Por: Enrique Soto (*)
“Queremos un Estado atlético que suba al cerro, y no un Estado panzón”, ha dicho metafóricamente el presidente Ollanta Humala, para ironizar a sus competidores, exaltando sus actitudes físicas para movilizarse rápidamente. Sin embargo, la velocidad con la que se desplaza no logra contagiar a una burocracia pesada, lenta, aletargada, ineficiente y poco proactiva, enquistada en un Estado panzón, muy bien dicho.
¿Por qué tenemos un Estado sin visión, ineficiente, lento, burocratizado, sin metas y objetivos a largo plazo? ¿Es que tenemos un gobierno carente de virtudes de buena gestión y eficiencia gerencial?
Hace mas de diez años aproximadamente vivimos un crecimiento económico continuo, con un promedio del 6% del PBI anualmente. Alcanzando una renta per cápita de 10,500 dólares y las Reservas Internacionales Netas alrededor de 67 mil 500 millones de dólares, con una balanza comercial positiva, cuyas exportaciones alcanzan los 45 mil millones de dólares. Sin embargo, hace unos meses, desde finales del año 2012 según algunos analistas, hemos empezado a experimentar un proceso de desaceleración, debido a la afectación de las inversiones privadas -en especial las mineras- la inoperancia, burocratización e incapacidad del sector público y los continuos conflictos sociales.
De no atacar estos males rápidamente la situación puede empeorar y toda la bonanza económica vivida desvanecerse. Aún estamos a tiempo de capear el temporal y reencausar la buena marcha de nuestra economía por la senda del crecimiento constante y sostenido, realizando las profundas y necesarias reformas, como la del Estado que es la madre del cordero.
Debemos tener en cuenta que los precios de las materias primas se mantendrán en niveles relativamente altos, dado que no se espera que la economía China profundice su desaceleración.