viernes, 4 de febrero de 2011

POLICÍA NACIONAL

UNA LARGA RUTA AL CAMBIO












Por: Julio César Garazatua Vela. Crnel.PNP(r)

Actualmente el desborde de la violencia política, el incremento de la delincuencia en sus diversas formas y modalidades y la corrupción generalizada están generando una serie de problemas en todos los ámbitos de la vida nacional. Muchas instituciones del Estado están siendo cuestionadas, particularmente aquellas vinculadas a seguridad y justicia.
Esta problemática ha colocado a la Policía Nacional, titular del orden Interno y la seguridad pública, en el centro de la polémica nacional, cuestionándola, con razón o injustamente, por la coyuntura del momento. Si apreciamos el entorno social, observamos que el delito se incrementa descontroladamente y que el desorden y la inseguridad se asientan indistintamente en la capital y demás regiones del país, lo que genera ansias de seguridad en la población. Pero, es menester entender que las causas que genera este fenómeno social escapan a la esfera policial; sin embargo, algunos sectores de la sociedad opinan que la policía es una institución en crisis, al parecer  porque desconocen los factores que encierra esta problemática.


Creo que estas opiniones en lugar de considerarse lesivas a la Policía Nacional, deben aceptarse con madurez y actitud reflexiva, porque debe ser generadora de una respuesta integral, no solamente en el plano teórico sino también en el quehacer policial diario, que tienda a revertir esta situación. Ahora bien, todas las policías del mundo,  salvo ligeros matices, tienen funciones similares, sus actividades se desenvuelven necesariamente dentro de la sociedad, priorizando la prevención antes que la represión; su organización y funcionamiento se enmarcan dentro del sistema jurídico establecido para tal efecto.
La función policial es increíblemente compleja, sus tareas se multiplican y diversifican constantemente, ante el crecimiento del delito cada vez más sofisticado y mimetizado; estando expuesta a influencias y presiones de todo tipo. La policía dispone de un poder extraordinario; puede detener, realizar allanamientos, y usar la fuerza si es necesario; está preparada para hacer frente a conflictos que alteran el orden y la seguridad interior; pero su función fundamental es proteger a las personas, hacer cumplir la ley, garantizar el orden, que son labores preventivas.
Esta paradoja genera en algunos casos excesos lamentables, que deben ser investigados y corregidos por la misma institución policial, sin esperar presiones externas o decisiones políticas posteriores. Cabe recordar que el terrorismo que azoto nuestro país durante muchos años, había motivado cambios en el accionar de la policía nacional; de una labor mayormente preventiva, se tuvo que adoptar una actitud más represiva, en razón que la coyuntura política así lo exigía; actualmente, al haber cambiado estas circunstancias, la policía debe reorientar su actuación para retomar progresiva mente el espacio funcional que puede haberse cedido involuntariamente.
La imagen que se tiene actualmente de la policía nacional, refleja no solamente fallas en la institución policial, sino también falta de voluntad política, desinterés  del Estado, y de los gobiernos de turno, para adecuar la institución a los cambios que exige la sociedad, y la dinámica mundial del tercer milenio. Toda decisión política, sobre reforma o reorganización policial, ha quedado siempre en el plano teórico, o han sido ejecutados en forma incompleta, quizás por desconocimiento de la realidad institucional, o por el desinterés de los responsable de ejecutar estos procesos, que no han cumplido a cabalidad con los objetivos políticos establecidos.

La opinión que la sociedad tiene de la policía es preocupante, en lugar de considerarla una institución al servicio de la sociedad democrática, la considera como instrumento de represión y dominación de los gobiernos de turno. Además, los intentos de reformas y reorganizaciones se han orientado siempre a la policía como función pública, restando importancia al componente corporativo, a las personas que la integran, que son las ejecutoras de los actos institucionales, lo que impide considerarlos como simple entes inanimados e impersonales al servicio de la comunidad.

  El policía es una persona preparada para cumplir una función pública, su presencia exige mostrar en todo momento, sólida moral, disciplina consciente y adecuada preparación profesional; cualidades que son adquiridas a través de un proceso de formación y perfeccionadas mediante el trabajo diario, que se caracteriza por un desprendimiento total, aún de la propia vida. El hombre que arriesga su vida en beneficio de los demás, es consciente  de esta entrega, pero así mismo espera el reconocimiento concreto  que la sociedad y el Estado le brindarán en vida y después de su muerte; reconocimiento que debe traducirse en una remuneración decorosa, para no tener que alquilar su autoridad, su tiempo de descanso y arriesgar su integridad física, en servicios particulares ajenos a la naturaleza de la función pública para la cual ha sido preparado.
 La policía nacional, es la institución del Estado que está en contacto directo con la población, el conocimiento de esa realidad en todos sus aspectos, es fundamental en su tarea, no solamente para detectar comportamientos contrarios a la ley y moral social; sino también para garantizar el orden, la seguridad pública y la convivencia pacífica. Debe estar en condiciones de prever las desviaciones y perturbaciones sociales, actuando como un permanente equipo de encuesta social. Esta singular posición de la policía para captar la realidad del medio donde se desenvuelve no ha sido debidamente aprovechada y valorada.
En un Estado moderno, debe ser el sostén del orden y la protección ciudadana, con su presencia directa, institucional, no supeditada a niveles y esquemas burocráticos. Solo así podrá aportar toda su  capacidad y experiencia, para brindar un servicio eficiente a la sociedad a la que sirve.
La policía nacional debe orientar su preparación y equipamiento a  su finalidad fundamental que expresa el artículo 166 de nuestra Constitución Política que dice: “garantizar,  mantener y restablecer el orden interno. Presta protección y ayuda a las personas y a la comunidad. Garantiza el cumplimiento de las leyes y la seguridad del patrimonio público y privado. Previene, investiga y combate la delincuencia. Vigila y controla las fronteras”. Así como, considerar en su estructura los aspectos de investigación y desarrollo, ciencia y tecnología.
La función que desempeña la policía no debe presentar defectos, que desacrediten su labor, debe tener en mente que esa labor es institucional, no personal; el trabajo individual o en equipo, lo deben realizar como interpretes de la doctrina institucional, es una condición ineludible, para asegurar la  continuidad, evitar el subjetivismo y consolidar la autoridad en el trabajo y el reconocimiento del Estado y la Sociedad.

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