viernes, 14 de junio de 2019

¿REFORMAR EL ESTADO O UNA NUEVA CONSTITUCIÓN?

Por: Enrique Soto

¿Las escaramuzas y enfrentamientos entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo han concluido? ¿El asunto de conflicto quedó resuelto con la aprobación del pedido de confianza solicitado por el Presidente del Consejo de Ministros? o ¿Algo desesperanzador se cocina al interior del Parlamento, promovido por la mayoría apro-fujimorista, para fin de la legislatura?


Entendamos de una vez por todas, partiendo de la realidad. Fuerza Popular y el aprismo, no desean reformar sustancialmente el Estado, porque los cambios a realizar atentarían contra sus intereses, y mas aún en una coyuntura de alta vulnerabilidad (por la situación de corrupción), que comprometería definitivamente su existencia, en el quehacer político nacional, haciéndolos desaparecer. En tal sentido –sin decirlo- ellos pretenden pelear hasta que el agua les llegue a las narices. Situación muy delicada para la estabilidad democrática y de gobierno del país.

Por ello, todos debemos estar preparados para lo que pueda suceder al final de esta legislatura. Es decir en las próximas semanas. Ya parece muy difícil que el Congreso cumpla con la aprobación –sin modificar su esencia- los seis proyectos de reforma constitucional, que el Ejecutivo le ha enviado, y lo haga en el plazo señalado (antes de terminar esta legislatura).

Para ese entonces, el Presidente Vizcarra, debe estar claro en lo que va hacer –con mano firme-, si el Congreso no cumple con el compromiso ofrecido, no le queda otra cosa que, aplicar la Constitución, y disolver el Parlamento, convocando a nuevas elecciones, para que  culminen el periodo. En ese extremo todos habremos perdido, pero no hay otra salida, desde mi modesta opinión, si queremos mantener el principio de autoridad, apuntalar y hacer respetar los principios democráticos.

El estado de derecho, tal y como está no da para mas, se necesita urgente, renovar el andamiaje, implementando inicialmente, estas reformas ofrecidas por el Ejecutivo, si en verdad queremos, cambiar y renovar  el modo de hacer política, y combatir la corrupción. De lo contrario estaríamos arando en el mar, ya que sin las herramientas jurídicas adecuadas es imposible combatir el bandolerismo político, que ha festinado, en las últimas décadas, con el erario nacional.

Ha llegado el momento de parar este pandillaje político. Y es tarea del presidente Vizcarra hacerlo, si desea trascender, de lo contrario pasará a la historia como un cómplice mas, que conversa, dialoga, negocia y se acomoda nefastamente en esta danza funesta.

Esto no significa que el diálogo se agotó, que llegó el fin de la conversación. Conversar y dialogar son actitudes democráticas, pero de manera transparente, de cara al pueblo, que escuche y vea lo que su gobierno hace.

Es que la situación en el país en los últimos 25 años, con todos los presidentes comprometidos en actos de corrupción, con excepción de Valentín Paniagua, se ha vuelto sumamente delicada e inestable, que impide seguir desarrollándonos y crecer económicamente, ahuyentando la inversión privada, que golpea la promoción del empleo y genera mas pobreza. Esto tiene que cambiar.

Por ello, algunos sectores políticos, que ven con mas profundidad los cambios estructurales del estado peruano, plantean –con razón- una Nueva Constitución. Que se convoque a una Asamblea Constituyente para Refundar la República. Ya estamos a dos años para celebrar el Bicentenario de la Independencia. Y todavía seguimos inmersos en problemas profundos que impiden nuestro desarrollo y la consolidación de la República. Por eso decimos: ¡Al toro por las astas! Y paremos este pillaje. ¡Caiga quien caiga!