lunes, 9 de noviembre de 2015

¿EL FUJIMORISMO HA CAMBIADO?

Por: Enrique Soto Roca

Analizar el fujimorismo y el futuro de Keiko en las próximas elecciones presidenciales, se ha convertido en una necesidad histórica; pensamos que así lo ha entendido el destacado analista político Steven Levitsky, cuando escribe un sesudo –desde su perspectiva- análisis al respecto, en un artículo titulado: El Fantasma del Chino” (La República 1 noviembre 2015). A través del cual sustenta la defensa del neofujimorismo, situación bastante polémica, por lo que nos vemos en la obligación de entrarle al debate, deseando aperturar un sano intercambio de ideas y puntos de vista en democracia.

Levitsky sostiene que para los anti fujimoristas, si Keiko es elegida Presidente de la República, Alberto Fujimori saldrá libre. Confirmándose que “el fujimorismo siempre fue –y siempre será- una mafia; una banda de criminales que busca volver al poder para saquear al estado y vengarse por todo lo ocurrido desde el 2000. Alberto y Keiko son socios en la mafia –una sociedad reforzada por la lealtad filial”. Luego da a entender que esto es una falacia, manifestando: “No estoy tan seguro que el fujimorismo funcione de esta manera”.


En otro momento señala que el “neofujimorismo” se aproxima a esta imagen cuando surgió hace poco más de una década. “Era una red de autoritarios y corruptos desplazados, junto con un pequeño movimiento social dedicado al regreso de Alberto”. Pero –dice- “la organización fujimorista ha cambiado”. Y sustenta su tesis queriendo demostrar, que hoy Keiko, se ha convertido en “la jefa” y tiene el control. Puede hacer y deshacer. Y remata su postura sosteniendo que “Keiko se ha convertido en una política profesional”. En tal sentido, “hoy en día Keiko, y no Alberto o sus viejos compinches, toma las principales decisiones dentro del fujimorismo”. Por lo que, “no veo evidencia de una mafia detrás” –señala Levitsky.

Sin embargo, dice más adelante: -situación que vemos como una contradicción- “si gana Keiko, habrá una tremenda presión interna para liberarlo. El neofujimorismo nació como frente de defensa de Alberto Fujimori, y durante mucho tiempo, la liberación del ‘Chino’ era su principal razón de ser. Keiko lo ha prometido en el pasado (“no me va a temblar la mano”) y la militancia sigue exigiéndolo. Políticamente, será muy difícil resistir esas presiones” señala.

Después de haber exaltado, a la candidata presidencial Keiko Fujimori, hasta dando a entender que ganaría en primera vuelta, y que no daría libertad a su padre en su reinado, porque ello confirmaría que el fujimorismo es una mafia, es asaltado por sus dudas y contradicciones señalando cuatro posibles escenarios con el dictador suelto en plaza, en un supuesto gobierno de Keiko, “Todos nefastos para la institucionalidad democrática” dice. El primero señala que Keiko una vez embestida como presidente, renuncie al cargo, convoque a nuevo proceso electoral, para que Alberto –su padre- postule y salga elegido. El segundo, instalación de un poder dual, Keiko reina pero no gobierna. Alberto se convierte en el poder detrás del trono, “Keiko sería una especie de títere”. El tercero un escenario de conflicto. Keiko se rebela y se enfrenta a su padre. Generando una crisis. El gobierno de” Keiko sería debilitado, generando incertidumbre, inestabilidad, y quizás una crisis constitucional”.  El cuarto escenario, en el cual Alberto se jubila y se retira a su casa. “Pero me parece poco realista” – señala el analista.

Como podemos darnos cuenta, en su esencia la defensa de Keiko y del neofujimorismo, realizada por Levitsky, no tiene un sólido sustento, sino que posee profundas contradicciones, por lo que podemos afirmar que queda demostrado que las cicatrices históricas son difíciles de borrar, quedando como huellas indelebles que permiten a los pueblos aprender políticamente del pasado. Y para ello no hay necesidad de ser “caviar”, sino ver de manera objetiva, los hechos acontecidos en el pasado, y como estos se reflejan en el presente, anunciándonos el porvenir. El pueblo peruano no puede cometer el mismo error que cometió en 1990, eligiendo un dictador mentiroso y corrupto, que fue acompañado por un asesor de su misma calaña, inaugurando la fase oscura en nuestra historia republicana, conocida como el fujimontesinismo. Y no olvidemos que Keiko, creció y se educó –es decir se formó políticamente- en esta escuela. Su padre, Alberto Fujimori y su asesor Vladimiro Montesinos, fueron sus maestros, que la coronaron como Primera Dama, en detrimento de su madre. Este triunvirato es indisoluble aunque no se diga, ya que actúa políticamente siempre dentro del engaño, teoría de la guerra, para alcanzar el objetivo. Los lazos son muy fuertes entre estos tres personajes. No olvidemos que Fujimori, hizo la fanfarria de perseguir a Vladimiro, cuando ello era falso. Al ver que eso no le resultó tuvo que huir. Ahora quieren volver al poder y hacer renacer la dinastía.

Por lo que vemos, algunos analistas políticos han quedado prendados con el cambio de discurso pronunciado por Keiko Fujimori, teniendo como plataforma la universidad norteamericana de Harvard. Que quede claro, no tenemos ningún aspaviento con el  país del norte. Eso de “abajo el imperialismo norteamericano”, no tiene sustento en los tiempos actuales.  Lo que sí debe quedar claro que el nuevo discurso del fujimorismo, es táctico, y a nadie convence. Decir que la Comisión de la Verdad y Reconciliación, ha realizado un buen trabajo, nadie lo cree, cuando eran ellos los que despotricaban de esta inmensa tarea histórica para pacificar el país en tiempos muy difíciles para todos los peruanos.

Por otro lado es imposible creer que el fujimorismo ha cambiado, cuando sus líderes representativos históricos son los mismos que acompañaron al dictador. Allí tenemos a Luz Salgado, Martha Chávez, Alejandro Aguinaga, Kenyi Fujimori, Carmen Lozada, entre otros delfines del fujimorismo –o neofujimorismo como ahora se llama- dispuestos a dar la vida por Alberto. Por lo que en el sentido hipotético que Keiko salga elegida, su primera medida –qué duda cabe- será poner en libertad a su padre. Y el descalabro democrático habrá comenzado. La inestabilidad y la incertidumbre se habrán apoderado del país.

Por lo que, si Keiko insiste en querer ser presidente de todos los peruanos, debe abiertamente romper con el triunvirato, manifestando públicamente su radical oposición a la forma como gobernó el fujimorismo el país en la década de los 90. Y licenciando, es decir dando de baja, a los militantes –líderes históricos- del fujimorismo que gobernaron con su padre. Asimismo comprometiéndose y firmando un acta ante el pueblo, que será respetuosa de la institucionalidad democrática. De otra forma los peruanos, no estaríamos convencidos de su supuesto cambio.

El pueblo no olvida La Cantuta y Barrios Altos, así como Accomarca y tantos otros pueblos olvidados en las alturas de nuestra serranía donde se violentaron los derechos humanos.

En tal sentido, en estas elecciones presidenciales, que se realizarán en abril del 2016, debemos ir a las urnas emitiendo un voto consiente e histórico, pensando en la consolidación de la institucionalidad democrática y en el desarrollo económico del país. Hagamos de este país en las próximas décadas un país de primer mundo. Ese debe ser nuestro gran reto.

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