Por: Enrique Soto (*)
Después que Keiko Fujimori, de
Fuerza Popular, reconociera su derrota, Pedro Pablo Kuczynski, de Peruanos por
el Kambio, es virtualmente el nuevo Presidente Constitucional de la República, ganando
ajustadamente, como se dice en el argot hípico, “por una nariz”, con una
diferencia de 42 mil votos aproximadamente, en conteo realizado por la Oficina Nacional
de Procesos Electorales (ONPE) al 100%, desenlace hecho público después de
cuatro días de haber tenido a la ciudadanía en vilo.
A pesar que estos resultados, recibidos con
algarabía por la mayoría de la población, ya que apuntan al fortalecimiento de
la democracia, no dejan de ser de gran preocupación para los analistas
políticos, y principalmente, para el nuevo gobierno que conducirá los destinos
de la nación a partir del 28 de julio entrante, teniendo en consideración que
tendrá una oposición mayoritariamente sólida, constituida por los 73
congresistas que representan a Fuerza Popular. Bien claro dijo Keiko en su
discurso de aceptación de resultados emitidos por la ONPE en segunda vuelta: “seremos oposición responsable”. Esto debe leerse como una advertencia, que
debe obligar a PPK, a impulsar el diálogo, con todos los sectores políticos del
país, incluido el fujimorismo, si en verdad desea hacer una buena gestión de
gobierno, garantizándose de esta forma la continuidad de la estabilidad
democrática.
El encargo político, de conducir
los destinos del país en los próximos cinco años, que recibe el nuevo gobierno
no es nada fácil y harto difícil. Ya lo dijo Hugo Neira, en un artículo
publicado en El Comercio el 1 de mayo, y que todo analista serio debe tener en
cuenta: “Quien gobierne durante el
periodo 2016 – 2021 las tiene difíciles. Los años dorados de fuerte demanda
externa han acabado” refiriéndose a la situación externa, que él la
denomina factor A, teniendo en cuenta que el ritmo de crecimiento de la
economía a escala mundial va a ser bajo, y eso golpea, particularmente a América
Latina, de la que el Perú no está excluido. Y refiriéndose al factor B, es
decir a la situación interna, Neira sostiene que “la conflictividad va a continuar, protesta social y los
socioambientalistas, mas la persistencia de la pobreza”. Y esto debido al
no alcanzarse el bienestar, ya que los resultados en el campo económico son
insuficientes. Luego, mas adelante señala a manera de pregunta: “¿Quién recogerá el clamor del pueblo a
cambiar el sagrado modelito, al menos en algo?”, refiriéndose al modelo
económico neoliberal, que necesita
urgente, al menos, hacerle algunas modificaciones y/o reajustes. Y hace
un llamado al diálogo, a la negociación, al acuerdo, al consenso entre Keiko y
PPK, gane quien gane. Esto lo manifestó antes del 5 de junio. Creemos,
sinceramente que lo último es sumamente necesario, para garantizar el progreso
y desarrollo, así como la estabilidad institucional, de la nación.
Tal como se presenta la nueva
coyuntura política, el nuevo gobierno tiene que moverse con mucha precaución y
bastante audacia, desde ahora. No esperar instalarse en palacio para empezar a
actuar, y recién mover sus fichas del tablero de ajedrez que tiene sobre su
mesa, porque quizá sea muy tarde. “Camarón que se duerme se lo lleva la
corriente”, reza el viejo adagio popular. En tal sentido, debe armar un
gabinete de consenso, con las fuerzas políticas que deseen incorporarse en su
proyecto, buscando un liderazgo, incorporando un Primer Ministro, que sea
mesurado y tenga llegada a todos los sectores, que le permita buscar siempre el
consenso, garantizando la gobernabilidad. Por lo que se le hace necesario tener
buenos oídos, para escuchar a todos, y recoger lo que sea más saludable para
avanzar en la gestión. En esa perspectiva, no se debe dejar de lado, sometiéndola a una severa
evaluación, la propuesta alcanzada por los apristas, de proponerse como un
grupo político bisagra, que permita conciliar intereses entre el legislativo y
el ejecutivo, que se anuncia relaciones ásperas que pueden hacer trastabillar
al nuevo inquilino de la casa de Pizarro.
