miércoles, 27 de mayo de 2020

EN MEDIO DE LA DIFICULTAD NACE LA ESPERANZA

Por: Enrique Soto
En este mundo donde la vida del hombre es breve, y transcurre con dificultades inesperadas, como las aguas de un río, que busca con dificultad constante su cauce, para llegar al mar; el sabio rey Salomón, hijo de David, nos dejó una gran enseñanza para comprender nuestra existencia mas a plenitud, diciéndonos: “Todo en este mundo es pasajero. Todo pasará”. Dándonos a entender, que comprendamos que nada es para siempre. Ni las alegrías, ni las tristezas, ni los éxitos, ni los fracasos, ni la gloria ni el ocaso. Nada en este mundo es eterno. Esto creo que ha de servirnos de mucho, como un acicate para poder resistir, y seguir luchando en esta coyuntura aterradora que nos ha tocado vivir con la invasión inesperada de la pandemia del Covid-19, que aún no sabemos cuándo acabará. Pero debemos tener fe y confianza, que en un momento dado le asestaremos el golpe mortal al virus.


La situación que estamos atravesando –desde que apareció el primer caso de contagio de esta enfermedad, llamado caso cero, y se declaró el estado de Emergencia Nacional, con una cuarentena de confinamiento –es sumamente difícil en el país; donde la mayoría de conciudadanos la están pasando muy mal, siendo mas desgarrador la situación en los sectores marginales, donde su nivel de vida social y económica es mas vulnerable, que en mas de dos meses que está extendiéndose estas medidas sanitarias, la población no da mas y ha empezado a desbordarse, obstaculizándose de esta forma la estrategia de contención desarrollada e implementada por el Ejecutivo, con el apoyo de un ejército de médicos, enfermeras, técnicos sanitarios y las Fuerzas Armadas y Policía Nacional, que están siendo, también afectados por el mal, registrándose cientos de contagios y fallecidos en las filas de estos combatientes que se hallan ubicados en vanguardia.
El viernes 22 de mayo, el presidente Vizcarra en conferencia de prensa, anunció una extensión del estado de emergencia a nivel nacional, hasta el martes 30 de junio -cerrando el primer semestre del año 2020-. Modificando el horario del toque de queda, que ya no iniciará a las ocho sino a las nueve de la noche. Una hora más de movilización social, hasta las cuatro de la madrugada, en Lima y Callao; cosa distinta en el resto del país, y en las regiones con mayor riesgo de contagio. Además se exhibe, a través de un decreto supremo, una serie de flexibilizaciones, al confinamiento, y a las restricciones del quehacer económico y laboral. Haciendo un esfuerzo, de riesgo, de hacer mas llevadero la convivencia social.
Sin embargo, valgan verdades, por mas crudas que estas parezcan, la población, a estas alturas de la guerra, está altamente mellada y golpeada severa, física y sicológicamente, vuelvo a insistir mayoritariamente, es decir, mas del 70% de la ciudadanía de alta vulnerabilidad, ya que muchos de esos sectores, no han tenido acceso al bono de sobrevivencia, y los que fueron favorecidos, y tuvieron la suerte de recibir, no les es suficiente, para sostenerse con 760 soles, tres meses encerrados, algo que en los últimos días, recién se oye decir a algunos analistas económicos, que con esa cantidad de dinero es imposible contener la inmovilización. “Ya que sino los mata el virus, los va matar el hambre”, sostienen. Esto se ha convertido en las últimas semanas en una bomba de tiempo.
Este estado de cosas se empeora cuando empiezan a ver enfrentamientos interinstitucionales, por generar hegemonía y protagonismo político, con unas ansias de poder. El colegio médico, quiere a toda costa controlar el Ministerio de Salud, que siempre lo consideró su feudo, realizando declaraciones y acciones para desestabilizar al Ejecutivo, dándole mensajes de manifestación de poder. Felizmente, que esto fue tratado con inteligencia por el gobierno, ya que el titular del Colegio Médico, pedía la cabeza del Ministro de Salud, Víctor Zamora, exigiendo su renuncia. El gobierno, se paró firme y no hizo caso, tamaña aberración. Hoy vemos un nuevo enfrentamiento entre el Congreso de la República y el Ejecutivo, algo que considerábamos, los ciudadanos de a pie, algo superado, que nos tuvo en vilo en los primeros años de este periodo de gobierno, que terminó con la renuncia del presidente electo Pedro Pablo Kuczynski. Hoy parece, que volvemos a lo mismo, en medio de una situación, de alta peligrosidad para el conjunto del pueblo peruano. Es decir, los 32 millones de habitantes, que constituimos esta nación. Esperemos, que la sangre no llegue al río y las diferencias sean superadas. Pensemos en el beneficio común, que significa en estos momentos una batalla contra la muerte y no en apetitos subalternos electorales, que se realizarán el año entrante.
