estamos ingresando.
Estos logros de la izquierda
peruana, representados por el Frente Amplio (un conglomerado de ciudadanos, agrupaciones
y partidos), no son suficientes para garantizar la fortaleza de la tendencia
política, solo apertura una posibilidad de ser opción de gobierno en las
próximas elecciones generales, sí y solo sí, se trabaja con visión de país y de
manera unitaria, dejando de lado, los sectarismos y el caudillismo, que en mas
de dos décadas ha impedido que la propuesta política desarrolle y avance en el
quehacer político en el país como un impulso de liberación de las Fuerzas
Populares organizadas. En tal sentido, lo avanzado hasta el momento, debe ser
visto como algo que debe crecer, ensancharse y consolidarse, para que pueda ir mas
allá, como algo sostenido políticamente en el tiempo histórico. Y eso no se
logra con prematuros enfrentamientos, promovidos desde afuera por los que no
creyeron en la opción política en el momento adecuado, y prefirieron quedarse
observando el desafío que realizaba los que decidieron lanzarse en esta
cruzada. Hoy, queriendo aprovechar el nuevo escenario de éxito inicial, presionan
por querer ingresar al conglomerado, utilizando cuanto medio de comunicación
masiva que tengan al alcance, sin importarles la tendencia política e ideológica
que representen. El pedir ser incluidos en el Frente ahora, a pesar que no
desearon antes de las elecciones, nos parece aleccionador, todo lo que
signifique sumar debe ser visto como algo gratificante, pero, valga razones,
para realizar esta incorporación de manera ordenada, respetando reglamentos y
estatutos, que todavía no existen, por ser un Frente en proceso de constitución. Todo
esto, creemos va a suceder, como parte de un respeto constitucional al Estado
de derecho, en un ambiente profundamente democrático.
Marco Arana, congresista electo,
por el Frente Amplio, líder de Tierra y Libertad, partido que puso a
disposición su inscripción en el Jurado Nacional de Elecciones, para que la
izquierda pueda participar en las últimas elecciones generales, ha manifestado
categóricamente que dentro del partido no hay ningún ambiente de confrontación,
lo que existe es debate, dentro de un mecanismo democrático. En otro momento,
señaló que “el Frente es construcción
reciente. Hasta ahora no tiene reglamento, sino pactos. Queremos normarnos, lo
haremos en un congreso en septiembre.”(La República 10/7/16). Mas adelante,
por este mismo medio, Arana se pregunta: ¿Cómo
hacemos que el Frente Amplio se amplíe? Luego sostiene, que ese es el
debate. Agregando: “Hemos recibido un
mandato de construir una fuerza alternativa de izquierda después de mas de 20
años que no ha sido posible.” Finalmente comenta, que no solo la
inscripción garantizará la unidad.
Creemos sinceramente, que las
ambiciones de poder, y los apetitos personales de figuración no deben
ensombrecer lo que hasta ahora se ha conseguido con mucho esfuerzo en el avance
como propuesta política en la izquierda peruana. No se debe permitir retrocesos
históricos, como en anteriores oportunidades. Consideramos, que nuevos y
renovados vientos soplan en la izquierda, inaugurándose una nueva etapa en su
evolución histórica natural. Habiéndose producido, desde nuestro particular
punto de vista, una purga inadvertida, donde ellos mismos se han expulsado, aquellos
que nunca quisieron el cambio y la renovación, queriéndose perpetuar como
eternos dirigentes de movimientos sociales inexistentes, queriéndose afirmar
como una casta inamovible, pero como todo tiene su final, tuvo que llegarles el
término. Ahora presionan para que se los incluyan, consideramos que deben
ingresar los que vienen con intenciones de aportar en el crecimiento y
consolidación del Frente, pero deben seguir fuera quienes vengan con intención
de torpedear y hacerlo estallar por dentro .Ellos no deben tener cabida en este
nuevo proyecto, ya que no hicieron lo que tenían que hacer en el momento
adecuado. Tuvieron su oportunidad , y no la supieron aprovechar, por lo que no
tiene derecho de exigir nada, debiendo resignarse a dar pasos a la nuevas
generaciones, que gallardas empuñan las banderas del bienestar común, sin odios
ni revanchismos, con ganas de construir una nación nueva, próspera y
desarrollada.
