martes, 26 de mayo de 2015

POLICIA NACIONAL: SIN BAJAR LA GUARDIA

Por: Julio Garazatúa Vela (*)

El diario El Comercio del 13 de Abril 2015, informa: “que un nuevo escándalo ha remecido la estructura de la institución policial”. Se trata de una “intervención incorrecta”, por parte de dos suboficiales que prestan servicios en el Escuadrón de Emergencia del distrito de Surquillo; quienes se llevaron un vehículo estacionado a pocos metros de la vivienda del dueño. Este hecho fue grabado por las cámaras de seguridad de la Municipalidad de San Isidro.

En la edición del 24 de Abril 2015, el diario La República resalta: que policía “siembra” arma punzocortante a manifestante que protestaba contra el Proyecto “Tía María” en la Región Arequipa (Islay). Refiere que mientras un grupo de policías escoltaba a un agricultor detenido, un agente policial se acerca al detenido y le coloca en la mano un objeto punzocortante.

El diario “SudaméricaHoy” informa: que el Inspector General del Ministerio del Interior manifiesta, que en el año 2014 fueron retirados de la Institución Policial por medida disciplinaria 214 policías (21 oficiales y 193 suboficiales); de ellos, 140 fueron recluidos en penales comunes y centros de detención policial, por estar involucrados en delitos diversos.


Estas y otras informaciones similares nos dicen, que el personal policial enfrenta un serio problema de inconducta personal y funcional; pero también nos dice, que es el momento de hacer cambios estructurales para no seguir manchando la imagen de la institución policial, ni mancillar la dignidad y el honor de los buenos policías que son la mayoría. Pero el cambio que se exige, no debe sustentarse solamente en los acostumbrados “pases al retiro” de cientos de oficiales de diversos grados, sin ningún criterio técnico, apelando a las “invitaciones por renovación” que la ley faculta; tampoco abusar de la reiteradas “reorganizaciones” policiales, que siempre han sido un fracaso, porque al parecer los gobiernos de turno lo emplean simplemente para acallar la coyuntura de inseguridad del momento.

Se ha perdido tiempo y gastado miles de soles sin resultado alguno en estos llamados procesos de “reorganización “de la Policía Nacional, porque se continúa fallando en la base misma del cambio: el perfil del policía. El hombre es la pieza fundamental en toda organización, más aún cuando se trata de una institución cuya historia está íntimamente ligada a la historia del Estado y de la sociedad peruana. El policía protege al pueblo, mantiene el orden público y social del cual es parte intrínseca, y ofrece una ayuda constante a la población más vulnerable, sostiene los valores democráticos de justicia, igualdad y lealtad; y  en las distintas etapas de su historia, sus integrantes han tenido y tienen intervenciones connotadas de heroísmo y entrega de la propia vida.

Además, hay otros aspectos legales que es conveniente corregir, para coadyuvar al cambio que la Institución Policial necesita, por ejemplo: La Ley Orgánica de la Policía Nacional en su Título III-Capitulo II-Articulo 12, inciso 12.2; expresa: que la Policía Nacional está al mando de un Director General designado por el Presidente de la República, entre uno de los Tenientes Generales en situación de actividad. Este dispositivo quiebra la línea de sucesión por antigüedad para acceder al cargo de Director General; politiza al comando policial, e hipoteca la lealtad institucional a los intereses políticos de turno.

Asimismo, en su Capítulo III-Régimen Económico-Articulo 51-inciso1, dice: “La Policía Nacional, previa autorización del titular del sector, podrá celebrar convenios para la prestación individualizada o localizada de servicios rentados de naturaleza particular”. Esta disposición convierte al policía en un mercenario de la seguridad, porque oferta su autoridad y su atribución funcional a intereses privados, lo que deteriora su dignidad personal y profesional y desvirtúa el principio constitucional de servicio a la sociedad.

Entonces, nos preguntamos: ¿Cómo reconstruir una institución policial actualmente cuestionada y criticada, para que responda a las necesidades del Estado y de la sociedad peruana de este nuevo siglo? Ello supone en primer lugar, investigar su actual situación, sus contradicciones, sus límites, sus posibilidades, etc. Por ejemplo: debemos evaluar si la preparación de los policías es la más óptima, sino lo fuera, urge perfeccionarla. Si el proceso de selección y admisión son inadecuados, es imprescindible mejorarlos. Si las fases de formación y capacitación son ineficientes, es necesario optimizarlos. Si las remuneraciones son insuficientes, deben ser aumentadas, acorde a la naturaleza de su función. Si la legislación policial es imperfecta, es necesario corregirla, para potenciar el proceso de formación y los sistemas de control. No encarar seriamente estos y otros problemas que subyacen lacerantes en la Institución Policial, es continuar con este tipo de comportamientos ilícitos, que se repiten cada vez con más frecuencia.

Pero este proceso de reconstrucción institucional también supone, que el ansiado cambio policial no se logrará en breve plazo, es un proceso que requiere tiempo y continuidad; cambio que debe ser tratado desde dos puntos de vista: la policía como  institución del Estado encargada de una finalidad constitucional; y la policía como “corporación”, como un cuerpo vivo integrado por personas, responsables de lograr esa finalidad constitucional. Los gobiernos,  la “clase política” y la sociedad en general, deben entender que además de las condiciones arriba descritas, y otras que pueden sugerirse; es “imprescindible” que exista la voluntad política para alcanzar el modelo policial que aspiramos como sociedad.
(*) Crnel. PNP (r)

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