La pandemia del Covid-19, que aún nos sigue azotando sin misericordia, es un mal de sumo cuidado, que no debe distraernos, en su confrontación, absolutamente nada. Ya que esta es una guerra de vida o muerte. Solo hay dos posibilidades: se vive o se muere. Por lo tanto, estamos totalmente prohibidos en bajar la guardia. Eso significa mas apoyo económico a los sectores mas vulnerables por parte del estado, que es conducido por el gobierno de turno, representado por el Ejecutivo, liderado por el presidente Marín Vizcarra, que “personifica a la nación”, ¡Ejerza su autoridad, con vehemencia y audacia señor presidente!
A pesar, que –según dice el gobierno- se empieza a implementar la II etapa del Plan Reactiva-Perú, la implementación deberá realizarse con sumo cuidado. Ya que el virus está vivito y coleando, y el país, aún no llega a tocar techo en el crecimiento de contagios. Es decir todavía no llegamos a la meseta. Seamos realistas. En tal sentido la resistencia sanitaria, y los cuidados señalados para contener la infección no deben variar un ápice. Deben de seguir cumpliéndose al pie de la letra, de manera rigurosa. Es cierto que necesitamos realizar actividad económica, pero esto no debe ser lo prioritario. La salud es primero. Ya que reactivar la economía agresivamente, es como querer obligar a trabajar a colaboradores enfermos. Aquí es donde voy a dirigirme a los emprendedores, golpeados tan severamente por la pandemia. El mercado en más de dos meses de parálisis –casi total- ya fue severamente dañado. Habrá que reconstruirlo, de cero, si es necesario. Gracias a Dios en nuestro país tenemos buenos emprendedores. Es un país cuna de luchadores creativos, innovadores, imaginativos, que hemos sobrevivido a situaciones altamente destructivas. Hemos sobrevivido a veinte años de terrorismo implacable, de grupos armados, y del estado, donde se violaban los derechos humanos, y el mercado se contrajo severamente, por falta de inversiones privadas y públicas. Muchos de nuestros conciudadanos se iban del país, los que nos quedamos le hicimos frente a la situación, y salimos victoriosos. Hemos vivido la inflación más grande del mundo, que significó el deterioro total del mercado con el primer gobierno de Alan García. Y sin embargo, enfrentamos esta realidad económica caótica, y salimos adelante. Hoy igual lo haremos. Somos entusiastas, somos optimistas, y eso es mas que suficiente. Tengamos fe, que vamos a renacer de las cenizas, como el ave fénix.
Lo que se viene –sino está ya aquí- es sumamente desagradable, en cuestión de actividad económica, en asunto de mercado. Pero esto no es solamente en nuestro país, sino en el mundo entero. La recesión va ser un mal que sacudirá el mercado.
En tal sentido, tenemos que tener el valor, que tuvo Josué, sucesor de Moisés, para tomar la tierra prometida, aunque para nosotros será para tomar la tierra devastada y reconstruirla; con ese mismo valor que tuvo Josué de enfrentarse al peligro. Por eso el Señor, alentó al guerrero diciéndole: “Esfuérzate y ten buen ánimo”. Anímate pues, y ármate de gran fortaleza. Se prudente, medita de día y de noche. Procede sabiamente. Sé constante: No temas, ni desmayes”. Así habló el Señor a Josué, y todo le fue muy bien. Nosotros haremos lo mismo.
Así también, nosotros no debemos temer el peligro y los emprendedores, independientes, dueños de pequeños y medianos negocios, deben prepararse para enfrentar las nuevas dificultades que espera el mercado. Creemos finalmente, que el estado promueva la reactivación, con políticas eficaces.