domingo, 17 de abril de 2016

LO QUE EL PERÚ ESPERA

Por: Enrique Soto

Después de haber definido en primera vuelta, este 10 de abril, quienes serán los competidores que se enfrentarán por alcanzar la presidencia de la república el 5 de junio, es necesario hacer una pausa para evaluar todo lo sucedido en esta primera etapa de estos comicios generales, dada las constantes improvisaciones e irregularidades presentadas por parte del Jurado Nacional de Elecciones (JNE),que ha permitido que el Secretario General de la OEA, Luis Almagro Lemes, manifieste que en el Perú se vive una “semidemocracia”.

Es importante reconocer que esta primera parte electoral ha estado salpicada por una serie de improvisaciones e irregularidades que han marcado historia en estos comicios, ya que nunca antes había sucedido en nuestro país, por parte del JNE. Siendo las más significativas el veto impuesto contra candidatos favoritos -que ocupaban los primeros puestos de aprobación ciudadana- como Julio Guzmán y César Acuña y haber pasado por alto el otorgar regalos en campaña electoral a Keiko Fujimori, siendo rigurosos con otros candidatos.


Estos actos emblemáticos han opacado el proceso, sosteniéndose que no se ha aplicado las reglas de juego a todos por igual.  Golpeando a algunos hasta sacarlos de carrera y favoreciendo a otros. Es decir a todos no se les midió con la misma vara, sino según el color de su piel, léase intereses que representa.
Estos hechos  anormales de querer favorecer a unos y liquidar a otros dentro de una democracia incipiente que pugna por mantenerse y afirmarse, la ha debilitado tremendamente, a tal punto que a la luz de los resultados de esta primera vuelta, se puede afirmar que la voluntad ciudadana está polarizada en todo el país. Mientras que la costa norte apoya PPK y KeiKo, representantes de la derecha peruana, la sierra sur y parte de la sierra norte impulsan a VeróniKa Mendoza y Goyo Santos, representantes de la izquierda. Situación que se va a presentar muy complicada para quien asuma el nuevo gobierno a partir de 28 de julio, por lo que de manera desesperada PPK se adelantó manifestando su deseo de querer conversar con Santos, preso en Piedras Gordas, seguramente para llegar a un acuerdo consensuado, pero este lo ha rechazado. Por su parte, Verónika Mendoza ha manifestado que su agrupación, el Frente Amplio, no apoyará en segunda vuelta a ninguno de los dos finalistas, como son PPK y Keiko Fujimori. En tal sentido, la coyuntura política electoral se manifiesta en alta tensión, y no es suficiente poner cable a tierra.

Esta polarización política e ideológica ha dejado casi fuera de juego al centro político, expresado en los comicios, por Alfredo Barnechea, de Acción Popular, quién se vio minimizado por esta avalancha de voluntad ciudadana, que tendría que ir entrándole al juego democrático en la medida que esta polarización vaya entendiéndose, de esa forma en algún momento entrará a terciar en un ambiente democrático mas amplio y menos tenso.

¿A quién perjudica y a quién favorece esta polarización? ¿Es necesaria esta polarización para avanzar democráticamente? Toda polarización en principio no es aconsejable, es que las cosas no son a rajatabla blanco o negro, sino que existen matices, y entre los extremos siempre es aconsejable hallar el punto medio Aristotélico, gran filosofía y profunda sabiduría. Promueven esta polarización quienes se ven desplazados de la escena política, que por muchos años usufructuaron de ella, así como quienes se ven amenazados de ser procesados por sus actos de corrupción. Ahora lo que el Perú quiere es que las fuerzas políticas busquen consensos, respetando espacios e identidades ideológicas. En tal sentido, el nuevo presidente o presidenta que será elegido el próximo 5 de junio, tiene un gran reto, siendo el de primer orden búsqueda de consenso político, para asegurar la estabilidad y gobernabilidad de su gestión, evitando tensiones y conflictos sociales, que opaquen y/o minimicen su quehacer político. Eso significa que con audacia e inteligencia debe tender puentes hacia la oposición, y negociar y arribar a acuerdos que garanticen el desarrollo del país, actitud suprema que favorecerá a los más de 30 millones de habitantes que vivimos en este país.

Por eso, lo que el Perú quiere, no es vanos enfrentamientos, sino salir del entrampamiento de desaceleración económica en la que nos encontramos inmersos desde hace tres años aproximadamente. Eso significa impulsar la inversión privada y promover la inversión pública; diversificar el desarrollo productivo, crear empleo, acabar con la pobreza, impulsar proyectos de infraestructura para mantener un desarrollo sostenido. Asimismo, acabar con la inseguridad ciudadana, que se ha extendido enormemente por todo el territorio nacional, causando pánico y zozobra en el ciudadano de a pie y a las clases media principalmente, que no ven el Estado un ente protector. Por otra parte, el ciudadano peruano pide a gritos se acabe para siempre con la corrupción, que saquea las arcas fiscales empobreciendo la nación. Como también es urgente que el nuevo gobierno ponga atención como debe de ser a la educación y la salud, aspectos primarios en el desarrollo humano, teniendo en consideración los bajos niveles de atención que tenemos en esos sectores, ya que el recurso humano  y el conocimiento se han convertido en los últimos tiempos en fuentes decisivas del desarrollo y progreso de las naciones.

Por lo señalado, para que los sueños de todos los peruanos se cumplan, el próximo presidente o presidenta que asuma los destinos de nuestro pueblo, va a tener la necesidad imperiosa de realizar algunos severos ajustes al modelo económico, ya que su identidad ideológica y política al que representa no le va a permitir  realizar un cambio radical, pero al menos modificarlo en aspectos fundamentales, como lo que induce a la distribución de la riqueza, para que sea más equitativa, acabando o al menos disminuyendo la tremendas desigualdades económicas existentes. Debe tener como objetivo disminuir la brecha, que cada vez se agranda, entre ricos y pobres, aproximándolos en una convivencia pacífica y equilibrada, eso significa promover un Estado de Bienestar, que se preocupe del ciudadano común y corriente, para que tenga acceso a los servicios básicos de una vida digna, así como para que se le brinde vivienda, vestido, alimentación, salud y educación.

Por otro lado, tal como lo ha señalado Verónika Mendoza, su agrupación, con 20 congresistas aproximadamente en el Parlamento Nacional, realizará una labor política de oposición, se entiende responsable y con propuesta. En tal sentido, la izquierda, desde esa trinchera de lucha tiene  un gran reto, como es el de fiscalizar, de manera eficiente, el Presupuesto, y los recursos de la nación, impidiendo que la corrupción se siga levantando el erario nacional. Además, tiene la gran responsabilidad de exigir desde sus escaños se cumpla con las promesas de campaña, así como exigir al nuevo gobierno de turno trabaje a favor de las mayorías y los sectores mas necesitados, de lo contrario deben estar en capacidad como organización política de izquierda de movilizar al pueblo, porque ya está confirmado que las grandes batallas ante gobernantes incapaces, displicentes, soberbios y autoritarios, se gana en las calles. La izquierda en el parlamento debe servir como un contrapeso en la estructura de poder. En tal sentido, debe estar organizada como para movilizar al pueblo en busca de Justicia Y Bienestar Social. En democracia estos principios son valores esenciales.