lunes, 28 de octubre de 2019

ENFRIAMIENTO ECONÓMICO

Por: Enrique Soto

A pesar que el Instituto Nacional de Estadística (INEI) acaba de reportar un crecimiento del PBI nacional en el mes de agosto, de 3.39% (la tasa mas alta en lo que va del año), no significa que el país, esté saliendo de un proceso de enfriamiento y desaceleración económica, que se inició, en el año 2015, y se ha ido agudizando a lo largo de los últimos tres años, producto de la “incertidumbre política” interna y la guerra comercial global protagonizada por China y EE.UU.


La realidad económica que el país está atravesando es bastante delicada, que se manifiesta claramente, por la caída estrepitosa del empleo, que se vio agravada por el ingreso de mas de 1 millón de venezolanos a nuestra patria, promovida por una decisión política al inicio del nefasto gobierno de Pedro Pablo Kuczynski. Esto golpea tremendamente a mas de un millón de jóvenes peruanos que a diario buscan empleo, y a los mas de 300 mil nuevos trabajadores, que cada año se incorporan a la alicaída masa laboral.

Esto obliga a reflexionar, a cualquier ciudadano de a pie, sin necesidad de ser economista y/o líder de opinión, tratando de comprender este deterioro económico de los últimos cuatro años, después de haber vivido una bonanza de mas de diez años consecutivos (2003-2013).

¿Por qué el país está padeciendo este enfriamiento prolongado? ¿A qué se debe la desaceleración que amenaza estancar nuestro crecimiento económico?

Creemos sinceramente, que uno de los factores que impide que progrese la inversión privada, y el consumo interno, palancas primarias del crecimiento económico de una nación, es la incertidumbre política que padecemos, a partir de la inestabilidad gubernamental, producto del enfrentamiento, a muerte, entre el Ejecutivo y el Legislativo, que parece haber terminado con el cierre oportuno y constitucional del Congreso de la República.

Esta situación interna de inestabilidad política fue gravada con el descubrimiento de una escandalosa corrupción, promovida por la empresa Odebrecht, donde todos los presidentes de los últimos periodos gubernativos estaban comprometidos hasta el tuétano. Uno terminó suicidándose. Otro está preso en EE.UU., esperando su extradición, para ser juzgado en el país. Otro espera se le abra juicio, junto a su esposa, sin poder salir del país. Otro purga prisión preventiva con arresto domiciliario. Estos hechos alientan la desaceleración económica, que se refleja en el menor empleo, y la disminución del consumo interno, por parte de la población. Los grandes inversores esperan, que se calme la tormenta, para así asegurar sus capitales. Exigiendo seguridad jurídica para sus compromisos económicos. Y esto solo se conseguirá con una clara legislación, en democracia, con un sólido estado de derecho, donde reine el imperio de la ley.

Mientras tanto, poco, o casi nada, hace el gobierno de turno, presidido por Vizcarra, para relanzar la economía, y sacarla del enfriamiento, y de aguda desaceleración, que según nos parece, sinceramente, se acerca a la peligrosa línea que separa de la recesión, a pesar que el presidente del Banco Central de Reserva (BCR), Julio Velarde señala al respecto: “Hay una sensación que estamos en recesión, pero o lo estamos. El crecimiento es menor simplemente”.

El gobierno, tiene un reto por delante, frente a esta realidad económica de gran preocupación para los 32 millones de ciudadanos peruanos. Y el reto, va a significar, en primer lugar promover de manera efectiva la inversión pública, destrabando un sin número de procesos burocráticos paralizados. Alentando la inversión privada, combatiendo con severidad la corrupción, “caiga quien caiga”. Esto último es de suma importancia y trascendencia para dar seguridad dentro del marco jurídico al inversor. Así vendrán capitales, sintiéndose seguros.

 Es mas desde el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), debe promoverse una política económica expansiva en el área fiscal, que eleve el techo de la inversión pública, y el déficit fiscal, para incentivar el consumo. Asimismo desde el BCR, debe promoverse una política monetaria, que aliente el crédito, bajando las tasas de interés de manera agresiva, como se hizo en la crisis que padecimos el 2008 y 2009, no tímidamente, como se ha efectuado en el 2017. Tenemos que ser mas enérgicos, mas audaces para contrarrestar este inmovilismo económico. ¡Cuidado con la recesión! Si esta se presenta en grado sumo, sería catastrófico. Hay que prevenir este cáncer económico, que es altamente destructivo. Ya lo hemos padecido en la década del 90. No permitamos que esto vuelva. Por consiguiente, el MEF, no debe preocuparse tanto, en estos momentos, en mantener bajo el superávit fiscal. Como el BCR, no debe tener solo como objetivo, controlar la inflación, teniéndola al ras del suelo.

Es bien cierto, y hay que tenerlo en cuenta, que lo que se haga internamente, como gestión política en materia económica, no es suficiente, cuando en el frente externo, la economía mundial, es zarandeada por una guerra comercial entre China y EE.UU., ya que somos un país dependiente.

Por lo mismo, hay que estar preparados, ante la continua subida de los aranceles de estas dos potencias mundiales, que son nuestros socios estratégicos. Nosotros exportamos a estas dos grandes potencias, principalmente minerales y en menor escala alimentos. Y les compramos bienes de capital de mando medio.

Por lo que es muy necesario, tener en cuenta, los informes del Fondo Monetario Internacional en ese aspecto, que señalan que el crecimiento económico global caerá a 3%, producto del “agudo deterioro” de la actividad manufacturera y el comercio global. La subida de los aranceles, en el mercado internacional, genera una “incertidumbre prolongada”, dañando inversión y la demanda de bienes de capital. La economía global atraviesa, en estos momentos, un frenazo. Debemos estar advertidos.