El nuevo gobierno, presidido por
PPK, debe tener en cuenta que logró
ganar las elecciones en segunda vuelta, debido al apoyo incondicional – y casi
obligado históricamente, ya que ambas propuestas que pugnaban por el Poder son
de derecha- recibido por la izquierda oficial representada por el Frente
Amplio, liderada por Verónika Mendoza y por Gregorio Santos, así como por el
colectivo ciudadano que impulsó la campaña “Keiko
no Va”, que fue una gigantesca manifestación de repudio al fujimorismo. Estos
sectores, debe tenerlo bien en claro PPK, no van a cerrar filas con el nuevo
gobierno, sino que van a ser oposición, porque eso es lo que les conviene,
preparando las huestes para las nuevas batallas que darán en el 2018, en los
nuevos comicios municipales y regionales y en el 2021, en el cual pugnarán con
todas sus fuerzas por alcanzar la victoria. En tal sentido, la conducta
política y el comportamiento social que
tengan estos sectores en estos cinco años de nuevo periodo de gobierno es
fundamental para alcanzar sus objetivos, teniendo en cuenta que suman alrededor
de 20 congresistas en la representación nacional, que muy bien le haría al
nuevo gobierno tenerlos en consideración, escuchando sus observaciones, que van
a estar continuamente a la orden del día.
Como se podrá apreciar el
escenario político, en los próximos cinco años, va a estar bastante agitado, si
no logra, de saque, el nuevo gobierno calmar las aguas. En la oposición se van
a mover dos frentes –con distintos intereses, no está demás decirlo-
estratégicamente ubicados. Por un lado, el fujimorismo, cuando crea
conveniente, rugirá como un león, en medio de la selva, queriendo hacer
prevalecer su existencia, con sus 73 congresistas, sino hay ninguna estampida,
y atacará dando zarpazos, cuando lo crea conveniente, para imponer su
autoridad, de ser mayoría absoluta en la representación nacional; el nuevo
gobierno –sin asustarse- deberá hilar
fino, para contener la avalancha. Requerirá de mucha paciencia, de mucha
inteligencia, de mucha audacia, para evitar –y está obligado a hacerlo- que la
sangre no llegue al rio. El nuevo gobierno no debe caer en estas provocaciones,
que siempre le tenderá este tipo de oposición para hacerlo caer, es decir,
derrumbarlo, si no se cumple con sus caprichos. Ello significa que hay que
escucharlos y atenderlos, pero a posturas racionales y no con los excesos que
contengan malas intenciones. Por eso el nuevo gobierno debe estar con los ojos
bien abiertos y los oídos atentos, para evitar el cerco. Por otro lado, PPK, como
nuevo presidente constitucional de la nación, también, va a tener una
oposición, emanada del apoyo incondicional que le dieron en la segunda vuelta
para que pueda vencer al fujimorismo. ¿Qué le va a exigir esta oposición? Por
venir de la izquierda, y de los sectores populares, van a estar vigilantes que
el nuevo gobierno cumpla con sus promesas, ya que harta experiencia se tiene
que muchos candidatos presidenciales se han alzado con la victoria, y una vez
instalados en el poder, se olvidan de todas las promesas que hicieron al
pueblo, sin que este pueda hacer nada por revertir esa mala conducta. Esta
situación al parecer en esta oportunidad no sucederá descaradamente, ya que se
cuenta con 20 representantes en el Parlamento Nacional, y una población mínimamente
organizada en un colectivo, que debe estar en constante movimiento. Esta, consideramos
que es una oposición democrática, responsable y constructiva, que busca el bien
común, un Estado de Bienestar, que lucha por la Justicia, y la redistribución
equitativa de la riqueza. Esta oposición, nunca va a querer desestabilizar al
nuevo régimen, para que caiga generándose el caos y la inestabilidad
gubernamental. Situación nefasta para la consolidación de la democracia.
Como podremos darnos cuenta, en
medio de estos dos frentes de oposición, totalmente distintos, tendrá que
moverse el nuevo gobierno, situación que no le será fácil, teniendo en
consideración los graves problemas, de carácter urgente que tiene que resolver,
o dar indicios de querer resolver en sus primeros 100 días al frente del
Estado. Eso, pensamos, va a ser la exigencia de la ciudadanía, que ansiosa
espera resultados inmediatos y a corto plazo, así como frenar el avance
incontenible de la delincuencia que prácticamente ha tomado las ciudades a
nivel nacional, generando que la gente viva atemorizada por esta lacra social.
Por otra parte, el nuevo gobierno
tiene problemas cardinales de índole nacional que deben ser resueltos
sustancialmente en los próximos cinco años que le toca conducir los destinos
del país. El problema central y de mayor alcance, que nos dará sostenibilidad,
es la reactivación de la economía, que está en franco enfriamiento y
desacelerada desde el 2013. A duras penas hemos logrado crecer en los últimos
años en 2.5 y 3%, situación que pone en grave riesgo la estabilidad del
crecimiento económico, después de haber tenido diez años de bonanza, donde las
arcas fiscales se llenaron, pero no se hicieron las inversiones necesarias para
consolidar este vertiginoso crecimiento.