En tal sentido, el desafío que
tiene que enfrentar la Nueva Izquierda, representada en el Frente Amplio, es
sumamente grande y delicado, que pasa por comprender el rol que le toca asumir
frente al nuevo gobierno, de derecha, presidido por Pedro Pablo Kuczynski, y
tener a su costado, en el Congreso de la República, a una abrumadora mayoría
fujimorista, que ocupa 73 escaños. El trabajo no va hacer fácil. Tendrá que
hilar fino para no caer en tentaciones y en sutiles trampas que tenderá el
enemigo. Por lo que es de suma importancia, tener claro hacia dónde se dirigen,
cuál es su visión de país que enarbolan. En función de eso sabrán distinguir
claramente, sin mayor esfuerzo, el bien del mal. Confiamos que harán su tarea
sin mayores contratiempos. Ya quedó demostrado, la forma sutil, sin renunciar a
los principios, como se apoyó a PPK, para impedir que el fujimorismo llegue
nuevamente al Poder. En ese aspecto, Verónika Mendoza, candidata a la
Presidencia de la República por el Frente Amplio, jugó un papel protagónico de
suma trascendencia, impidiendo con el llamado que hizo que Keiko Fujimori, se
alzara con la victoria. Para lo cual tuvo oportunidad, realizada con gran
habilidad, de levantar la defensa de la institucionalidad democrática, del
Estado de Derecho y la lucha contra la corrupción, superando tácticamente las
diferencias que se tiene con el modelo económico neoliberal. Este apoyo
incondicional que se le brindó a PPK no significa de ninguna manera una alianza
con la derecha que el partido Peruanos por el Kambio representa, sino fue una
forma de cerrarle el paso a una nueva versión de un gobierno dictatorial
fujimorista, en tal sentido, con este nuevo gobierno, la izquierda tiene el desafío
de asumir de manera coherente y responsable una oposición que defienda los
intereses sociales, políticos y económicos de los sectores populares que los
han encumbrado en el poder. Con ese compromiso, y teniendo como premisa de que
“dialogar no es pactar”, representantes de la bancada del Frente Amplio,
liderados por Marco Arana y Verónika Mendoza se reunieron con Fernando Zavala, Presidente
del Consejo de Ministros del nuevo gobierno, habiendo expresado claramente la
postura de la izquierda en materia de defensa de medio ambiente, de derechos
laborales de los trabajadores, de lucha implacable contra la corrupción y
acabar con la delincuencia que tiene en zozobra a la ciudadanía, manifestando
para ello la necesidad de realizar urgentes reformas estructurales en el
Estado.
Como podemos darnos cuenta el
reto de la izquierda para posesionarse sólidamente, y de manera sostenida en el
nuevo escenario político nacional, es todo un desafío, que tendrá que saber actuar
con sutileza para no caer en contradicciones. Por ello la izquierda tiene que
concentrarse dentro del Parlamento en proponer proyectos legislativos de
envergadura, que se vean como aportes significativos en la nueva
reestructuración de Estado, sin perder de vista su rol fiscalizador, que le
confiere la Constitución, haciéndole un seguimiento a las decisiones e
implementaciones en su gestión al nuevo gobierno, exigiéndole el cumplimiento
de sus compromisos realizados en campaña. En esa dirección es de suma
importancia diferenciarnos de la oposición que realizará Fuerza Popular, que
por ser fuerzas fujimoristas, que aún no aquilatan la derrota, pueden estar
empeñadas en promover obstáculos innecesarios para impedir el éxito en la
gestión del nuevo gobierno. Situación que no es compartida por la izquierda
peruana.
Viendo el panorama político
nacional en esa dimensión, es necesario que el Frente Amplio se fortalezca, como
expresión genuina de la nueva izquierda modernizada, que ha comprendido los
cambios políticos, económicos y sociales que se han suscitado en el mundo en la
tres últimas décadas, cambiando radicalmente nuestras formas de pensar y hacer
política. Quien no asume esta nueva realidad global, va a tener dificultades
para encarar una nueva visión de país, necesaria para construir un nuevo Perú. Pensando
de esta manera no cave exacerbar, conflictos y confrontaciones al interior del
Frente Amplio, ni dentro de las organizaciones que la componen, ya que si
recrudecen podrían hacer abortar una oportunidad maravillosa que nos otorga la
historia. En tal sentido, es necesario limar asperezas si los hubiera, para
asumir acuerdos políticos y programáticos, encaminados a elaborar los
Reglamentos y Estatutos que normen la vida institucional. Tenemos entendido que
en pocos meses el Frente convocará a un Congreso Nacional, donde decidirá el
rumbo político e histórico a seguir, situación bastante encomiable. Creemos que
el debate aperturado, y llevado a cabo con ideas y mucho respeto, harán arribar
a resoluciones de excelencia, que el pueblo peruano en su conjunto, y
principalmente los mas pobres, estarán profundamente agradecidos, por haber hallado
una élite de dirección política que los conducirá indefectiblemente a la
victoria.