Por: Enrique Soto (*)
Un informe
económico emitido por el Área de Estudios Económicos del Banco de Crédito del Perú,
a través de su gerente, Carlos Prieto, manifiesta que, debido al impacto de la
pandemia del Covid-19, el Producto Bruto
Interno (PBI), del país, para el presente año
2020, caerá en -11%, trayendo consigo mayor desempleo y un gran incremento de
la pobreza.
Esta proyección económica, siendo
realistas y en honor a la verdad, podría quedar corta, teniendo
en consideración la gravedad del problema creado por la infección. El mercado está
siendo afectado tremendamente, sumergiéndolo en un estado de parálisis total,
donde pocos compran y casi nadie vende, salvo productos y servicios esenciales,
que permitan a la gente seguir viviendo.
En tal sentido,
podemos afirmar, que la situación que estamos viviendo es incierta, y desde el
punto de vista económico, de gran preocupación para toda la ciudadanía. Ya que
no sabemos cuándo va a terminar esta guerra contra el virus, para poder iniciar
realmente, como debe ser, con gran rigor, la reconstrucción del desastre
económico que nos provocó la pandemia;
no solo a nosotros, sino a todo el planeta.
Sin embargo, no
solo debemos enfrascarnos, en una lucha tenaz, por contener al virus, sino que
también debemos impedir, en paralelo,
que la economía y el mercado sean desbastados. En tal sentido, como dice el
informe del BCP, hay que evaluar nuevas medidas de política económica (las
que se están implementando no son suficientes, ni están dando buenos resultados).
Acelerando la Inversión Pública y la Reconstrucción con Cambios.
En tal sentido, la
disposición, de 20% del PBI, para contener el mal que agobia a mas del 70% del
pueblo peruano, que empieza a sufrir hambre y desesperación por la escasez, es
insuficiente, debiéndose promover, de manera inmediata, mayor inyección de
liquidez, para contener y superar el flagelo que vienen siendo víctimas los
sectores más pobres, vulnerables y desposeídos.
Tenemos indicadores
macroeconómicos que refrendan capacidad de incrementar el gasto para salvar
vidas. Tenemos capacidad de endeudamiento, y estamos bien posesionados y mejor
vistos en el sistema financiero internacional, siendo agentes de créditos. Asimismo,
podemos decir que tenemos solidas reservas internacionales (RIN),
que sobrepasan los 67 mil millones de dólares. Es decir, hay condiciones para
evitar que la gente empiece a morir de hambre.
La crisis económica
que estamos empezando a padecer va a ser de consecuencia catastrófica. En estos
tres meses, que llevamos confinados, cumpliendo una cuarentena, el pueblo
peruano ha sentido los embates del mal:
Un millón 200 mil desempleados, se van registrando, y caídas mensuales le PBI
de entre el 10% y 15%. Una contracción del consumo espantosa, que anuncia la
venida de una recesión demoledora, que estamos obligados a contenerla y
superarla. Por eso, el apoyo del Estado a micro y pequeña empresa con crédito,
a baja tasa de interés, se convierte en determinante, para oxigenar la economía
del mercado, manteniéndolo con vida.
Consideramos,
asimismo, necesario hacer una revisión del modelo económico, para evitar el
acaparamiento, la subida brutal de precios de productos y servicios (teniendo
como fundamento el libre mercado) y el monopolio. Algo que
ya está sucediendo. Siendo necesario, en esos aspectos, una sana, sabia e
inteligente intervención del Estado, superando el convencionalismo de que el
mercado se regula solo, producto de la oferta y la demanda. Esa creencia en
estos momentos, de gravedad social, no funciona.
Esperemos, con suma
preocupación, que esta grave situación económica que estamos padeciendo, producto
de la pandemia de Covid-19, no sea empeorada por las
luchas interinstitucionales y grupos de poder, por lograr hegemonía y control político,
en un periodo de proximidad de elecciones generales en el país. Eso sería
catastrófico, que socavaría las débiles estructuras de nuestra
institucionalidad democrática, algo que no lo debemos permitir.
Por tal motivo, es
de suma importancia, en estos momentos cruciales para la vida republicana de
sobrevivencia, que el Ejecutivo y el Congreso de la República, superen
asperezas, y logren mayor entendimiento, a favor de las grandes mayorías que
hoy sufren y padecen con esta pandemia que amenaza su existencia.
(*) Periodista