Sin embargo, podemos decir que el Estado cuenta aún con los recursos económicos
suficientes y necesarios para emprender una gestión que cree las condiciones
que permitan garantizar un desarrollo y crecimiento económico sostenido. Tenemos
Reservas Internacionales Netas (RIN) que sobrepasan los 60 mil millones de
dólares, a pesar de haber perdido en los últimos cinco años alrededor de 10 mil
millones de dólares, con la política desarrollada por el Banco Central de
Reserva (BCR) de contención del crecimiento de la divisa norteamericana.
Manteniéndola a raya con un gran costo. Asimismo, contamos con un Fondo de Estabilización
Fiscal que bordea el 8% del PBI, si prevemos que nuestro PBI promedio alcanza
los 200 mil millones de dólares anuales, se calcula que el FEF, alcanzaría la
suma de 16 mil millones de dólares, recursos que pueden utilizarse para
impulsar la economía en situaciones extraordinarias, como este periodo de
desaceleración que estamos padeciendo. Esto significa ponerle atención a las
grandes inversiones, que movilicen la economía interna a gran escala, parando
una infraestructura eficiente, adecuada y moderna en función de nuestro
crecimiento, y realizarlo de manera acelerada, es decir avanzar a marcha
forzada. Poner atención a la construcción de puertos y aeropuertos, carreteras
longitudinales que fusionen el país de Sur a Norte y carreteras trasversales
que logren unir puntos estratégicos de la costa, sierra y selva. Teniendo al
país comunicado con vías adecuadas, el movimiento económico interno estaría asegurado,
y con las puertas abiertas a través de puertos y aeropuertos, nuestra
comunicación y comercio internacional estaría garantizado, y por consiguiente
nuestro crecimiento, prosperidad y desarrollo iría viento en popa. Y eso que no
hemos mencionado el gran potencial de capacidad de endeudamiento que poseemos,
ya que nuestra deuda es bajísima, no sobrepasa el 20% de PBI.Y para asegurar
los recursos humanos calificados adecuadamente tenemos que actuar con firmeza
en el desarrollo de políticas educativas, implementando adecuadamente escuelas,
colegios y universidades con toda la modernidad que existe en el mundo. Es
decir, tenemos que encaminarnos, y ese es el desafío de este nuevo gobierno, de
ser un país altamente competitivo, pero con las herramientas en la mano, que
nos permitan realizar esa labor. No mandarnos al campo de batalla, sin un fusil
bajo el brazo, eso significaría ir al matadero. Preparémonos en tal sentido
para asistir y participar en las grandes ligas, y luchemos tenazmente por ser
los mejores.
Otro de los retos que tendrá este
gobierno es hacer las grandes reformas. Iniciando con una transformación a
fondo del Poder Judicial, desde donde desde hace muchos años no se imparte
justicia sino injusticia. Por eso que ya nadie cree en ella, ya que saben que
si van a buscar justicia nunca la van a encontrar. Por eso, el Poder judicial,
se ha convertido en la institución con más baja credibilidad entre los ciudadanos,
seguida de la Policía Nacional, en la que para hacerla idónea se tendrá que
purgar a un 70% de sus efectivos, y casi a la totalidad de los altos mandos, naturalmente
con algunas excepciones. Para reformar el Estado se requiere, no mano dura,
sino una decisión política, que se implemente con firmeza, y apunte a su
modernización. Eso va a ser necesario e imprescindible para poder elevarnos,
porque es como un peso que cargamos y nos arrastra por el suelo. Ese es otro desafío
que tiene este nuevo gobierno, que se inicia formalmente este 28 de julio.
Asimismo, tiene por otro lado el desafío
que luchar contra la corrupción, contra las malas autoridades, que llegan al
Estado, a ocupar cargos para saquear las arcas fiscales, y enriquecerse
ilícitamente. De esta situación el pueblo mayoritariamente está asqueado, y
espera tal como lo propuso en campaña, muerte civil a los corruptos, que nunca
vuelvan a ocupar cargos públicos en el
Estado, y que los casos de corrupción sean imprescriptibles. El pueblo
organizado estará vigilante que esto se implemente, y no solo sea un estribillo
de campaña.
El plato fuerte, que será el gran
desafío para el nuevo gobierno, y que el pueblo le exigirá resultados inmediatos, a través de cual PPK, tendrá la
oportunidad de poner a prueba la fibra de su capacidad de liderazgo político,
es, poner coto a la avalancha delincuencial que azota a la mayoría de las
principales ciudades en todo el país, y que el gobierno nacionalista de Ollanta
Humala que se va, no pudo resolver.
Esperemos que este nuevo gobierno
presidido por PPK, asuma en su totalidad los nuevos retos que el Perú exige,
inaugurando una nueva etapa en el devenir histórico de la política nacional
partir del 28 de julio, que de manera oficial asume el mando y la conducción de
los destinos de nuestra patria, con el convencimiento que la continuidad
democrática es signo ineludible de grandeza en el quehacer de los pueblos por
alcanzar su bienestar y desarrollo.
(*) Periodista