sábado, 18 de abril de 2015

LA SEGURIDAD EN EL TERCER MILENIO

Por: Julio Garazatúa Vela

Es verdad, que una de las principales manifestaciones de la inseguridad que más afecta al país, es la delincuencia en sus diversas formas y modalidades. Pero también es verdad, que el  término “seguridad” actualmente se ha convertido en  “moda” política; su empleo  indiscriminado  por cualquier entidad, grupo o persona, ha devaluado su verdadero significado técnico. Por ello, cuando las instituciones del Estado: seguridad, justicia, Congreso de la República, etc., establecen medidas, normas y procedimientos de seguridad pública, éstas no contienen el respaldo legal suficiente para combatir el delito, ni la población la receptividad necesaria para lograr la participación ciudadana que el caso exige. Sin embargo, a pesar de estas contradicciones la seguridad pública continúa siendo preocupación de las sociedades en general. Que ha sucedido en el mundo para que en  estas tres últimas décadas, la seguridad se convierta en asunto de Estado, en preocupación  de los gobiernos y en tema permanente de los Organismos Internacionales, como los “Congresos sobre la prevención del delito y justicia penal”, que realiza la Organización de las Naciones Unidas (ONU) cada cinco años.

Las razones son diversas: el vertiginoso cambio tecnológico, concretamente lo relacionado a la cibernética y a las comunicaciones. La revolución tecnológica tiene un impacto sorprendente en el comportamiento social, en el auge del delito,  en el desempeño de las instituciones, etc. Por ejemplo, actualmente los delitos cibernéticos se acrecientan en los estados; pero también las “redes sociales” y los medios de comunicación social tienen un poder tremendo de convocatoria dentro de la población, tal es así, que muchas veces suplen a  las denuncias formales porque se difunden rápidamente y con mayor efectividad, lo que obliga a actuar a la brevedad a las entidades responsables, convirtiéndose en verdaderos órganos de información y de supervisión pública.

Otro aspecto es, que la “globalización” de la economía ha abierto una serie de posibilidades para el crimen organizado. Nunca como ahora existen tantas oportunidades económicas para tanta gente; pero también, nunca como ahora existen tantas ocasiones para que el crimen organizado pueda explotar el sistema económico mundial. Incluso los delitos “locales”, denominados también delitos “comunes”, se diversifican constantemente en cada país.

Todos estos cambios y transformaciones tienen como consecuencia inmediata, la dificultad para entender la evolución del delito y las nuevas estructuras organizativas del crimen organizado. Además,  no existe precedentes donde explorar situaciones similares, no hay formulas que hayan tenido éxito y que puedan ser aplicadas por los estados. Hoy no es tan simple como ayer. El entorno cambia a una velocidad que casi no podemos asimilar; ejecutar estrategias y procedimientos tácticos de cualquier índole, nunca es suficiente. Todo lo que se realiza, se cuestiona y parece que no es válido.

Esta nueva situación nos obliga a modernizar nuestras instituciones, a cambiar nuestros comportamientos, nuestros procedimientos, nuestras técnicas, etc., si queremos tener éxito en la lucha contra el “crimen globalizado” y los delitos “locales”. Esto es fácil decirlo, pero es complejo hacerlo. Con frecuencia nos dicen que debemos cambiar el “chip”, pero pasan los años y las cosas siguen igual. Al parecer, el principal obstáculo para ello somos nosotros mismos, y la falta de voluntad política de los gobiernos de turno de querer hacerlo.

Ahora bien, los Congresos de las Naciones Unidas sobre “Prevención del Delito y Justicia Penal”, que se vienen celebrando cada cinco años, en torno a una amplia variedad de temas, nos brindan la oportunidad de actualizar y perfeccionar nuestros sistemas de prevención y lucha contra el delito. Estos Congresos han tenido un efecto importante en el ámbito internacional, y han influido en las políticas públicas y en las prácticas profesionales de los órganos de seguridad y justicia en los diversos países; por ejemplo, en el último congreso que tuvo lugar en Brasil del 12 al 19 de Abril del 2010, el tema fue: “Estrategias amplias ante problemas globales;  los sistemas de prevención del delito y justicia penal y su desarrollo en un mundo en evolución”. En ella se debatieron aspectos esenciales tales como: establecer al sistema de justicia penal como pilar central del Estado de Derecho; destacar el papel fundamental del sistema de justicia penal en el desarrollo nacional; resaltar la necesidad de reformar el sistema judicial penal, con el objeto de reforzar su capacidad técnica en la lucha contra el delito; determinar nuevas formas de delincuencia que amenazan a las sociedades del mundo, y analizar los medios de prevención y control.

Además, se puso mucho énfasis en la problemática siguiente: los niños, los jóvenes y la delincuencia; el terrorismo; la prevención del delito; el tráfico de emigrantes ilegales y la trata de personas; el blanqueo de dinero (lavado de activos); el delito cibernético; la cooperación internacional en la lucha contra la delincuencia transnacional, y la violencia contra los emigrantes y sus familiares.

El delito tiende a ampliarse aceleradamente en el mundo, cobrando más fuerza y volviéndose más violenta y compleja. Debido a ello, el crimen organizado es una amenaza constante contra las sociedades, y un obstáculo para el desarrollo socio-económico. Asimismo, la delincuencia ha evolucionado hasta volverse transnacional y ampliar su ámbito de operaciones geográficamente, diversificando sus modalidades. La corrupción que acompaña a la delincuencia transnacional, significa un fuerte freno a las inversiones y al crecimiento económico en nuestros países, que contamina incluso a las estructuras de poder de los Estados. Tal es así, que las denuncias de corrupción nunca se han originado de las instituciones públicas ni de los partidos políticos, esto indica, la inexistencia de auto mecanismos para controlar a los corruptos, y lo que es peor, una inquietante tendencia a protegerlos corporativamente.

Para las poblaciones del mundo sin distinción, la protección contra la delincuencia y la violencia tiene la máxima prioridad. La existencia de eficaces sistemas de seguridad  y de justicia, y el respeto al Estado de Derecho, son esenciales para lograr la paz social y el desarrollo sostenible. En un mundo  globalizado, es imprescindible que las policías y los órganos de justicia de los Estados estén interconectados, no solamente a través de las delegaciones de INTERPOL, que son necesarias pero insuficientes; debemos abrir nuestras fronteras, para mejorar el intercambio de informaciones y la ejecución de acciones técnicas y tácticas, entre nuestras unidades especializadas, para atenuar y contrarrestar el incremento y el daño de la delincuencia transnacional. Esta problemática es uno de los principales desafíos que enfrentan los países del mundo.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario